La Vitoria de hace cinco años, cuando empezó La Vista Gorda, iba conjuntada en el verde pistacho y fucsia de la bonanza. La gente parecía feliz, se construían pisos a paladas, insuficientes para los sorteos donde la gente se apiñaba como si fueran a regalar algo... sí, una hipoteca a treinta y cinco años. Se salía a cenar día sí y día también, y la hostelería y el comercio resucitaron calles. Multitud de eventos culturales de calidad convirtieron esta ciudad en un pequeño paraíso donde se vivió bastante bien. En la Vitoria de hoy solo queda del párrafo anterior la hipoteca a treinta y cinco. Y no estamos tan mal como parece, pues meneo en las calles se sigue viendo...o igual estamos peor, pues en Vitoria, tan de cara a la galería, las tragedias se ocultan en casa. Muchas pymes han cerrado y en muchas de las grandes los despidos son un hecho. Muchas familias viven con un sólo sueldo y las mismas deudas, las asociaciones de ayuda están desbordadas y sí, hay gente en Vitoria que ya no tiene calefacción y comen gracias al banco de alimentos. Por otra parte, mucha gente está tranquila: "que tengo dos años de paro".
Pero más que como una crisis podríamos considerarlo como un punto de inflexión en nuestras vidas cuya dirección futura sea debida a nuestra voluntad. La vida hay que disfrutarla, sin miedos y sin mirar atrás, aunque sea debajo de un puente, pero al menos que sea el puente que haya elegido uno mismo. A estas alturas, faltaría más! Y nos podemos alegrar, pues es en situaciones como ésta cuando los principios morales se ponen a la altura de las circunstancias o por encima de ellas, caen las caretas y cada uno se pone en su sitio. Para bien y para mal... pero que sano es saberlo, verdad?
Y es en este punto de inflexión cuando La Vista Gorda dice adiós. Es un momento extraño para dejarlo, igual es por la influencia de la profecía maya, pero ha llegado ese instante en el que uno dice "a la mierda con todo" y se siente como un alivio por cambiar de vida... y empezar a hacer otras cosas: como plantearse la existencia de otra forma más autosuficiente e independiente. De pasar a la acción y de seguir haciendo lo que a uno le dé la gana pero de otra manera y en otro lugar... Muchas gracias a todos los que habéis seguido estas reflexiones semanales, a los que me habéis animado a meter caña con vuestros mails, y a los que al final habéis convertido esta cita semanal en algo vuestro. Muchas gracias por haber hecho que esta decisión sea durilla, porque me da una pena... pero es momento ya. Y muchas gracias al Diario por no haberme censurado nunca.
Hasta siempre.
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