lapuebla de Labarca conserva una de las escasísimas neveras de piedra que quedan en Álava. No se trata de los populares neveros, donde se almacenaba la nieve y luego se transportaba a los diferentes pueblos, sino de una oquedad hecha de piedra de sillería, en el interior de una vivienda, que mantenía los alimentos de la familia.
La nevera, estiman los expertos, podría ser la única de todo el territorio alavés, junto con otra localizada en Yécora. La de Lapuebla de Labarca se encuentra al fondo de la planta baja de una casa del casco antiguo de esta localidad. El edificio fue rehabilitado por el padre de Celes, el alguacil de Lapuebla, y por él mismo, aunque en la actualidad lo utiliza su vástago, pero la nevera se mantuvo, de la misma forma que se rescataron numerosos elementos antiguos del edificio donde se conserva este espacio precursor de los modernos frigoríficos.
La nevera tiene sus singularidades. Por ejemplo, que está conectada a una red de túneles que discurren por el subsuelo de Lapuebla y que partían de la parroquia. Unos afirmaban que era para que salieran sin ser vistos los religiosos “porque al parecer los curas tenían riñas y usaban los túneles para escapar”, pero los técnicos afirman que se trata de una red para drenar las aguas pluviales que dañan el templo.
De hecho, no se conocía la existencia de estos túneles, por los que cabe una persona ligeramente agachada, hasta que se derrumbó una parte de la iglesia. Al excavar para arreglar el estropicio se encontraron con los túneles que salen fuera del pueblo, “por donde está nuestra casa”, que se encuentra a medio centenar de metros en línea recta de la iglesia. Por los datos que han ido recabando los propietarios, los túneles y la nevera se podrían haber construido en la segunda mitad de la centuria de 1600.
Y es que por entonces el pueblo era un pequeño cogollo alrededor de la iglesia. Casi todos los terrenos estaban dedicados al cultivo del cereal, excepto los más pobres, aunque soleados, que se dedicaban a la viña, hoy transmutada en el motor económico de toda la comarca. Vestigios de aquel pasado se conservan en una de las paredes de la parroquia donde se aprecian los huecos donde se adosó el ayuntamiento de la localidad.
La casa donde se encuentra la nevera era una de las típicas viviendas de los agricultores. En la planta baja estaba la cuadra, donde se guardaba la mula, el perro, los cerdos y los aperos, y donde era habitual tener un espacio reservado al almacenaje de alimentos.
Ese espacio era la nevera, un cubículo pequeño a cuya mano derecha se aprecia uno de los túneles de drenaje, actualmente cerrado y con leña, y en la zona frontal una pared donde había estanterías y que hoy se ha adornado con un botellero de obra.
En la parte superior de ese sitio hay una pequeña oquedad, que nadie sabe hasta dónde llega y por donde llega aire frío, y en el suelo mana agua, que se recoge en una cubeta de piedra. Todo el techo de la nevera está construido con grandes bloques de piedra de sillería, uno de ellos de un enorme tamaño. Sobre estas grandes piedras está, a varios metros de altura, la calle trasera.
Misteriosas escaleras Los propietarios de la vivienda donde se encuentra la nevera comentan que antes de entrar en la misma, a la derecha, localizaron unas escaleras de piedra que descienden, pero se dejaron sin excavar por temor a dañar la estructura del edificio.
Celes explica que en el casco viejo de Lapuebla de Labarca no se conservan espacios subterráneos bajo las casas, excepto en la zona de las bodegas. Sin embargo, había una en las traseras de la casa donde está la nevera que sus propietarios ordenaron cegar con escombros para eliminar humedades. También hay otra en una casa que marcaba el límite del casco viejo y en la que las leyendas cuentan que pernoctó José Bonaparte en un viaje por la zona “donde se le fue la mano con el vino”.
Los propietarios de la nevera tienen muy claro que la conservarán y de hecho barajan colocar una puerta de forja a la entrada. Sin embargo, este espacio se mantendrá cerrado y para único disfrute de propietarios y visitantes, aunque no descartan permitir el acceso de estudiosos para que documenten de forma técnica ese singular ejemplo de arquitectura rural medieval, de los que solo se conocen dos ejemplares en Álava.