Cambios minúsculos conducen a resultados divergentes. Algunos lo llaman el efecto mariposa y, en el ámbito de la movilidad, las consecuencias se palpan en cada aleteo. Los hábitos humanos han hecho de la energía un bien cada vez más escaso y cualquier conflicto en que este recurso entra en juego, como el que ahora sacude Libia, dispara los precios. Una realidad de la que no pueden escapar las ciudades, consumidoras del 70% de los carburantes del mundo, destinados sobre todo al uso del vehículo privado. Por eso, Vitoria y Álava han decidido unirse para ser un lepidóptero responsable. Su propósito, crear un sistema de transporte público integral y eficaz que empuje a los ciudadanos a dejar el coche. Así, la capital y el territorio ganarán en calidad de vida y, con su granito de sostenibilidad, contribuirán a liberar al mundo de su adicción a los recursos no renovables y a luchar contra el cambio climático.

La mesa redonda que organizó la Fundación Tomás y Valiente este pasado miércoles con el patrocinio de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA puso sobre el tablero todo el trabajo desarrollado hasta ahora y los retos previstos para configurar un escenario más verde. En ese afán, la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona está siendo clave. Este organismo ha impulsado tanto la elaboración del Plan de Movilidad Sostenible de Vitoria como del Plan Director de Transportes de la Diputación, dos documentos esenciales para replanificar la trama urbana de la ciudad favoreciendo los desplazamientos a pie, en bici, autobús y tranvía, y para reordenar el transporte interurbano en el territorio.

En Vitoria, el Plan de Movilidad ya ha empezado a tener efecto. Uno de sus pilares, el cambio radical del servicio de autobuses urbanos, fue erigido el 30 de noviembre de 2009. Ese día, amaneció una nueva red: nueve líneas que conectan los barrios con el centro y entre sí, con frecuencias de diez minutos y transbordos. Un cambio radical que, desde su estreno y tras la introducción posterior de 16 variantes, ha resultado de lo más exitoso, con un incremento de 500.000 usuarios anuales. A esta actuación se añaden, además, las obras iniciadas para dar forma a la nueva red de bidegorris, que conectará toda la ciudad con sus 145 kilómetros de carriles, así como los estudios para configurar supermanzanas donde el peatón sea el rey. Medidas todas ellas proactivas que, eso sí, también están siendo acompañadas por otras coercitivas, como la expansión y subida de la OTA, que resultan difíciles de digerir cuando el escenario para una movilidad sostenible aún tiene muchas carencias.

Las lagunas son notables en Álava. No obstante, el propósito de la Diputación es poner en práctica dentro de dos años el Plan Director de Transportes. Eso implica rediseñar las líneas regulares e incorporar pequeños vehículos como servicio a demanda. El boom de la mariposa.