cuando una persona sufre una parada cardiorrespiratoria, cada segundo que pasa resulta determinante para lograr su reanimación y devolverle a la vida sin secuelas. Se calcula, de hecho, que las posibilidades de supervivencia disminuyen un 10% cuando transcurren 60, un rápido minuto, y la situación de inconsciencia persiste. Si son cinco, éstas se reducen a un cara o cruz, pero con escasas posibilidades de evitar que el afectado padezca alteraciones neurológicas o de otro tipo.
Las asistencias médicas, tras recibir una llamada de emergencia de estas características, acostumbran a llegar a toda velocidad al lugar desde donde se las solicita, pero ese fugaz intervalo de tiempo resulta precioso para que el primer eslabón de la cadena, quien se encuentre más cerca del paciente, pueda hacer un vital trabajo previo. Sobre todo, si la urgencia tiene lugar en un lugar remoto, al que la UVI móvil tiene dificultad para acceder. Según los datos que maneja el servicio de atención de emergencias de Osakidetza, Álava es escenario de 133 paradas cardiorrespiratorias cada 18 meses, más de siete al mes. 66, la mitad del total, se producen en Vitoria. A cualquiera le puede tocar esta indeseada lotería, ya sea en casa con un familiar o en la calle con cualquier viandante.
De ahí la importancia de tener unas nociones básicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) para saber actuar en consecuencia, un campo en el que los profesionales sanitarios suelen jugar con ventaja pero que también puede ser dominado por cualquier ciudadano de a pie siempre que tenga una formación adecuada. Con este objetivo, el Colegio de Médicos de Álava celebró este pasado jueves dos cursos gratuitos para enseñar a personal no sanitario las maniobras básicas de RCP y para intervenir ante la obstrucción de las vías aéreas tanto si el paciente es adulto como pediátrico.
El Colegio, que ha contado con el apoyo del Ayuntamiento de Gasteiz, colgó en ambas sesiones el cartel de completo, con nada menos que 32 participantes, la mitad en horario matinal y el resto de tarde. Un número importante de interesados tuvo que quedarse fuera, aunque estos cursos tienen vocación de repetirse más adelante. La formación, que combinó teoría y práctica, se realizó con maniquíes y desfibriladores de demostración. Esta iniciativa se ha puesto en marcha tras la organización de varios cursos de actualización dirigidos al personal médico y es la primera que se realiza en Gasteiz con alumnos ajenos a la Sanidad.
Detectar que una situación tiene efectivamente riesgo vital supone el primer paso para iniciar unas u otras maniobras. “Lo primero que hay que hacer es acercarse, ver si el paciente está consciente, si respira y si tiene signos de vida. Si nada de esto ocurre, comenzamos a combinar las compresiones torácicas con las ventilaciones, lo que es una RCP básica”, explica Lourdes Ruiz, médica de emergencias de Osakidetza y una de las encargadas de impartir este curso. Que un paciente deje de respirar y su corazón de palpitar puede estar provocado por varias causas, desde el ataque cardíaco al ahogamiento, pero Ruiz incide en que “lo importante no es la causa, sino reconocer la parada e intervenir”.
A esa respiración boca a boca para suministrar aire a los pulmones y a los masajes cardiacos para restituir la actividad del corazón -dos ventilaciones por cada 30 compresiones- puede unirse, siempre que esté a mano y la persona en situación de parada tenga más de un año de edad, la ayuda de un desfibrilador. Por suerte, muchos edificios públicos de Gasteiz, como los centros cívicos, han incorporado este vital servicio en los últimos tiempos.
Cuando las emergencias acceden al lugar de la crisis, llega el momento de evaluar el estado del paciente y, si se requiere, mantener la función respiratoria y las palpitaciones de manera natural o bien artificial, mediante monitores cardíacos o respiratorios. En cuestión de minutos, si el flujo sanguíneo se detiene, puede presentarse un daño permanente en el cerebro o incluso la muerte, por lo que resulta fundamental reactivar la circulación y la respiración hasta que llegue la ayuda médica capacitada. En todos los casos, cualquier paciente que sufra una parada debe ser evaluada posteriormente por un médico. “Ante una parada, el tiempo que tardemos en dar una atención es vital. Si hay gente cerca de esa persona que puede hacer la RCP, fabuloso”, certifica la especialista vitoriana.
“unas hachas” Su tocaya Lourdes Iriarte, enfermera del servicio de emergencias, ha sido otra de profesionales encargadas de impartir este curso en el Colegio de Médicos. “Ojalá todo el mundo supiera qué hacer en estas circunstancias. Casi tendría que ser una asignatura en los colegios”, recomienda Iriarte. Al acabar la primera sesión del curso, la enfermera lanza una advertencia vital a sus improvisados alumnos: “Si ahora salís de aquí y os encontráis con una persona en parada por la calle, vais a ser unas hachas. Pero dentro de seis meses, si os entran dudas, lo mejor es no pararse a pensar y ponerse de inmediato a machacar el pecho. Más vale hacer algo que quedarse parado y no hacer nada”.
Mercedes Eguren, una de la participantes, decidió apuntarse al curso tras escuchar en la radio que iba a celebrarse, concienciada sobre la importancia de contar con unas nociones básicas de RCP aun no siendo profesional sanitaria. A Eguren, por fortuna, todavía no le ha tocado pasar por esta mala experiencia, pero conviene estar preparada. “Es un tema de conocimiento básico porque el riesgo está cerca, en todas partes. Confío en que no me toque nunca, pero por lo menos ya sé algo”, asegura. Al igual que Iriarte, esta participante anima a los centros educativos a introducir en los planes de estudios cursos de reanimación para alumnos de Bachillerato o incluso Secundaria, “aunque sean más breves”. Éstos han tenido una duración de cuatro horas, durante las que los participantes han podido practicar in situ con maniquíes adultos y con aspecto de bebé.
Javi Velasco y Mikel Epalza, entrenadores del club de rubgy Gaztedi -el primero también jugador-, también vieron en este curso una oportunidad de oro de ampliar conocimientos sobre la RCP al tratar con jóvenes deportistas. “Como estamos con chavales, es muy importante saber intervenir en momentos de urgencia”, asegura el primero.
Hasta la fecha, no se han visto en una complicada tesitura como la que han aprendido a atajar en el curso, más allá de golpes y algún hueso roto, pero Epalza, que también es maestro de escuela, sí estuvo inmerso en una situación crítica durante unas colonias de verano, en un pueblo. Un joven de sólo 15 años con problemas cardiacos sufrió una parada y, aunque los monitores llamaron a la ambulancia, ésta se perdió por el camino. Por suerte, la RCP logró devolver la vida al chaval antes de que llegaran las asistencias médicas. “Refrescar conocimientos está bien porque trabajamos con mucha gente y es un deporte de contacto”, sintetiza Epalza.
Ruiz e Iriarte celebraron tras el curso la buena participación y disposición de los asistentes, que bombardearon de preguntas a las profesionales hasta el punto de que el descanso previsto entre una lección y otra finalmente no se hizo. “Ha habido mucho interés y ganas de hacer. Consiste en quitar el miedo y saber que puedes hacer cosas que sirven. A la gente le da mucho respeto, pero hay que saber actuar porque se trata de salvar vidas”, zanja Ruiz.