vitoria. Abetxuko tiene una herida abierta con las obras del tranvía. Por el desarrollo de los trabajos y porque en el barrio genera debate la ampliación de los raíles para llegar hasta la plaza 1 de Mayo, en el centro del pueblo. Entre los ciudadanos y comerciantes hay opiniones para todos los gustos, aunque ambas partes coinciden en que el desarrollo de esta operación, que depende del Gobierno Vasco, es un vecino con el que resulta difícil convivir. Ruidos, polvo, dificultades para aparcar y para caminar encabezan las quejas. Y el Ayuntamiento de Vitoria ya se ha comprometido a mediar en el asunto.
La asociación Uribe Nogales reavivó anteayer el debate, al criticar a través de un comunicado el proceso de ejecución de la obra. La presidenta de la entidad, Paquita San Bartolomé, lamenta que en esta actuación "no ha habido planificación" y, desde la entidad, critican el "constante polvo" que flota en la calle, el "pésimo" estado de la calzada o la dificultad de los pasos para los transeúntes. Ayer, tras una reunión entre representantes de la asociación y del gabinete Maroto -el concejal de Urbanismo, Miguel Garnica, y la edil de Vía Pública, Leticia Comerón- para repasar varias de las necesidades del barrio, fuentes municipales confirmaron que el Ayuntamiento intercederá con el Gobierno Vasco para intentar paliar la afección de las obras, a pesar de que no las desarrolla -y, por ahora, tampoco las financia- el Consistorio.
Lo cierto es que el estado de las calles La Presa y El Cristo hace honor a su nombre. En especial ésta última. Desde el giro de La Presa hacia la principal vía de Abetxuko, hay pasos de peatones estrechos, que en algunos casos -junto a la iglesia- obligan a hacer un rodeo importante, la calzada levantada obliga a los conductores a extremar la preocupación, los vecinos más cercanos a la zona se quejan del ruido constante y los comerciantes, de las dificultades de acceso. Algunos critican que nunca debieron iniciarse estos trabajos, muchos lamentan que no dará servicio a todo el barrio -se quedará a la mitad- y la mayoría matiza que las obras son el peaje habitual a pagar en una actuación de este tipo.
"No te oigo nada, me estoy quedando sorda", comentaba ayer una señora a otra mientras pasaba por El Cristo. El ruido es una de las quejas más repetidas por los vecinos de la zona, como recuerda Ladelis Fernández, empleada de la panadería La Vitoriana. "Y, tal y como está el firme, los coches van a acabar destrozados", augura, a la par que recuerda los problemas para aparcar que han supuesto estos trabajos, que eliminarán plazas de aparcamiento. El compromiso del anterior gabinete Lazcoz en este sentido era crear un nuevo parking, pero aún no se conocen avances.
"Yo creo que, tal y como está esto, hasta el año que viene no habrán terminado", apuntaba José Antonio Arabaolaza, vecino de la calle desde hace medio siglo. "Esto va muy despacio", lamenta. Este ciudadano reconoce a las claras que "no era partidario del tranvía, y menos si se queda a la mitad, porque no da servicio a Los Tilos y Los Nogales y aquí hay mucha gente mayor", apunta. Ángel y Francisco, vecinos de la zona desde hace 48 y 30 años, comparten esa opinión; "me hubiera gustado que el metro diera la vuelta al barrio", comentaban uno en un banco de la calle. "Pero las obras había que hacerlas", sentenciaba el otro.
La mención del metro ligero en Abetxuko es como una invitación al diálogo. "Una obra siempre genera molestias, pero me parece muy bien que se amplíe el tranvía", subrayaba la vecina Sagrario Rodríguez al hacer la compra en la carnicería Múgica. Desde la tienda, mientras, con más de un cuarto de siglo de existencia en Abetxuko, reconocían que los trabajos han generado unas "incomodidades" que, al final, "sí han podido afectar a la clientela. A la gente mayor le cuesta mucho venir con la calle así".
Desde el Departamento vasco de Transportes, mientras, ya apuntaron la semana pasada que los trabajos discurren a buen ritmo. Pero el letrero que anuncia los trabajos a pie de calle -y su coste, de más de 4,45 millones- aún luce una pintada en spray en la que se lee No al tranvía. Quizá habría que precisar, como lo hacen desde la asociación Uribe Nogales, que esta oposición no es tanto al metro ligero como al trazado escogido. El desarrollo de las obras no parece haber aplacado todas esas dudas.