El tablero registró ayer los primeros movimientos. Y fueron miles. Jon caminó hacia delante, hacia atrás y en diagonal por la Plaza de España en busca de un nuevo desafío. Adrián se enrocó en el escaque de las espirales recicladas de la Virgen Blanca hasta que logró controlar la canica. Rodrigo adelantó posiciones en la aventura medioambiental de la plaza de la Florida y al final logró su jaque mate. Y Luis y Jon, peones de la construcción, se reencontraron con su espíritu infantil tras escalar la colina. En el estreno del Festival Internacional de Juegos en el centro de Vitoria quedó demostrado que a los gasteiztarras, pequeños y mayores, les encanta ejercer su derecho al entretenimiento. Y que para pasarlo bien no les hace falta recurrir necesariamente a la electrónica: les basta con ponerse el chip de la diversión.

Los 40.000 metros cuadrados de juegos, con 16 áreas lúdicas y más de 5.000 propuestas, saciarán las ganas de ocio de los vitorianos hasta el día 27. "¿Hasta el 27? Qué bien, es bastante tiempo", aplaudió Tania mientras ponía a prueba su habilidad junto a Iker, su sobrino de cinco años, en el triángulo de la puntería, uno de los muchos juegos del mundo ubicados en la plaza de la Virgen Blanca. La madre del chaval, Gema, se mostraba entusiasmada: "Aquí pasaremos todo el fin de semana, seguro. Esto es una maravilla: es una oportunidad para no quedarse encerrado en casa y los niños se lo pasan genial".

Igual de fan del Festival es Elena, que pasó la tarde montando garajes y ranas con Yago, su pequeño de tres años, en la plaza Correos. "Todos los espacios son realmente estupendos y todos los años hay juguetes nuevos", aplaudió. No obstante, en esta ocasión hay algo que lamenta. Y, como ella, muchas otras familias que disfrutaron del día del estreno: los cambios de horarios.

De lunes a jueves, a diferencia de las pasadas ediciones, el Festival sólo abrirá por la tarde, de 17.00 a 21.00 horas. "Entiendo que hayan podido hacer recortes por la crisis, pero para los que tenemos críos pequeños es una faena, porque pasábamos aquí todas las mañanas", corroboró otra madre, Lourdes, mientras navegaba con su pequeña June en el espacio de nuevas tecnologías de la trasera de la Catedral Nueva. "Pero que no es por eso, que dicen que lo han hecho por las opiniones que recogieron el año pasado en una encuesta", corrigió Jokin, un informado padre. A cambio, eso sí, de viernes a domingo las persianas se levantarán de 11.30 a 14.00 horas y de 17.00 a 21.30 horas, media hora más por la noche que en los años anteriores. "No compensa la modificación, para las nueve Yago está en la cama", explicó Elena.

"Al menos hace bueno, que después de esta semana...". El optimismo procede de Olatz, que ayer ejerció de tía marchosa mientras dejaba que Itzel le diera una paliza en el futbolín de la plaza de España y el resto de la tropa -la madre del deportista de mesa, Laura, y la pequeña de la casa- cotilleaban las propuestas de la Virgen Blanca. "¿Que nos gusta más? No sabría decir. Todas las zonas tienen su punto, y lo mejor es que los chavales salen del cole y pueden estar en la calle y divertirse", razonó la perdedora al enésimo gol en su portería.

Algo está claro. El Festival tiene la capacidad de hacer disfrutar a todos, sin importar la edad ni la condición. Que se lo digan a Virgilio. No pudo resistir la tentación de probar el bolo alavés cuando se dirigía hacia Siervas de Jesús. Un cuasi retorno a la infancia. "Yo soy de un pequeño pueblo de Burgos, cerca de Villadiego. Y allí había un juego parecido, sólo que la bola era más grande y se podían meter los dedos", explicó. Hace mucho de aquello -en el año 1969 se vino a Vitoria a trabajar-, pero se acuerda bien. Y, por eso, se mostró entusiasmado por que los chavales de hoy en día tengan la oportunidad de disfrutar de los sencillos pero entretenidos juegos de ayer. "¡Pirindola, pirindola!", clamaron Eneko y Axier, dándole la razón. Acababan de derribar cinco bolos con la peonza de cuatro caras. Y parecían haber ganado un trofeo. Mientras tanto, Adrián se mantenía concentrado en la zona de reciclados. Su objetivo: que la canica recorriera una pendiente y pararla sobre un punto azul. "Prefiero los ordenadores", admitió el chaval, un veteranísimo del Festival.

Para Andoni y Laura, la de ayer fue su primera vez en el Festival. Eso sí, como padres. Como viven a un salto de la Diputación, a las once y media de la mañana ya estaban en la plaza de la Provincia, en el rincón infantil. Ellos se sentaron en los bancos y a Hugo y Aner los sumergieron en la piscina de bolas. Tan a gusto. "Esto está muy bien para los bebés. Como que nuestro amigo se está animando a tener hijos...", bromeó la pareja mientras el aludido, Josué, reconocía estar más atento a las monitoras. ¿Y el fin de semana? "Aquí estaremos. Ojalá hubiera más alternativas como ésta el resto del año", apuntó Andoni. Hoy, continúa la partida.