Gasteiz - Además de las colecciones primavera-verano y otoño-invierno, las tiendas de ropa deberían plantearse seriamente vender colecciones Día de San Prudencio o Fiestas de La Blanca a sus próximos clientes. Los gasteiztarras se lo agradecerán, especialmente los sufridores peregrinos que año tras año no fallan ante el 28 de abril en Armentia llueva, truene o, incluso, milagro, luzca el sol. Ayer no fue desgraciadamente uno de estos últimos días. Como no podía ser de otra forma, las campas de Armentia y la capital alavesa en general disfrutaron del tradicional microclima Gasteiz. Ése en el que llueve, pero no, y en el que hace sol, pero tampoco. Ese clima tan vitoriano en el que con jersey tienes frío y con cazadora, calor. O en el que, como les sucedió ayer a centenares de peregrinos a Armentia, la decisión de subir a las campas con o sin paraguas fue de ésas que hacen dudar hasta el infinito y más allá. Los que optaron por llevar el paraguas acertaron, pero no.
Las predicciones dictaminaban el domingo que ayer llovería durante la mañana y las aguas no amainarían hasta la tarde. Y acertaron, más o menos. En realidad, los sufridores alaveses que decidieron acercarse a Armentia durante las primeras horas de la mañana hicieron bien en coger el paraguas, aunque según el día avanzaba el cielo se fue mostrando cada vez más reticente a soltar lluvia, incluso con algunos rayos de sol que enseguida se quedaron en nada.
Por si acaso, a lo largo del paseo camino a las campas más de un vendedor ambulante intentaba hacer el agosto vendiendo paraguas a los lados de las aceras por entre tres y cuatro euros. Aunque la lluvia hizo acto de presencia menos de lo que cabía esperar y no fue necesario cobijarse, ahora sí ahora también, el ambiente fresco y la humedad del césped impidieron que la mayoría de visitantes se tumbaran a lo ancho y largo de las campas. Un ejercicio de relajación que quedó sólo en resquicio para los más valientes y para los que llevaban una toalla sobre la que colocar sus posaderas sin miedo a sentir cierto... Frescor trasero. Eso sí, aunque San Prudencio, como no podía ser de otra forma, fue meón, nada comparado a lo del año pasado, con un frío siberiano y la presencia incluso de granizo durante un momento del día. Hace dos, el temporal que obligó a suspender algunos actos de la noche del 27 de abril de 2012 respetó un poco a los que peregrinaron a las campas al día siguiente, especialmente a partir del mediodía. Y es que hay que remontarse a los San Prudencio de 2010 y 2011 para encontrar una Armentia iluminada por los rayos del sol y rebosante de visitantes.
Comida tradicional Por lo demás, la jornada en las campas transcurrió sin sobresaltos, con los habituales puestos de talos, sidra, rosquillas de anís, pastel vasco, chorizo a la sidra, bocadillos y oferta gastronómica clásica pero que hace la boca agua a todo el que pasa a su lado y olisquea la comida que no podía faltar en las campas, donde por cierto también hubo espacio para los partidos políticos, como la txosna de Equo, o la reivindicación social, con un puesto en el que Kaleratzeak Stop Araba, el colectivo en defensa de las familias desahuciadas, vendía camisetas y chapas.
Los herri kirolak, el pintxo solidario patrocinado por este periódico, cuya recaudación iba este año a parar a la asociación Berakah, que trabaja en favor de los colectivos desfavorecidos de Vitoria, los bailables y el concierto de Garilak 26 a las 18.00 horas inició la cuenta atrás de un día con poco sol, algo de lluvia, nubes grises en el cielo pero fiesta y diversión, como no podía ser de otra forma.