la reforma de la calle San Prudencio ha competido últimamente con la Avenida Gasteiz por hacerse con el premio a la obra más controvertida de Vitoria. Para algunos gasteiztarras, los cambios en la céntrica arteria peatonal la han convertido en una carretera urbana que, a falta de un adjetivo más trabajado, resulta más bien fea. Para otros, como las personas que trabajan en los comercios y establecimientos hosteleros de la zona, rehabilitar la calle era sin embargo una necesidad imperiosa principalmente por el deteriorado estado de sus baldosas. El Ayuntamiento estaba en el segundo grupo, y ante el continuo parcheo al que las Brigadas de Acción Inmediata (BAI) sometían a la vía por culpa del tránsito de vehículos, decidió hace poco más de un año tomar cartas en el asunto.

El pasado 18 de agosto las obras en San Prudencio arrancaban aprovechando el calor estival tras ser adjudicadas por el Consistorio a la firma Yárritu, habitual en las concesiones públicas durante esta legislatura, por un montante total de 435.572 euros. La renovación de la calle , publicitada por el Ejecutivo local pero sufragada en su totalidad por el Gobierno Vasco, concluía recientemente con el pulido de las dos zonas de asfalto, principales objetos de críticas por su apariencia tosca que, por cierto, muestra ya una visible necesidad de pasarles una fregona, algo que parece será una constante en una calle que ha quedado “más práctica que bonita”, como resume una hostelera. Con todo, la autopista para unos, pista de aterrizaje alternativa a Foronda para otros y calle bien reformada para otros tantos parece haber convencido a los que, con permiso de las tiendas, más se van a beneficiar de su transformación: los bares de la zona.

Más amplia y pensada sobre todo para los peatones con la eliminación de la práctica totalidad de mobiliario urbano -sólo se han instalado unos nuevos bancos en forma de corro, tan habituales en estos tiempos-, San Prudencio abraza a los viandantes con su estrenada imagen a la espera de que alguno de la decena de bares se anime a ser el primero en instalar veladores frente a sus puertas para que sus clientes puedan tomarse el café o el cubata en un espacio cerrado sin pasar -más- frío del habitual en Gasteiz.

“El cambio ha merecido mucho la pena. Yo llevo aquí 24 años y ahora es cuando más gente pasea por esta calle, se nota una mayor afluencia de público. Para los negocios es bueno porque hay más gente paseando y entrando a los locales. Estamos encantadísimos con la reforma”, sostiene Esteban Gainzarain, del bar Taberna, que recuerda y agradece la celeridad con la que los obreros han acometido la obra “sudando la gota gorda en verano”.

Para él, el cambio de las baldosas casi siempre rotas por el asfalto fundido es un avance que los pies de los vitorianos van a agradecer. “Ya no se rompen los tacones, la gente no se cae, no se ensucia con las baldosas rotas... Ahora mismo la calle es lo más práctico que nos ha podido tocar. Que sea bonita o no es otra cosa, aunque en una calle lo que importa es que sea práctica, y ésta necesitaba tener el mínimo mobiliario urbano para que fuera una zona con mucho tránsito y que la gente pueda pasear sin tener que estar mirando continuamente al suelo”, argumentan en el bar Taberna, donde por cierto no tienen intención de instalar un velador en la calle.

veladores “No me interesa demasiado porque lo tendría que poner a unos cuantos metros del bar, aunque otros sí van a poner y le vendrá bien a la calle”, concluye. A unos metros del Taberna, pasando el Teatro Principal, en el Krunch conocen como pocos los problemas que generaban los grandes camiones que deben adentrarse en la vía habitualmente para cargar y descargar en el teatro el material de las representaciones. “Son camiones que pesan mucho y pusieran lo que pusieran las baldosas estaban continuamente rompiéndose, así que había que arreglarlas constantemente. Ésta se supone que era la mejor opción para solucionarlo y creo que la calle está mejor que antes, aunque el aspecto estético ha quedado un poco... así”, responde Merche Calzado. “En general los clientes dicen que parece una autopista, que es feo y que estás en medio de una carretera. Práctico es más que antes, pero el problema que le veo es la suciedad. Este asfalto da la sensación de estar siempre sucio, como puedes ver”, señalan desde el Krunch, donde tampoco van a lanzarse, al menos por ahora, a instalar un velador en la calle.

“Nosotros pongamos como lo pongamos lo tendríamos que quitar cada vez que necesite pasar el camión para llegar al teatro, y lo que no puedes es ponerte un sábado a la noche a desmontarlo y volverlo a montar. Lo de los veladores es complicado. Tienes que pedir permiso al que está en frente, hay sitios en los que coinciden dos bares... Se le planteó a la concejal poner tejavanas como hay en algunos tramos de Sancho el Sabio, pero dijo que no porque esas cosas se hacen en beneficio de los viandantes y no de los hosteleros, así que descartado”, zanja Merche Calzado desde el Krunch.

clientes Precisamente, a la edil de Espacio Público, Leticia Comerón, no le quedó más remedio que salir al paso hace un par de meses ante el ostensible volumen de críticas que el aspecto de la calle, con las dos vías separadas por una franja cual autovía, generó en la oposición municipal. El Ayuntamiento pidió a finales de noviembre que no cundiera el pánico porque la vía estaba sin terminar y aún había que pulir el asfalto, aunque una vez realizado el aspecto final tampoco varió demasiado.

En el fondo, polémicas a un lado, lo que a los bares de San Prudencio les importa es que, a partir de ahora, entren más clientes en sus locales. “Yo creo que la reforma va a repercutir positivamente en los bares porque ahora la gente tiene más margen para pasear. La calle es más amplia, más turística... invita más a pasar por la zona que antes. Además me gustan los bancos que han puesto”, asegura Fátima Dejalil, del Dakar, donde tampoco tienen intención de instalar un velador frente a sus puertas. “De momento ahora no, aunque más adelante quizás sí lo hagamos”, explica la hostelera.

prioridades De hecho, de los cuatro establecimientos hosteleros de San Prudencio consultados por este periódico, sólo el Alkartetxe tiene previsto instalar un velador en la calle. Sobre la renovación recientemente finalizada, en este local hostelero agradecen que luzca un aspecto “más moderno”. “Ha habido que esperar mucho y esos meses nos han fastidiado bastante, y por culpa de las obras mucha gente ha dejado de pasar por esta calle. Eso nos ha repercutido de forma negativa y se ha notado en el negocio”, explica Ander Ledesma tras la barra del bar.

Entre café y café, los clientes que durante las últimas semanas acudían al Alkartetxe “estaban ya un poco hartos de las obras y del ruido que había”, aunque sobre todo “se han quejado del suelo, que no les ha gustado mucho”. De cualquier forma, no está de más preguntarse si, con barrios esperando desde hace meses -si no años- a que el Ayuntamiento meta mano a sus maltrechas calles, gastarse medio millón de euros en reformar San Prudencio era una cuestión primordial en la capital alavesa. “Es cierto que no está la cosa como para gastar tanto dinero y seguro que hay cosas más importantes. La inversión quizás no era tan necesaria en una zona que podía haber aguantado un poco más como estaba antes”, apunta finalmente Ledesma.