Como ya es habitual, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA nos vuelve a invitar a las personas que de forma transitoria ocupamos puestos de decisión continua a opinar sobre temas de nuestro territorio, en este caso, sobre una economía innovadora y sostenible para Araba.
No cabe duda de que sin economía no hay sociedad que avance hacia el bienestar, la seguridad, la solidaridad y la igualdad. En Euskadi, en Araba, tenemos unos de los mejores ratios a nivel mundial en estos parámetros, pero debemos tener en cuenta que, para el avance social, estancarse es ir hacia atrás y en el cambio es donde reside la evolución. La economía de nuestro territorio avanza, sin duda, pero bajo un constante cambio que pasa irremediablemente por la innovación. Por tanto, lo que DNA nos propone tiene todo el sentido. No obstante, tengo mis dudas con ese término que es la sostenibilidad. Suena muy bien y para ser políticamente correcto nadie podría decir que tenemos que trabajar con parámetros insostenibles. Pero bajo este término, sostenibilidad, he visto abrirse un paraguas donde caben desde aspectos relacionados con el cambio climático hasta ratios de pobreza mundial, pasando por niveles de aceptación de inmigración o alimentos que consumimos… Y ahí es donde me tengo que parar y ser crítico con una palabra que suena muy bien, pero que no concreta nada. En definitiva, economía innovadora of course, sostenible... ¿Hay algo innovador que realmente no sea sostenible y pueda tener éxito? Me sobra por obvio este término. Por tanto, centrémonos en la economía innovadora.
La economía es la sangre de la sociedad. Sin economía morimos todos y no sé si nos hemos dado cuenta de que nos están estallando, desde hace ya unos años, unas bombas nucleares que están cambiando no sólo los flujos habituales de la economía, sino el modelo económico en sí. La irrupción de la informática, de internet, de la globalización y el auge de las plataformas, han hecho que –en sólo en 40 años– el modelo económico anterior, que evolucionaba sólidamente, sea hoy sustituido por muchos modelos económicos en continua mutación y más inestables que una DANA a finales de verano en el mediterráneo.
En la práctica, esto se ve muy bien con ejemplos de empresas: ¿qué fue de Olivetti y su imperio de máquinas de escribir? y ¿de Kodak o Fuji y sus miles de trabajadores directos y millones indirectos revelando diariamente cintos de miles de fotografías?, ¿qué ha supuesto la entrada de Amazon en nuestras vidas?, ¿qué ha sido de todo el pequeño comercio que se está llevando por delante por la gran comodidad que supone recibir en 24 horas la dichosa llave inglesa que necesitas para arreglar un grifo?
Hay que tener en cuenta también el poder de las redes sociales, donde personas y empresas de todo el mundo pasan más horas al día que las que les da el sol, volcando contenido, vendiendo y comprando. No debemos olvidarnos de la revolución del automóvil puesta en marcha. Hoy, para comprar un coche lo primero que debes decidir es el tipo de combustible que quieres utilizar –y ya te vuelves loco– y luego la cantidad de marcas y subvariantes de ellas de múltiples nacionalidades incluidas, que te suponen tal cantidad de información que casi apetece seguir tirando con el utilitario actual hasta que la ITV lo permita. A estos aspectos cambiantes tan brutales me refiero con bombas nucleares. Son estos, los movimientos salvajes que hoy sufre la economía global donde Araba no está al margen, es más, debemos tenerlos en cuenta para convertirnos en el ariete que impulse el progreso, pero esto exige que no sólo hablemos de economía innovadora, sino que hablemos de economía en constante innovación.
Araba es netamente industrial, orgullo y modelo de éxito para todos los que compartimos esta tierra. Por ello, nuestra economía ha sido sólida y estable tanto en momentos de boom económico como cuando venía el crac, donde sufríamos, pero menos que otros lugares más volcados en el mundo de los servicios, que no crean valor.
Debemos seguir manteniendo este modelo de éxito, pero innovando de forma constante. Para lograrlo debemos tener a las y los jóvenes mejor formados que podamos, ellas y ellos son y deben ser los impulsores constantes de la innovación. Las personas jóvenes son el futuro de nuestra economía y serán también las y los responsables de ésta que se adecúe a las distintas mareas que tenemos encima y que vendrán. Para afrontar esta realidad la formación es primordial. Desde Fundación Vital invertimos varios millones de euros al año en ello, pero presumo que será necesario empujar más y estamos dispuestos a hacerlo. Innovemos, cambiemos, aportemos ya, porque si no será la economía la que nos apartará y habremos hecho un flaco favor al futuro de la sociedad alavesa, en la cual creo. Estoy convencido de que puede ser un imprescindible agente de innovación económica... y ya más adelante, sostenible. n
“Tenemos que propiciar recursos para hacer frente a una economía en constante movimiento. La sostenibilidad es un término todavía muy difuso bajo el que cabe todo”