vitoria. No es que los vestuarios que comparten los nadadores de la piscina cubierta de Mendizorroza y los clientes del Kirol Klub se parezcan al camarote de los hermanos Marx, pero hay momentos a lo largo del día en que entre toallas y zapatillas deportivas no cabe ni un alfiler. Una aglomeración causada, según los afectados, por el tamaño insuficiente de las instalaciones y a la que el alcalde ha encontrado una solución. Patxi Lazcoz les aconsejó ayer que hagan un uso "más ordenado" del espacio, convencido de que siguiendo ese consejo la dimensión de los vestuarios "no será un problema grave ni mediano".
No concretó más el alcalde sobre la forma de proceder de los usuarios, pero si algo quedó muy claro sin necesidad de que lo dijera es que no va a dar orden de abrir los vestuarios de verano, situados en la planta inferior del edificio, para que la gente pueda cambiarse con más comodidad. Y eso, a pesar de que él mismo reconoció que en estas dos últimas semanas ha acudido a la piscina cubierta mucha más gente de la que se esperaría en un mes de abril por las "impresionantes" temperaturas que se están registrando. Un hecho que, a juicio de los afectados, debería ser suficiente para que el Ayuntamiento fuera más flexible y permitiera a nadadores y clientes del Kirol Klub repartirse entre los cambiadores de invierno y los de verano.
Por suerte, para el exceso de calor registrado últimamente en el gimnasio, y en el edificio en general, sí se está buscando una solución. Aunque el inmueble está construido con el mismo modelo de eficiencia que Ataria -no tiene sistema de calefacción ni de refrigeración-, en este caso se ha producido "una descompensación en el funcionamiento de las temperaturas internas" motivada, al parecer, por la suma de dos factores: la subida del mercurio y la gran masa de calor que desprende la piscina cubierta acristalada. Los técnicos, en cualquier caso, "están trabajando" para encontrar una respuesta. Y Lazcoz confía en que ésta llegue, por lo que trató de tranquilizar a los afectados recordando que "estamos en un periodo de pruebas".
Los aludidos, sin embargo, se muestran un tanto recelosos y dudan de que "todo sea cuestión de tiempo". Si el infierno en que se ha convertido el edificio responde al calor de la calle y la piscina cubierta, se preguntan qué pasará cuando llegue el verano. Además, el grupo municipal de EA ya ha advertido de que hay "un fallo en el diseño".