Vitoria. La diferencia entre vivir para trabajar y trabajar para vivir puede estar en un número: la semana laboral de 21 horas. Ésta es la propuesta de una publicación de The New Economics Foundation -un laboratorio de ideas para la economía sostenible- y EcoPolítica -un centro de estudios de ecología política-, que aboga por acortar de esta forma el horario laboral, el sueldo y, por tanto, el consumo, para así "prosperar en el siglo XXI". El coordinador de EcoPolítica, Florent Marcellesi, explicó ayer en Vitoria las claves de esta idea durante la Universidad Verde de Verano que, hasta mañana, acoge el Palacio Europa. Esta iniciativa organizada por Equo, con la colaboración del Ayuntamiento de Vitoria, aborda a través de ponencias y talleres diferentes temas medioambientales. Uno de ellos es plantear soluciones verdes de empleo a la crisis. Marcellesi, miembro de la fundación Equo, en su día refundador de Berdeak, francés afincado en Bilbao, habla del tema con entrega. Sin descanso. Aunque precisamente apuesta por lo contrario, por aprovechar la situación económica para reflexionar. Para no volver atrás y buscar otra forma de vivir. E, insiste, es posible vivir con menos dinero.

Ahora que desde Madrid y el mundo empresarial se apuesta por hacer un esfuerzo en el trabajo, usted defiende una reducción de la semana laboral a 21 horas. En este momento, ¿la cree posible?

Ésta no es una propuesta de hippies ni nada así. Es muy sensata. Mucho más que lo que hace ahora el Gobierno. Trabajar 21 horas sería mejor para la economía, la gente y el planeta. Y creo que, justamente, es el mejor momento para hacerlo. Sabemos que esta apuesta puede sonar provocativa, pero estamos llamando la atención de la gente, diciéndole que igual tiene que ir en sentido distinto al que le están diciendo. Se habla de austeridad, de trabajar más para ganar menos, y debemos pararnos al borde del precipicio y escoger otro camino. Porque estamos en los límites de lo que puede soportar el planeta, en los límites de aguante del ser humano, y ante una economía que va a peor y que, además, es inmoral.

Reducir la jornada laboral es reducir los salarios y, por tanto, reducir el consumo en un momento de difícil situación económica.

Ahora consumimos demasiado. El lema es que deberíamos vivir bien con menos. Si todos viviéramos como la ciudadanía vasca, necesitaríamos tres planetas. Debemos romper ese círculo vicioso de vivir para trabajar, trabajar para ganar dinero, tener dinero para consumir más y así sucesivamente. Con ello, pierde el planeta. Por eso lo primero debería ser trabajar para vivir, para vivir más y mejor.

¿Con cuánto cree que, en Álava, podría vivir una persona al mes?

El umbral de pobreza, más o menos, está en torno a los 800 euros. Pero eso depende muchísimo del país o de muchos otros factores. Para ello también hay que garantizar un salario justo, asegurando los sueldos mínimos pero también una renta máxima.

Hoy sube el IVA. ¿Cree que habrá más ciudadanos dispuestos a escucharle sobre cómo consumir menos?

Creo que sí. Porque hablo de alternativas muy concretas a esta vida tan cara. Habría que apostar por cooperativas de vivienda, por reducir el uso del coche o por compartir el viaje con más gente, por preguntarse para qué quiero yo cuatro televisiones en casa.

¿A qué dedicarían los trabajadores este tiempo libre con esa reducción de la semana laboral?

A cuestiones que no puedes hacer porque estás siempre en el trabajo. A actividades sostenibles como cuidar tu huerta, en lugar de consumir productos envasados; o viajar, con el tiempo suficiente para no hacerlo en un avión.

Apostar por un horario de trabajo más reducido pero más eficiente se escuchó mucho en todo el país antes de la crisis. No prosperó. ¿Por qué ahora sí iba a hacerlo?

Es evidente que cuanto más trabajas, menos produces. Con eso pierdes tiempo para ti, para la sociedad en general y para ser un ciudadano activo. La crisis es el mejor momento para plantear alternativas. Porque una crisis te invita a pensar. Porque algo estamos haciendo mal, y esto debe animarnos a reflexionar sobre qué medidas fuertes podemos aplicar en materia de empleo. Y dirigirlos hacia cuestiones sostenibles. Hacia rehabilitación de edificios, agricultura ecológica, energías renovables... Ahí hay millones y millones de empleos. Muchos más que en la energía nuclear o en el carbón.

Pero entonces conseguirá que las instituciones apuesten por el empleo ecológico por necesidad, pero no por convencimiento.

Nosotros debemos probar que ésta es la apuesta adecuada. No se puede cambiar cada dos años de apuesta estructural. Tenemos una crisis económica, ecológica y social, y debemos apostar por otro modelo. Sostenible, justo y duradero.

¿Se siente predicando en el desierto en Euskadi?

Pues igual al principio tenía miedo con esta propuesta de las 21 horas, de si vendría gente a las conferencias, de si me mandarían a tomar por el saco... Pero ha sido al revés. He estado en conferencias con 100 ó 200 personas, en reuniones con sindicatos... Y me he encontrado mucha disposición a escuchar. La gente busca alternativas porque se ha dado cuenta de que algo grave ha fallado. Y quiere conocer nuevas propuestas.

¿Su preocupación es que esta crisis se solucione volviendo atrás, y no buscando alternativas?

No podemos volver al pasado, sólo se pueden construir nuevos escenarios. Nuestra apuesta es cambiar el miedo por esperanza. Otro modelo es posible.