Vitoria. La capital alavesa se despertó ayer con la trágica noticia del fallecimiento de una niña de cuatro años al precipitarse desde el balcón de su vivienda en un octavo piso del número 44 de Portal de Foronda. Un trágico suceso, afortunadamente aislado, y del que no existen precedentes recientes.
Desde fuentes policiales no se aportan datos de tragedias de este tipo en la comunidad autónoma. Al no tratarse de un delito no queda constancia en las bases de datos de las fuerzas de seguridad. Tampoco en el recuerdo de los agentes viene a la mente ningún caso similar en Álava ni en el resto de la CAV en los últimos años. Varios vecinos relataron que, al parecer, la madre estaba preparando a la niña para ir al colegio cuando en un momento dado abandonó la habitación. En ese instante la menor habría salido al balcón del edificio, que tiene un pequeño murete y sobre él una barandilla. Todo apunta a que la pequeña se subió a ella y se precipitó al vacío.
Evitar este tipo de desgracias resulta complicado ya que, a pesar de todas las atenciones y cuidados que se puedan dispensar a los hijos, basta un instante, un descuido una sola vez, para que pueda ocurrir la desgracia. Así parece que sucedió ayer en Lakua-Arriaga.
PREVENCIÓN El Departamento de Sanidad y Consumo del Gobierno Vasco edita una serie de guías de seguridad infantil en las que se ofrecen consejos para el cuidado de los menores, así como medidas de prevención de accidentes en función de la edad del niño. Son recomendaciones para prevenir riesgos en situaciones como el descanso, el aseo, la comida, la hora de juego o cuando permanecen en casa al cuidado de adultos.
Estos manuales se entregan a los progenitores o cuidadores cuando acuden a las visitas rutinarias al pediatra. Los consejos se engloban en tres libros diferenciados para recién nacidos, para niños de entre 7 y 12 meses y a partir de un año.
Los riesgos para los menores en el entorno del hogar aumentan a partir de los 12 meses, toda vez que con los primeros pasos y la adquisición de mayor autonomía el panorama para protegerlos de los peligros domésticos se complica. Así, hasta la fase del gateo, la seguridad de los niños depende sobre todo de la atención paterna y de la prevención. Sin embargo, a partir del primer año de vida arranca una nueva fase de experimentación que ponen en práctica continuamente, lo que aumenta los riesgos y las medidas a tomar para evitar situaciones de peligro en el hogar.