Vitoria. Donde antes se acumulaba el polvo, ahora bulle la actividad. En tres años, 105 de las 207 lonjas vacías del Casco Viejo han despertado a la vida. Y su renacimiento ha activado el barrio. Sin embargo, en los últimos meses el Ayuntamiento ha dejado de dar dinero a la Agencia de Revitalización Integral de la Ciudad Histórica (Arich) para comprar locales muertos donde ubicar nuevos negocios. La crisis aprieta y, con ella, parecen haber cambiado las prioridades. Por eso, los pequeños empresarios que decidieron un día trepar a la colina y se encontraron con la mano tendida de la sociedad municipal han decidido elevar la voz. A su juicio, éste es el momento de "seguir invirtiendo" para que el proyecto de reactivación económica siga adelante y llegue a las calles aún olvidadas.

Sin comercios, empresas de servicios y bares, los barrios mueren. Si los negocios no marcan la diferencia, pasan desapercibidos. "El Casco Viejo no se puede permitir eso. Es preciso conformar un mix que dé solución a las necesidades de los vecinos, porque eso significa calidad de vida", opina Ainhoa García Medinabeitia. Por eso, la escaparatista y propietaria de Punto de Vista no duda en agradecer el empujón que le ofreció la Arich. Llevaba cuatro años intentando adquirir un local para montar su estudio, pero no lo consiguió hasta que llegó esta sociedad municipal ofreciéndole un alquiler a un buen precio con opción de compra. "De otra forma, hubiera sido imposible instalarme", asegura.

Su frase es calcada a la de Arantxa Susunaga, dueña de Delicatessen en Correría 34. "Nos ofrecieron un precio real. Las lonjas de al lado están al doble. Y si quieres sobrevivir, el dinero no se te puede ir en el alquiler", subraya esta joven, quien reconoce sentirse feliz por aportar su granito de arena para que el Casco Viejo "vuelva a ser el de antes, con un pequeño comercio de trato familiar y singular, y al mismo tiempo un referente turístico". Por eso, alienta al Ayuntamiento a invertir en nuevos negocios que lleven a toda la colina "el ambiente de la Corre". "El esfuerzo económico no es tan grande y el beneficio enorme", sostiene.

Yolanda Mendaza, compañera de calle, ratifica esta teoría. Y eso que sólo lleva dos meses al frente de la tienda de ropa Jane Birkin. "Estábamos en San Prudencio, pero siempre nos había gustado el rollo del Casco Viejo. Descubrimos la Arich, les encantó el proyecto y aquí estamos", resume esta emprendedora en un pequeño impasse de la jornada. Desde su escaparate, la almendra medieval "está quedando muy bonita", por lo que ella lamentaría que el proyecto de reactivación económica bajara revoluciones con los próximos presupuestos. "Después de todo lo que se ha ganado, pararse sería dar marcha atrás", considera. Álvaro Ortiz, de Chocoretto, es de la misma opinión. Más aún, advierte de que "casi sería peor que esto se parara a estar como antes , porque se notarían más las diferencias entre las distintas calles del barrio".

El dueño de este dulce negocio, que recibió un incentivo de la Arich para abrir una parte de su local al público, cree que "se han hecho muchas cosas en el Casco Viejo en los últimos años, pero siguen siendo insuficientes". Pintorería, Nueva Fuera, Nueva Dentro... La lista de calles que, según Álvaro, necesitan ya apoyo institucional es amplia. "El Ayuntamiento tiene que seguir metiendo dinero. Y, además, los políticos tendrían que venir bastante más. A mí no me visitan...", asegura. Si lo hicieran, seguro que cuando bajaran lo harían con buen sabor de boca.