Vitoria. Es una labor desconocida para muchos, pero su incidencia en el cuidado del entorno la convierte en esencial. Es la inspección de aguas y desde 1994 -año en el que la competencia recae sobre la Comunidad Autónoma Vasca- se encarga de velar por la consecución del buen estado de los sistemas acuáticos, es decir, ríos, embalses, lagos y humedales, estuarios, aguas costeras y aguas subterráneas.

Para conocer de cerca el día a día de esta labor, DNA acompaña a uno de los inspectores de Álava, Jon Epelde, y al responsable de Inspección Iñaki Urrutia. Su ámbito de actuación se divide respetando las tres demarcaciones sobre las que se asienta la CAPV, que coinciden sensiblemente con los territorios históricos, de manera que se distinguen tres zonas: las cuencas cantábricas occidentales (Bizkaia), cantábricas orientales (Gipuzkoa) y mediterráneas (Álava). Aunque la mayoría coinciden con los límites territoriales, hay algunas excepciones como el Valle de Ayala que se gestiona desde la oficina de las Cuencas Cantábricas Occidentales, ya que las cuencas vierten en el mar Cantábrico, o el caso de Otxandiano que se gestiona desde la oficina de las Cuencas Mediterráneas porque desemboca en el río Ebro.

El territorio alavés está dividido en siete zonas de inspección y cada una está cubierta por un inspector de aguas de la Agencia Vasca del Agua URA. En este caso, la visita es a la zona del río Baias (desde Ribera Alta hasta la desembocadura hacia el sur), donde en los últimos años se ha registrado un notable desarrollo rural, el cual ha tenido lugar en torno a sus cauces; así como la cuenca del Zadorra, desde Víllodas hasta la desembocadura.

Su trabajo consiste principalmente "en una labor de control y vigilancia", donde juega un papel destacado la autorización de vertidos. Son ellos quienes realizan el seguimiento de los mismos, así como los encargados de supervisar los puntos de vertido y la toma de muestras en caso de que sea necesario. "Cuando se realiza una obra, del tipo que sea, hay que pedir una autorización. Una vez que tienen el permiso, debemos verificar que las obras se desarrollan según lo previsto". Así, en función del tipo de obra, la inspección será más o menos exhaustiva.

Obras como las del TAV, la depuradora de saneamiento de Zuia o la de Espejo están expuestas a un mayor control dada su envergadura y el impacto que pueden tener sobre las masas de agua. Tampoco hay que olvidar el desarrollo urbano de Vitoria, con Salburua y Zabalgana como focos de especial atención.

Asimismo, realiza una evaluación continua del estado de las aguas, a través de un plan anual de muestreos en el que se lleva a cabo la recogida de muestras que después se analizan en el laboratorio.

Asesores en el terreno Junto a esto, su trabajo alberga una destacada labor de sensibilización y concienciación a la sociedad. Desde las juntas administrativas y ayuntamientos, con los que mantienen una valiosa coordinación, hasta los propios vecinos, que reciben asesoramiento a pie de campo. Y es que, como ellos mismos se definen son asesores en el terreno. "Tratamos de informarles y asesorarles sobre todo aquello puede afectar a los ríos, de forma que entiendan que ese control que realizamos tiene como fin lograr preservar el medio y que las distintas masas de aguas se vayan recuperando", mantiene Urrutia.

La revegetación de cauces es un ejemplo. "Nos encontramos ante un cambio de paradigma, antes los ríos no tenían apenas vegetación y ahora se busca lo contrario por los muchos beneficios que conlleva. En ese sentido es importante dar a conocer a los vecinos las bondades de la vegetación", explican. "Entre otros, disminuye la erosión de los márgenes cuando el río crece, crea un microclima, se evapora menos agua... implica numerosos beneficios no sólo para el medioambiente sino también para los cultivos".

Pero además, no hay que olvidar que también se encargan de recuperar los cauces que están degradados o sucios; vigilar la captación de aguas superficiales y subterráneas; y desempeñan un servicio 24 horas en el que atienden emergencias.

En cada masa de agua se analiza su estado, se fijan objetivos ambientales específicos y se proponen medidas para alcanzarlos. Un análisis en el que no sólo intervienen parámetros relacionados con la calidad de las aguas, sino también indicadores representativos de todos los aspectos que condicionan la calidad de un ecosistema. Todo ello busca lograr el buen estado del medio hídrico, objetivo marcado por la Directiva Marco del Agua para el año 2015.