vitoria. Tras volver de Estocolmo, la primera crítica medioambiental contra el Ayuntamiento fue por el parque de Arriaga. No hubo mucho tiempo de tranquilidad...

Tengo muy clara una cosa: ahora, la gente de Vitoria nos vamos a creer eso de la Green Capital, y una de las primeras actuaciones que van a ver los ciudadanos serán las palas excavando en el parque de Arriaga. Eso será muy duro. Porque ahora hablan de la estación intermodal y la gente igual no se hace una idea, pero al ver las obras será muy duro comprobar cómo afectan al parque.

Pero la sensación es que este proyecto sigue adelante sí o sí.

Parece que sí, pero nosotros [Ekologistak Martxan forma parte de la plataforma SOS Arriaga] no podemos parar. Nos comprometimos a hacer una consulta popular el próximo 19 de diciembre, y la realizaremos sin apoyo institucional.

PSE y PNV no han apoyado esa consulta, una posición que no le habrá sorprendido...

Sí me sorprende que, cuando pedimos una consulta sobre Arriaga, desde el equipo de gobierno se nos diga que, si tuvieran que realizar una consulta sobre cada cosa que hacen, acabarían por no hacer nada. Igual tienen razón, pero eso quiere decir que algo falla.

¿Falta comunicación?

Probablemente los políticos son muy torpes en este tema. No saben hacer pedagogía. Sacan sus proyectos y no se molestan demasiado en explicar los porqués. Aunque, a veces, no sabemos por qué, el Ayuntamiento coge un proyecto bueno, lo complica y lo pervierte.

Algunos proyectos novedosos, vinculados al urbanismo y al entorno, son la redensificación y los planes Renove. ¿Apoya estas soluciones para el crecimiento de la ciudad?

No podemos estar en contra de la redensificación. Porque no podemos estar a favor de que se ocupe más suelo de la ciudad. El nuevo Plan General que se está haciendo logrará un hito, porque se plantea ocupar cero metros cuadrados nuevos. En Bruselas precisamente nos echaron la bronca por la ocupación de suelo durante los últimos quince años, que no iba en consonancia con el aumento del número de habitantes de la ciudad. Una densidad de 43 viviendas por hectárea en Salburua y Zabalgana es insostenible lo mires por donde lo mires.

¿Qué proyectos diría que han marcado un hito en la política medioambiental de Vitoria?

Uno es que se desechara el proyecto para canalizar el río Zadorra, a su paso por Vitoria, para evitar las inundaciones. Gracias a las presiones del Centro de Estudios Ambientales, a las quejas de los vecinos de Abetxuko y de grupos ecologistas, se optó por otro sistema: el que se ha hecho desde Betoño a Gamarra. Se ha realizado un paseo paralelo, que cuando se inunda no se puede utilizar, pero el río no se ha tocado. Es un hito que marca un antes y un después en el tratamiento de los ríos.

Insiste mucho con la gestión del agua...

Es un tema que me preocupa. Parece que Vitoria se acaba en la depuradora de Crispijana y, lo que pase más allá, nos da igual. Pero hay que hacer todo lo posible para que el río que nosotros dejemos a la gente de Trespuentes o Nanclares sea lo más parecido a lo que nosotros recibimos. Porque ése es aún un punto negro, por lo que sabemos, en la Confederación Hidrográfica del Ebro.

Aparte del Zadorra, habrá más hitos en la gestión medioambiental...

Sí, como la decisión en el tratamiento de los residuos sólidos urbanos de no optar por la incineración... Y otro punto fundamental fueron las balsas de Salburua. Son 600 hectáreas que, hoy, podían estar perfectamente urbanizadas. Sin embargo, el Ayuntamiento decidió recuperar una zona que ahora es un LIC y está a un paso de Vitoria. Y luego está el Plan de Movilidad Sostenible.

¿Qué ha supuesto ese plan?

Es una revolución de la que ahora no nos damos cuenta en el uso del espacio público.

Con tantos logros, los políticos no le van a hacer caso...

Hay cuestiones que hay que valorar en su justa medida. Yo siempre les digo a los políticos que es complicado ser ecologista en Vitoria, porque resultaría más fácil en Bilbao o Madrid, con la contaminación o el ruido. Pero se lo digo en broma, porque luego siempre hay cuestiones para dar guerra.