La juventud pinta mucho en el Casco Viejo. Y no sólo por la noche. Las Brigadas de la Brotxa, una iniciativa surgida en 2009 para implicar a chicos y chicas de 16 a 20 años en el Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz La Ciudad Pintada, es el mejor ejemplo de la implicación de las nuevas generaciones en la revitalización del barrio, el desarrollo de nuevas inquietudes artísticas y la efectividad de un trabajo conjunto de 90 personas, entre profesionales, voluntarios y adolescentes. Las hermanas Christina y Verónica Werckmeister, cabezas visibles de este proyecto, ponen a estos grupos de jóvenes como una muestra de que esta iniciativa va más allá de recuperar fachadas en la almendra medieval.
Los nuevos proyectos del itinerario ya empiezan a verse en las calles. Desde comienzos de este mes y hasta julio, se trabaja en un mural en el jardín de las murallas medievales y en otros dos en el Cantón de las Carnicerías, así como en dos talleres de vídeo creación que recogerán todo el proceso. Una labor donde los jóvenes aprenden, opinan y aportan. Itsaso, Zuriñe, Sergio y Nerea son cuatro de estos 24 brigadistas -entre las Brigadas de la Brotxa y la nueva Kuadrilla de la Kamara-, que cuentan por qué se han sumado a esta aventura.
itsaso perales
"Probé el año pasado en las Brigadas de la Brotxa, me encantó y quise repetir"
Itsaso Perales, de 20 años, se ha vuelto a alistar en las brigadas muralísticas. Esta estudiante de Bellas Artes -en Leioa, en la Universidad del País Vasco- ya colaboró hace un año con la obra de El Campillo, donde "me lo pasé genial y quise repetir". Esta vez, además, le sirve para hacer carrera, porque se ha especializado en Audiovisuales y, precisamente, ahora se está preparando una especie de making off de todo el proceso de los nuevos murales. "Y para ganar experiencia era una oportunidad. En el curriculum, todo vale", bromea. Perales, de hecho, recuerda con cariño que éste proyecto en torno al Casco Medieval ha sido su primer contacto con el mundo laboral y artístico.
zuriñe fernández de carranza
"No sabía que gente "normal" podía hacer murales como éstos"
Zuriñe Fernández de Carranza, estudiante de 17 años de Bachiller Artístico, conoció el proyecto del Itinerario Muralístico a través de una charla de sus responsables, las hermanas Werckmeister. Probó a echar su currículo y tuvo suerte. "No había currado nunca, así que me encanta empezar con esto". A Zuriñe le tocó operar en el mural del jardín de la muralla, donde ya se trabaja preparando la cuadrícula para facilitar la labor de la pintura, un paso que está deseando dar: "La verdad es que conocía el mural de las Burullerías, y me impactó. No sabía que gente normal pudiera colaborar en algo así. Pensaba que era un terreno reservado a los profesionales".
sergio bragado
"Será bonito ver el trabajo realizado y decir: "Esto lo he hecho yo""
Para Sergio Bragado Revidiego, participar en el taller de mosaicos es una oportunidad. Una forma de abrirse camino en un nuevo mundo que no conocía. Este joven de 18 años realizó un curso de cocina en la escuela de hostelería y, a través del Ayuntamiento, conoció la posibilidad de formar parte del Itinerario Muralístico. "Me animé porque me parecía interesante, porque estaba pagado y porque no estaba haciendo nada", admite mientras no para de cortar piezas de cerámica con unas tenazas. "El trabajo es ameno y los horarios están bien -es una media jornada-. Además, luego veré el trabajo realizado y podré decir Esto lo hecho yo, así que un respeto", apunta.
nerea astola
"Trabajo en algo que me gusta y, encima, estamos aportando algo a la ciudad"
"Una amiga se apuntó el año pasado, me contó la iniciativa y me picó la curiosidad, así que me animé a apuntarme por Internet", explica Nerea Astola. Esta chica de 18 años, estudiante de Bachillerato Artístico, es una de las integrantes de las Brigadas de la Brotxa que desafía al vértigo desde los andamios en los que se pinta el mural del Cantón de las Carnicerías. Antes, durante dos semanas, trabajó preparando los bocetos de la obra, que durante estos días ya empieza a plasmarse en carboncillo sobre la pared. Para Astola, todo son ventajas en esta tarea: "Estoy en lo que me gusta, trabajando junto a otras personas aficionadas al arte, me hago una idea de cómo puede ser mi futuro laboral y, encima, aportamos un granito de arena a la ciudad".