el debate se ha colado de nuevo en la agenda municipal durante las últimas semanas. ¿Hasta qué punto es peligroso convivir con las radiaciones electromagnéticas que emiten las antenas de telefonía móvil? El plantón de los padres, profesores y alumnos de la ikastola Ibaiondo, hartos de soportar las emisiones que desprenden los mástiles situados en la azotea del Gran Hotel Lakua, ha encendido una polémica que retorna a Gasteiz periódicamente y genera visiones encontradas. En este caso, las protestas han dado sus frutos, aunque sólo a medias, porque la clausura de una de las antenas de Ibaiondo no ha eliminado las radiaciones y, mucho menos, disipado la preocupación de la comunidad escolar. Las emisiones continúan cumpliendo con la obsoleta y permisiva normativa estatal que también rige en la capital alavesa, un reglamento que permite alcanzar los 450 microvatios por centímetro cuadrado, pero se encuentran muy por encima de lo que recomiendan tanto la Unión Europea como la Organización Mundial de lo Salud, sólo 0,1.
Lo mismo sucede con la mayoría de las decenas de antenas de telefonía móvil instaladas en otros tantos tejados de edificios de viviendas, hoteles o servicios públicos diseminados por Vitoria. Resulta imposible conocer la cifra exacta, porque el mapa de estas instalaciones en manos del Ayuntamiento "no está actualizado", según denuncia, por ejemplo, el grupo municipal de EH Bildu. "No sabemos cuántas hay porque ese mapa está trampeado", insisten fuentes de la coalición abertzale.
Una de las reivindicaciones más recientes de EH Bildu es que esta guía, donde deberían aparecer todos los mástiles colocados en la ciudad y el volumen de emisiones que realiza cada uno, se actualice. Pero va más allá, como ya ha hecho el resto de la oposición municipal, exigiendo al alcalde, Javier Maroto, que sea valiente y modifique la ordenanza actual para fijar tanto la potencia máxima de las antenas como su distancia máxima a colegios, centros sanitarios u otros edificios catalogados como vulnerables, siguiendo las recomendaciones de la UE. De poco ha servido la actuación del primer edil en Ibaiondo, donde dio orden de precintar la ya citada antena por "ilegal" al contravenir la normativa municipal. Aunque se haya clausurado una instalación, sobre el Gran Hotel Lakua, a apenas 300 metros del patio de la ikastola, siguen funcionando otras tres.
¿Y qué hay de las comunidades de vecinos? Numerosas azoteas de la ciudad cuentan también no sólo con una, sino con varias antenas de estas características a cambio de una compensación económica negociada con las compañías telefónicas. Algunas superan por poco las recomendaciones de la UE y otras lo hacen ampliamente, como la que está situada sobre el número uno de la calle José Joaquín Landazuri. En concreto, esta instalación emite 4,6 microvatios por centímetro cuadrado, según el mapa municipal de antenas, 42 veces más que lo recomendado por la UE. La comunidad ingresa alrededor de 6.000 euros al año por admitir a este vecino. Y, por lo general, la ley del silencio impera entre los residentes. "Disculpe, pero no hablo de este tema", responde una vecina del inmueble por el teleportero.
contrato renovado Quien sí lo hace es Fernando Uriarte, uno de los pocos residentes que antes de renovar el contrato con la compañía por última vez -hace un año- intentó que la antena se eliminara. "Se ha tratado el tema en distintas reuniones y yo estoy deseando que la quiten", admite Uriarte, más aún cuando la compañía telefónica comenzó esta negociación a la baja. "Pero al final la pela es la pela", asume el vecino, más teniendo en cuenta que "igual la quitan de aquí y la ponen en el edificio de enfrente, con lo que las radiaciones pueden tener un efecto incluso peor". Así que el contrato quedó renovado por otros cinco años, un lustro más que se sumará a los cuatro durante los que la comunidad ya ha convivido con esta instalación.
¿Hay miedo? "Hay miedo por lo que te has informado, por lo que lees, y resulta llamativo que lo que es muy peligroso en un Ayuntamiento, en otro no lo sea. Pero está claro que si se habla del tema, algo hay", advierte Uriarte. A su entender, el dinero no lo debe ser todo en estos casos, a pesar de las dificultades económicas que ahora acechan a un número creciente de familias. "Prefiero que la quiten, pagar 50 euros al año y estar tranquilo", asegura.
El portal 71 de la Avenida Gasteiz se encuentra enclavado en una zona caliente de estaciones base de telefonía móvil, las que están situadas sobre el edificio de Telefónica y sobre el Hotel General Álava. La primera emite 0,65 microvatios por centímetro cuadrado según el mapa municipal de antenas. La segunda, algo más, 1,41. Al margen de los perjuicios que las emisiones puedan tener sobre la salud, los vecinos de este portal, flanqueados por las antenas, ni siquiera disfrutan de una compensación económica por tenerlas tan cerca.
Una de ellas es Isabel Goiriena, que desde su octavo piso cuenta con una visión muy cercana de las instalaciones ubicadas sobre el edificio de Telefónica. Reside en el bloque desde el año 1992 y antes de nada recuerda que "se han quitado varias" antenas de esta azotea, lo que no ha impedido que "de vez en cuando" le dé vueltas a la cabeza sobre la peligrosidad de los mástiles. "A veces las miro y me pregunto si nos pasará algo, pero no tengo psicosis", asegura Goiriena, quien sí confiesa que "estaría más tranquila" en caso de que no hubiese antenas. La vecina recuerda en este punto un caso de leucemia vivido en esta comunidad hace casi 20 años, aunque advierte de que nunca se supo a qué sería debido. Goiriena, al menos, tiene un pequeño consuelo, que "al no ver la del hotel, por ese lado no sufro".
Claro que no todos los vecinos están preocupados por la existencia de estas cercanas instalaciones. Es el caso de Darío Rodríguez, otro vecino de esta comunidad, quien matiza que apenas pasa cuatro meses al año en ella. Una circunstancia que a buen seguro atenúa sus preocupaciones. "Vivimos muy felices. Quizá nos estén radiando todo el cerebro, pero eso deberían decirlo los técnicos, que son los entendidos", valora Rodríguez. Por de pronto, cree que la preocupación no cunde, ni de lejos, en su comunidad. "Nunca he oído ninguna queja ni comentario al respecto", asegura. Una realidad que corrobora Josefina López, otra residente, a través del telefonillo. "Dicen que no son buenas, pero no estamos preocupados", zanja.
Una tranquilidad que, sin generalizar y con algunos matices, también existe en la amplia comunidad conformada en el número 26 de la calle José Atxotegi, junto al Hospital Txagorritxu. La radiación de las antenas situadas sobre el tejado del edificio se queda en 0,27, menos del triple del límite recomendado por la UE. "No he notado ninguna circunstancia extraña. Al contrario, porque soy beneficiario", asegura escuetamente un veterano vecino de este bloque que, según advierte, era administrador cuando se colocaron los mástiles. Otra vecina de mediana edad rechaza hablar del tema. En este caso, de nuevo, ley del silencio.
Un silencio que rompen Antonio y Begoña, otros dos residentes del edificio que charlan animadamente en el portal. "Hay más alharacas por fuera que por dentro. No soy un profesional, pero de lo que puedo conocer creo que se ha puesto el parche antes de la herida. Si se dice que algo produce cáncer, habrá que demostrarlo", advierte el primero. "Con los últimos informes de los técnicos nos quedamos súper satisfechos", añade la segunda. Ambos, de estar preocupados, advierten que en todo caso sería por las enormes antenas que coronan tanto el cercano edificio de Telefónica como el del Gobierno Vasco. "Nuestras antenas no emiten ni la cuarta parte que aquéllas", asegura Antonio.