vitoria. Patxi Lazcoz se convirtió el 16 de junio de 2007 en alcalde de Vitoria. El dirigente socialista prometió entonces reducir la tensión en el Ayuntamiento, potenciar el diálogo en la ciudad y reivindicar la identidad de Gasteiz como capital de Euskadi. No obstante, tres años después, la crisis acapara los titulares. El primer edil, en cualquier caso, destaca los pasos dados para que la capital alavesa esté preparada para el futuro. Al hablar, maneja con soltura las cifras, mide sus palabras y busca las frases más sonoras, tras las que deja una pausa para comprobar si han logrado el efecto deseado. A la hora de valorar su gestión, sin embargo, ya no hay momento para las pausas: se acerca el momento en que los ciudadanos pongan nota a la legislatura y a sus proyectos.

¿Qué le viene a la cabeza cuando mira hacia atrás y piensa en sus tres años como alcalde?

Mucho trabajo. Creo que era inimaginable, al principio de la legislatura, que nos fuéramos a encontrar con una crisis tan profunda y que este camino tuviera tantas dificultades.

El año pasado se hablaba de brotes verdes, pero ahora se han marchitado. La crisis nunca ha estado tan presente.

Bueno, creo que también hay que tener en cuenta que aquí llevamos cuatro meses seguidos generando empleo neto, el territorio ha crecido en el primer trimestre un 0,4%, se han suspendido un número importante de ERE, empiezan a pedirse licencias para la edificación de vivienda libre... Por lo tanto, no hablo de brotes verdes sino de datos reales. Vitoria y Álava están cambiando el signo económico, aunque no estemos para tirar cohetes.

Cuando usted se convirtió en alcalde y Patxi López en lehendakari, se habló del efecto ZP para propiciar su llegada al poder. ¿Las constantes críticas sufridas por el Gobierno central también pueden afectarle ahora a la inversa?

Es evidente que algo tiene que influir, pero no creo que sea por la gestión del gobierno Zapatero, sino por la situación de crisis económica. Yo creo que los ciudadanos saben distinguir a quién examinan. Sobre todo en el caso de los ayuntamientos. Y ahí estoy muy tranquilo, porque en las peores condiciones que nos podíamos imaginar, creo que estamos haciendo un buen trabajo para Vitoria. Y hablo del gobierno y de toda la administración municipal. Veo ilusión en los funcionarios.

Sin embargo, esta semana ELA, el sindicato mayoritario en el Comité de Trabajadores del Ayuntamiento, ya ha mostrado su enfado por los recortes que se barajan en los sueldos de los funcionarios. Y se teme por una reducción de plantilla.

Si yo tengo que elegir entre mandar al paro a eventuales o interinos del Ayuntamiento o bajar los sueldos, lo tengo muy claro. Los técnicos del Ayuntamiento ahora sólo tienen una instrucción: bajo ningún concepto, para cumplir la reducción del 5% en el capítulo 1, voy a utilizar la resolución de contratos de trabajadores. Bajo ningún concepto.

Esta semana ha anunciado que se recortará un 10% el sueldo. ¿Al alcalde también le afecta la crisis?

Claro. Evidentemente.

Habrá quien piense que no le afectará demasiado, pese al recorte.

Hombre, hasta donde yo sé, por el momento soy el cargo público de Euskadi que más se ha recortado el sueldo. Y no soy el que más gano. A veces se habla de los sueldos como si fuera un demérito, así que me parece fundamental aclarar, ya que con esto se puede hacer mucha demagogia, que me gano hasta el último euro. Con el 10% o sin el 10%.

Una crítica recurrente a su gestión es que se blinden los grandes proyectos y no se adopten más medidas a corto plazo, más ayudas directas a los afectados por la crisis.

También hay hosteleros, por ejemplo, que en momentos de crisis están reformando su negocio para estar más preparados, ahora y cuando salgamos de esta situación. Y, al igual que actúan los ciudadanos con sus casas o sus negocios, lo tiene que hacer el Ayuntamiento de Vitoria.

Durante el próximo año, hay previstos varios hitos importantes, como el arranque de las obras del centro internacional o de la estación de autobuses. Desde la oposición se le acusará de apretar el acelerador pensando en las elecciones.

[Piensa unos segundos la respuesta] Puede ser. Pero a mí no me ocurrirá que hacer una fiesta por inaugurar unas obras, sin haberlas recibido, nos cueste la broma de un millón de euros. Esto es lo que nos pasó con los viales de Sidenor. Los proyectos van a iniciarse cuando les toque, ni antes ni después.

A los ciudadanos, en cualquier caso, les sorprenden las inversiones millonarias reservadas para algunos equipamientos.

Ninguno de los grandes proyectos en infraestructuras que tenemos en marcha le ha costado un euro a la ciudad desde el punto de vista del endeudamiento. Cuando más recursos van a necesitar estas obras será a partir de 2012 ó 2013. Así que en los momentos de más dificultad económica es cuando menos impacto están causando en las arcas municipales.

Vitoria aspira ser la ciudad verde, la de los derechos civiles, la capital del deporte... Parece que Gasteiz aún busca su personalidad.

Vitoria tiene mucha personalidad, otra cosa es que nos cueste venderla. ¿Quién dice que no forme parte del carácter de Vitoria ser una ciudad verde, social, del Casco Medieval, del deporte...? En todo caso, hasta ahora no se había hablado de Vitoria como la capital de Euskadi. Ésa es la novedad.

¿Y lo que no se ha aprovechado en 30 años puede consolidarse en tres?

Es un reto dificilísimo, pero no por eso cejaremos en el empeño.

Esa reivindicación parece haber levantado ampollas, sobre todo teniendo en cuenta las intervenciones del alcalde de Bilbao.

Es que otros no estaban acostumbrados a que reivindicásemos ese papel. Hasta ahora éramos la ciudad que no molestaba a nadie, así que parece que ahora sorprende que seamos audaces. Nuestro entorno está cambiando, y para Vitoria era obligatorio dimensionar sus proyectos abriéndose al mundo. No hacemos mausoleos de megalómanos, sino algo que era una obligación.

¿No es exagerado pensar en Vitoria como un referente en el mundo?

Ya tenemos una proyección internacional con la Catedral Santa María, la muralla medieval, la candidatura a Green capital, el Festival de Jazz, el Azkena Rock, Mercedes o Michelin... Pero, por nuestra forma de ser, a veces nos cuesta levantar la barbilla.