hace poco más de un mes que entró en vigor el nuevo horario de carga y descarga en el centro de la capital alavesa, que recorta en una hora el margen con que cuentan los transportistas para reponer los almacenes de los bares y tiendas de calles tan populosas y comerciales como Dato y San Prudencio. Antes se podía distribuir el género hasta mediodía, ahora hasta las 11.00 horas, y dado que la mayoría de los comercios abren a las 10.00 horas, los repartidores viven todos los días una hora de estrés elevado al cubo, agravado desde que la Policía Local ha empezado a multar a quienes no respetan el nuevo horario.

No es una práctica generalizada, pero el bolígrafo y la libreta empiezan a pasear por el centro, para disgusto de un gremio que en la mayoría de los casos tiene que hacer frente a las sanciones echando la mano a su propio bolsillo. Es el caso de José María Cano, que trabaja para ChronoExpres, una firma dependiente de Correos, pero que como autónomo asume sus gastos sociales y también las multas que le pueden caer como consecuencia de su actividad cotidiana. De momento, José María se ha librado. "Yo procuro acabar antes de las 11.00 horas, no me quiero arriesgar, todavía no me ha tocado pero parece que están multando", señala José María, quien indica que aunque los agentes "están sacando ya la recetilla, algunos hacen la vista gorda y te dejan un poco, pero sí andan por lo menos parándote. Saben cómo andamos y me imagino que así seguirán hasta que les den un toque", señala José María, quien afirma que también a las bicicletas, cuyo paso se ha restringido igualmente por las calles peatonales, se les está parando. "Lo que no sé es si les multan", explica el transportista.

El repartidor de ChronoExpres sabe que debe pagar las multas que le caigan, "yo llevo más de veinte años de autónomo y tengo asumido que la multa la pago yo", explica, pero es que ahora esta medida se está generalizando. "Antes se hacían cargo las empresas, pero por lo que tengo oído, los que están asegurados también pagan". Él, por ejemplo, si le dicen que vaya a San Prudencio a las 15.00 horas dice que no, a no ser que el empresario se haga cargo de la multa. No es cuestión de que, al final, tenga que pagar por trabajar.

Por otro lado, y en teoría, los repartidores del centro cuentan con más zonas de carga y descarga en las calles abiertas al tráfico, donde el horario se ha extendido a la tarde. En la práctica, "vas a aparcar a partir de las 11.00 horas y está todo petado, la gente deja las furgonetas todo el día y no hay manera de encontrar aparcamiento", critica.

La cosa está tan mal, explica José María, que el pasado sábado los repartidores se reunieron con el portavoz del PNV en el Ayuntamiento, Gorka Urtaran, para tratar de buscar una solución al problema. "Es un absurdo venir a las siete de la mañana, hasta las 10.00 horas no hay nada abierto, intentas hacer lo que puedes, empiezas a dar vueltas, pero es inviable, no se puede repartir en una hora", insiste.

La misma queja presenta Luis Alberto González, que distribuye agua embotellada y refrescos por las calles peatonales de Gasteiz. A él sí le han aplicado la ordenanza con todo su rigor. "Me multaron a las doce menos diez al final de la calle San Prudencio, yo ya estaba fuera, en la esquina, donde no hacía daño a nadie", afirma el joven, quien explica que "a veces te avisan de que te van a multar, pero a mí ya me tocó y me tuve que comer el marrón y pagarlo, soy autónomo".

La broma le salió por "doscientos y pico euros, el trabajo de la semana". Luis Alberto cree que las sanciones se están extendiendo poco a poco, porque "en la empresa, de tres que andamos por el centro, ya nos han multado a dos".

El repartidor explica cómo trabaja cada día y por qué es imposible hacer bien su labor respetando las nuevas reglas municipales. "Salimos de la empresa a las ocho de la mañana y para las once tienes que tener todo hecho. Si fuera un bar... pero, ¿cuántos hay en la calle San Prudencio y en Dato? Si aparcas en Renfe tienes que caminar tres o cuatro cuadras cargado con trece cajas de cocacola o de agua", explica Luis Alberto, quien añade que en verano la situación empeora. "A partir de ahora los bares no piden cinco cajas, piden diez, quince, veinte, treinta, tienes que hacer tres viajes para un sólo bar caminando tres cuadras", y luego encima "sale uno a la carga y descarga y está ocupado por otros coches, empiezas a dar vueltas y se nos va la hora, no podemos ni comer", asegura.

retrasos en los comercios Rosa Salazar regenta una tienda de lámparas en la calle San Prudencio y desde hace un mes la indignación le domina. "Lo llevamos muy mal, yo tengo retrasos en la llegada de mi mercancía, normalmente lo nacional tarda un día y ahora mínimo tengo otro día de retraso, con el perjuicio que a mí me ocasiona. Ayer mismo a las once de la mañana -explica- tenía que haber recibido dos cajas de Barcelona que habían salido el viernes, llamé a la agencia, me dijeron que estaban en reparto, yo aquí con la furgoneta esperando, y resulta que el transportista estaba en la calle de atrás y no podía abrir su furgoneta porque le había aparcado otro coche detrás. Tuvimos que esperar aquí desde las once hasta las once y media y nos teníamos que marchar fuera", denuncia.

Rosa se está movilizando, igual que los repartidores, y ya ha comunicado su malestar al Ayuntamiento de Gasteiz. "Nos han dicho que en fechas puntuales, Navidades y así, se ampliará el horario, pero tú imagínate, este es un genero delicadísimo, lámparas, tenemos que llevar esto a Aretxabaleta, descolgarlo, prepararlo, llevarlo al almacén, y a todo correr".

Además, al tener que aparcar en otras calles abiertas al tráfico, los transportistas lo tienen más difícil para llevar la mercancía a su destino en buenas condiciones. "El de ayer traía cajas de un metro por un metro en una carretilla, y claro, llegan las cosas mal porque son dos transportes, primero al camión y del camión a la carretilla", señala la comerciante, quien entiende que como "las tiendas no abren hasta las diez, el transportista está atado de pies y manos".

Rosa, que no tiene noticia de que se esté sancionando económicamente a los repartidores con los que ella trabaja, resume la situación de forma clara y escueta. "Hasta las once de la mañana esto es una locura, es imposible, o vengo a las ocho de la mañana o andamos de cabeza", lamenta.

Ernesto Egileta es uno de los afortunados a los que su empresa le paga las multas, "si entran dentro de un orden lógico y no son de velocidad, por ejemplo". Esta ventaja no le evita, en todo caso, sudar como un atleta cada mañana, de 10.00 horas a 11.00 horas, mientras reparte género en los bares del centro de la capital alavesa.

"La Policía me ha puesto ya varios avisos, encima de que tienes que alterar todas los itinerarios, que al cliente que ibas antes ahora vas después y está descontento, que descontrolas las rutas de un montón de años... pero qué vas a hacer, apretar el culo y seguir", comenta resignado el transportista.

comprensión policial Ernesto, en todo caso, no carga las tintas contra la Policía, porque "en este gremio hay de todo y hay de todo en los municipales, hay gente que entiende que en días puntuales hay que hacer cierta lectura de la situación, porque hay días en que no das, hay días que llueve y es imposible circular, es un cúmulo de circunstancias", explica, y además "hay ciertos bares que abren a las 10.00 horas en los que tenías un margen hasta las 12.00 horas, ahora nos acumulamos los repartidores en un único sitio y no llegamos, ni para aparcar ni para repartir", critica Ernesto, aún más escueto que Rosa a la hora de resumir la situación. "No damos abasto, esto es la guerra".