Vitoria. Hay niños que bajan a las profundidades del infierno al entrar en el colegio. El acoso escolar siempre ha existido, pero ha sido ahora cuando la ley del silencio ha empezado a ser sustituida por la concienciación. En el afán por acabar con situaciones violentas o de agresión dentro de las aulas, el Centro de Innovación Urkide creó en 2007 "una herramienta práctica y útil" que ha llegado a más de cien centros educativos de Navarra, Gipuzkoa, Bizkaia, Álava, Cataluña, Castilla y León, Cantabria, La Rioja, Zaragoza... La iniciativa se compone de una jornada de trabajo de cuatro horas en los colegios interesados para que adquieran los conocimientos necesarios sobre este fenómeno y de un cuestionario que el docente aplica luego en clase de forma anónima para descubrir a los posibles agresores, sus víctimas e intervenir.
Colegios de Argentina se han interesado por la herramienta de sociobullying, por lo que en dos meses se habrá puesto en marcha un curso on-line destinado a todos los centros educativos que demandan este apoyo y a los que Urkide no puede asesorar de forma presencial. "Además, conforme surgen nuevos fenómenos asociados, como el ciberbullying o el acoso en las redes sociales, vamos incorporando todo ello a la problemática para que siempre esté actualizada", explica la directora del Centro de Innovación, Isabel Orbañanos, quien subraya la eficacia de la iniciativa gestada por su equipo para "detectar y prevenir" conductas agresivas "de una manera muy sencilla".
Tras la formación a los docentes, el profesor debe llevar a cabo en las aulas un breve cuestionario con el que ya se ha familiarizado previamente. Este test aporta una lectura vertical (qué piensa un alumno de los demás), horizontal (qué piensan los demás de un alumno) y diagonal (qué piensa cada alumno de sí mismo), con porcentajes y gráficos para extraer conclusiones y para explicar a los padres el tipo de alumno que es su hijo. El estudiante, por supuesto, participa desde el anonimato, para que fluya con libertad la realidad que se vive en clase. Tras los resultados, se lleva a cabo la intervención, donde todo el entorno está implicado: padres, maestros y compañeros. Esta última fase incluye una entrevista con los progenitores del agresor en los que él también está presente, para conocer simultáneamente la información, lo que según Urkide facilita la intervención que también debe realizarse en el hogar.