vitoria. La pérdida de un hijo siempre representa un golpe emocional, pero que ocurra en circunstancias como las acontecidas ayer en Lakua-Arriaga añade quizá más dificultades para poder sobreponerse. Un proceso de aceptación y superación que, con el tratamiento especializado adecuado, se puede lograr. "El primero de los pasos es el shock, que puede ser absolutamente obnubilado, el no me lo creo", explica una psicóloga consultada por este periódico. "Después aparece otro tipo de emoción que puede ser la rebeldía y sentimientos de culpa, de buscar otras alternativas, el decir cómo ha podido ocurrir si yo siempre cierro esa puerta, como le puede pasar a esta mujer", apunta.

Uno de los elementos fundamentales a la hora de abordar una terapia psicológica de recuperación en este tipo de casos es conocer adecuadamente el contexto, tanto del entorno que rodea al paciente -por ejemplo, si tiene más hijos, que puede ser un factor determinante-, como del suceso. En este sentido, explica esta psicóloga, es importante establecer si el suceso fue puramente un accidente o más bien consecuencia de una desatención o una negligencia que pueda generar sentimientos de culpa. "El programa tiene que ser muy especializado y, además, también familiar", es decir, muy ajustado a todo ese contexto específico del paciente, pero no solo enfocado a él en concreto, sino hacia el núcleo familiar en su conjunto.

Tampoco hay que desdeñar el trabajo con los niños allegados al fallecido, como sus compañeros de clase por ejemplo: "Lo perciben exactamente igual, lo que ocurre es que los adultos tratamos de minorar el impacto emocional que pueda tener en ellos. Pero con los críos hay que tratar lo que ha ocurrido, porque crear lagunas genera muchas dudas y eso a veces es mucho más contraproducente".

Ese trabajo muy especializado con el paciente hace que no se pueda hablar de terapia en general, que empieza prácticamente por "enseñarle a encauzar todas esas emociones". "El propio paciente es el que te permite o te pide hablar. Hay personas que vienen con una situación de pérdida importante o un suceso traumático y te piden hablar del tema, porque no se atreven por ejemplo a hablarlo con familiares cercanos porque no quieren ahondar en el dolor. Y hay otras personas que, aunque vienen a trabajarlo, lo tratan de refilón, hablan de otras emociones, de cómo ha cambiado su vida, de otros aspectos un poco más periféricos".

Con la ayuda terapéutica adecuada, explica esta psicóloga, se puede ayudar lograr "un proceso de aceptación", aunque "hay casos en los que se genera un anclaje, un casi yo me quedo con mi pena, que es difícil luego superar. Pero lo habitual es que las cosas maduren y tengan un proceso normal de superación".