alo largo de este último año, es posible que muchos vitorianos se hayan topado con un árbol cubierto de ganchillo en la calle Reyes de Navarra, una farola forrada con lana en la Virgen Blanca o unos bolardos muy coloridos en el barrio de Lakua-Arriaga. El ganchillo ha llegado a la capital alavesa para quedarse. Y con él un movimiento de arte callejero denominado Urban Knitting que busca embellecer el mobiliario de las ciudades con labores de punto y ganchillo. Su presencia en Gasteiz está estrechamente relacionada con la puesta en marcha del grupo Tejiendo en Vitoria. Y es que sus componentes han sido las artífices de muchas de estas acciones.

Piedad Santamaría es una de las fundadoras de este grupo de tejedoras que hoy aglutina una veintena de miembros, todas ellas mujeres con edades comprendidas entre los 25 y los 85 años. Tal y como cuenta esta vitoriana, la idea de crear Tejiendo en Vitoria surgió hace un año con un objetivo solidario: “Anteriormente pertenecíamos a otro grupo dedicado únicamente a tejer, sin embargo queríamos implicarnos un poco más y darle un significado a esto del ganchillo”. Tras colaborar con un grupo de Valencia al que mandaron pequeñas piezas tejidas para crear mantas destinadas a personas que viven en la calle, decidieron trasladar la experiencia a su propia ciudad. El proyecto, bautizado como Tejiendo la Solidaridad, consistió en hacer gorros, bufandas y mitones para regalar a los más necesitados. Llegaron a tejer 120 piezas de lana que donaron a Bultzain, Cáritas y la Parroquia de Lakua-Arriaga.

ganchillo solidiario Tras este primer proyecto, han surgido otros muchos y han participado en diferentes acciones, la mayoría con fines solidarios. “Tejimos diversas piezas para un mercadillo destinado a recaudar dinero para ayudar a Eddy, un niño vitoriano de origen angoleño con parálisis cerebral que necesita una operación para mejorar su calidad de vida; también hemos colaborado con la Fundación Sanfilippo y con APASOS, la protectora de animales”, detalla Piedad.

Sus creaciones no sólo lucen en Gasteiz, sino que también han viajado a otras ciudades, donde han tenido la oportunidad de aportar su granito de arena a diferentes iniciativas. Han colaborado en un mural que expusieron en Burgos con motivo del Día Mundial contra la Esclerosis Múltiple, tejieron una bufanda que decoró la fachada del Ayuntamiento de Astigarraga en el Día contra la Violencia de Género, enviaron flores a Valencia en el aniversario del accidente de metro y también tejieron animales marinos para el Arrain Eguna de Bermeo. Orgullosas de haber participado en dichas iniciativas, son conscientes de la importancia de generar sinergias con otros grupos de tejedoras, de manera que “así es más factible llevar a cabo acciones que requieren muchas horas de trabajo”, añaden.

yarn bombing Junto a su faceta solidaria, también se han animado a hacer Yarnbombing. Es el nombre que recibe la técnica que consiste en cubrir con piezas de lana elementos tan dispares como estatuas, bancos, árboles y coches, entre otros. El significado de la acción lo da el propio artista, puede ser reivindicativo o simplemente decorativo. Prueba de ello es el árbol situado en la calle Reyes de Navarra, que consistió en una colaboración con la Escuela superior de Arte y Diseño de Zaramaga en el marco de las jornadas Zaramaga Hankaz Gora. El objetivo: “impulsar la actividad sociocultural del barrio”, resaltan. La propuesta fue todo un éxito y los vecinos no han podido acogerla de mejor manera. Tanto es así que la obra todavía perdura y tal y como aseguran sus autoras, “son los propios vecinos quienes se están ocupando de mantenerlo”, sostienen satisfechas.

Otra acción, ésta sí con carácter reivindicativo, consistió en cubrir los bolardos de Lakua Arriaga. “En esta ocasión quisimos visibilizar un problema, ya que los vecinos pedían la retirada de dichos bolardos porque impedían el paso de vehículos de emergencia”, relatan. La acción surtió efecto y los bolardos fueron retirados por el Ayuntamiento. Eso sí, las piezas de ganchillo no duraron ni un día y desaparecieron en cuestión de horas. “Nos habría gustado que fuera el propio Ayuntamiento quien las hubiera quitado y después, que nos las hubieran devuelto, porque las hubiéramos aprovechado para otro trabajo”, mantiene Pilar.

compartir conocimientos Para formar parte de este grupo de tejedoras, el único requisito que piden es tener algún conocimiento que se pueda compartir. “Queremos dejar claro que no somos ninguna academia, sino que la idea es compartir conocimientos, no necesariamente de ganchillo, sino que puede ser de cualquier manualidad como patchwork, punto de cruz, etc.”, traslada Piedad. Se juntan todos martes y jueves de 17.30 a 20.00 horas en la Asociación de vecinos Ipar-Arriaga, en el centro cívico Arriaga, y allí, entre charla y charla, dan rienda suelta a su creatividad.

La mayoría coinciden en alabar lo relajante de esta actividad, “nos ayuda a desconectar de la rutina, a quitar el estrés y a olvidarnos de nuestros problemas”, mantiene Amparo Morena, una de sus integrantes. También destacan el componente solidario, como es el caso de Elisa Egurrola, la más veterana del grupo con 84 años, que no dudó en unirse al mismo cuando se enteró de que se trataba de ayudar a los demás. Y por último, resaltan la satisfacción que se siente al terminar una labor, “es un auténtico subidón”, confiesan.

Recién cumplido su primer año de vida, las chicas de Tejiendo en Vitoria destacan las numerosas experiencias en las que han podido participar a lo largo de estos meses, con especial hincapié en aquellas en las que han podido ayudar a los demás. De hecho, su labor solidaria no ha pasado desapercibida en la capital alavesa y han vivido con mucha alegría su candidatura al Cascabel de Oro 2014 de la Fundación Once.

Cuando pusieron en marcha el grupo, en ningún momento imaginaron que este primer año de andadura iba a dar tanto de sí. Y es que, tal y como aseguran, se apuntan a un bombardeo, “a nosotras que nos llamen, que vamos”, confirman entre risas. De cara a los próximos meses, barajan diversos proyectos, unos ya cerrados como su próxima colaboración con Cáritas y Aldeas Infantiles y otros aún por definir “y de los que todavía no podemos contar nada”. No les faltan ideas y les sobra energía. Una combinación que augura larga vida a la guerrilla del ganchillo.