Vitoria. La sociedad de aguas de Vitoria puede presumir de realizar una buena gestión y así lo avalan los propios ciudadanos. Aún así, la mayor preocupación de Amvisa a día de hoy está en las consecuencias que pueda tener la actual situación económica. Efectos que ya se han empezado a notar este 2012, por ejemplo, en el aumento de los vertidos contaminantes a la red de saneamiento.

En los tres primeros meses del año, los técnicos de Amvisa han detectado más residuos que el año pasado o el anterior, según corrobora el gerente, Ángel Llamazares. Una situación que achaca directamente a la crisis. Hasta hace unos meses, los datos eran razonablemente buenos, pero ahora, las empresas se relajan y descuidan más este tipo de comportamientos. "Sin alarmar, ya empieza a haber algún vertido más de lo habitual, es una realidad con la que estamos conviviendo", apunta Llamazares. "Cuando una empresa está desesperada y al borde la quiebra, tengo la sensación de que empieza a ser menos cuidadosa", insiste. Los datos avalan esta explicación. Hace tres o cuatro años, a la boca de la depuradora llegaba uno o ningún derramamientos de productos contaminantes al mes, y en 2012 entran dos, tres y hasta cuatro.

A esta inquietud se suma la imposibilidad de saber la procedencia del vertido. En 700 kilómetros de red de saneamiento que tiene Vitoria y, teniendo en cuenta que, en ocasiones, tardan más de un día en llegar a la depuradora, es francamente complicado. Ni tan siquiera por el tipo de componentes de los desechos. "Imagina un sistema circulatorio del cuerpo humano, ramificado por todas partes y, de repente, en un punto entra un contaminante, saber por dónde ha venido es muy difícil, es posible que ya hayan pasado horas desde que se echó, y no suele dejar rastro. "Cuando una empresa está en situación crítica y no hay dinero es más factible que esto suceda, no justificable, pero una realidad", asiente el gerente de Amvisa.

Por culpa de la crisis El aumento de residuos nocivos que acaban en la red de aguas no es, sin embargo, el único efecto de la crisis. También aumenta la morosidad, los concursos de acreedores, el número de familias desahuciadas que pierde su vivienda y deja de pagar el recibo del agua... "Lo que hace cinco años era un caso excepcional al año, ahora es algo habitual".

Hasta las relaciones desde detrás del mostrador con los ciudadanos se complican en Amvisa, porque hay más crispación y la gente llega a la ventanilla más tensionada. "Deudas de cien euros, hoy son un auténtico problemón para una familia", explica Llamazares.