vitoria. Los candidatos de los tres grandes partidos, ese Triángulo de las Bermudas como dice EB que componen PP, PNV y PSE, dejaron entrever durante la pasada campaña electoral que quien ganara los comicios en Vitoria, gobernaría la ciudad. Es decir, que se mantendría ese pacto no escrito de la Casa Consistorial de respetar la lista más votada. De ahí que, el pasado 22 de mayo, Javier Maroto levantara los dedos con la señal de la victoria ante una enardecida recepción del hotel Barceló Gasteiz, que le dio la bienvenida con los gritos de "alcalde, alcalde, alcalde".

La escena no fue sorprendente. Maroto encabezó todas las encuestas, así que dentro de los populares el mensaje, más que de ánimo, era de tranquilidad. No había que creérselo antes de tiempo. Y, al final, con sus nueve concejales, el Partido Popular repitió los resultados de hace cuatro años, pero esta vez el PSE cayó hasta los seis. El PNV repitió con otros tantos y Bildu, para no variar, repitió la cifra. Es curioso cómo el mismo número de ediles supone un descalabro para unos, un momento de sosiego para otros y un triunfo incontestable para los últimos.

Sea como fuere, ese pacto entre las grandes fuerzas aclaró desde el principio el juego de pactos, a diferencia de la Diputación Foral de Álava. En Vitoria, la situación de Gipuzkoa, el posible acuerdo PNV/Bildu o la reacción del alcalde en funciones, el socialista Patxi Lazcoz -ha ganado fuerza la posibilidad de que el PSE acabe apoyando la investidura de Maroto-, casi se han mirado de soslayo, como las circunstancias que rodean a un hecho incontestable. Pues, como dijo Maroto, será alcalde porque "eso ya nadie lo pone en duda". Y, mientras, el grupo municipal popular agradeció la calma que acompañó a la jornada post-electoral, que se ha mantenido hasta esta semana, cuando se han empezado a filtrar los asesores que se marchan y los concejales que llegan a los departamentos municipales.

Y, pese a todo, la caprichosa rareza de la política obliga a hablar de Maroto aún como ganador de las elecciones, como alcaldable, como primer edil salvo sorpresa. Hasta hoy. El pleno de investidura supondrá el paso de Lazcoz a la oposición -así lo ha asegurado, "por ahora", mientras los rumores sobre una posible salida suben de volumen- y del líder de la oposición a la Alcaldía. Maroto, salvo imprevisto, será el cuarto dirigente de Vitoria de la democracia, tras los veinte años de José Ángel Cuerda, los ocho de Alfonso Alonso y los cuatro de Patxi Lazcoz.

El PP regresa por tanto al poder tras una legislatura que, a lo largo de la campaña, no han dudado en calificar de "difícil". Tras el resultado cosechado hace cuatro años que supuso el giro a la izquierda de Vitoria, Alfonso Alonso dejó el barco y puso rumbo a Madrid. A los mandos de la nave popular dejó a su delfín, un Maroto hasta entonces conocido por su papel como teniente de alcalde y concejal de Hacienda, cuando tuvo que hacer frente a polémicas como la subida del IBI, que movilizó a cientos de vitorianos al grito de "Maroto, no nos vendas tu moto". Un recurso fácil pero sonoro. Y efectivo.

los temas clave El nuevo portavoz popular se ha erigido durante su tiempo en la oposición en la voz más severa con los proyectos de Lazcoz, en varias ocasiones en solitario. Su oposición al BAI Center y a la retirada de 50 millones de los fondos de Ensanche 21 han sido las claves, pero también a la redensificación de los nuevos barrios, donde fue el primero en romper la unanimidad en la Corporación tras escuchar a los vecinos. También criticó la estación en superficie de Arriaga, pero al final sumó su voto al proyecto.

Otros grupos le han tildado de populista, pero han reconocido su facilidad de discurso, su corrección en el trato y, en ocasiones, su ferocidad en la crítica. Maroto, de 39 años y licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por Deusto, centró su campaña electoral en la crisis y el desempleo, y acertó. Se le escuchó más y mejor que al resto de los candidatos -su campaña supo aprovecharse, por ejemplo, de las redes sociales-, al presentar proyectos concretos: el parque empresarial de Betoño, el Anillo Verde Interior, el centro para mayores en la plaza de la Constitución, la exigencia de cinco años de empadronamiento en las Ayudas de Emergencia Social...

el discurso de la crisis Su idea más repetida, tras conocerse el resultado electoral, fue que a nadie le iban a sorprender sus proyectos como alcalde, porque los ha repetido hasta la saciedad. Ahora llega el momento de hacerlos realidad, algo que la oposición ya ha criticado al recordar que la situación financiera de Vitoria -140 millones de euros de deuda, la mayor de las capitales vascas- es la que es. Una oposición en la que, pese a sus nueve concejales, tendrá que apoyarse para gobernar. Y no se ha cerrado las puertas de PSE y PNV. Ni siquiera las de Bildu.

Hoy, por el momento, todo indica que será el cuarto alcalde de la democracia en Vitoria. Los acampados de la Virgen Blanca ya han anunciado movilizaciones para acompañar el acto. Será la primera protesta de la nueva legislatura. Los gasteiztarras han comprado la moto de Maroto, pero ahora la pondrán a prueba.