Están de moda las ferias medievales. Hay un montón de empresas que te montan una, lo mismo (y la misma) en Torre-Pacheco, en Recemonde de Abaixo o en La Moraleja. No hay pueblo ni ciudad que no contrate la suya; sin ella no se es nada en el ranking del ocio popular.

Y sorprende que una ciudad, que dice enorgullecerse de su pasado medieval, tenga uno tan másdelomismo. Se echan de menos iniciativas como las de Pipaón, donde recuperan costumbres propias, por ejemplo. Debería haber una diferencia cualitativa entre un mercado medieval contratado a la carta en una ciudad cualquiera y el de una ciudad medieval de verdad, digo yo, porque en el mercado de Vitoria... ¿Dónde queda la Edad Media alavesa? ¿Y sus artesanos? A los de aquí se les pone en una esquina donde no molesten, y para participar en el mercado medieval lo han de hacer obligatoriamente en el mercado de la almendra, de tal manera que muchos, y buenos, artesanos vascos quedan fuera del evento. La noticia que plasma a la perfección el cuidado con el que se trata a los artesanos de aquí, es que en la apartada orilla donde se les arrincona no se respira mejor: al ir a montar sus puestos este año, nuestros alaveses se encontraron la zona llena de paja y de mierda de la de verdad, pues era parada y fonda de los burros medievales. Nadie ¡nadie! se había dado cuenta de que ése es el lugar que los alaveses ocupan todos los años. Y ellos mismos tuvieron que advertir a los limpiadores que lo hicieran ¡con detergente, por favor!, porque sólo agua y escoba no está a la altura higiénica que una zona de alimentación merece.

Y ya puestos, de higiene sigue la cosa: varios comerciantes venidos de fuera, profesionales de los circuitos medievales, se preguntan por qué el Ayuntamiento no facilita nunca contenedores para la recogida y almacenaje de la basura. Y alrededor observamos montones de sacos apilados en cualquier lugar, incluida la zona infantil. Los comerciantes ponen sus propios cubos y sus bolsas: "no vengas aquí con menos de 200", comentan flipados y que "lo de esta ciudad lo vemos en pocos sitios". Caramba con la Pig Capital, yo que pensaba que esto lo hacían sólo en los barrios nuevos....

Tal vez convendría analizar el evento antes de que se agote o se convierta en algo cutre: la decoración cada vez es más pobre, muchos vendedores no estaban caracterizados e incluso en algún puesto el comerciante se meneaba a ritmo de Loquillo... y es que tras muchos años haciendo lo mismo la ilusión decae y esto no se lo puede permitir una ciudad que dice ser Green & Medieval, no vaya a ser cierto aquello de "dime de qué presumes...".

dna.lavistagorda@gmail.com