- Las elecciones presidencialas francesas previstas para la primavera de 2022 cuenta con dos nuevas aspirantes oficiales, la socialista y actual alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que hizo oficial su candidatura en Ruan, y la líder del ultra derechista Agrupación Nacional (RN), Marinne Le Pen, que dimitió como presidenta de de su partido para dedicarse por completo a la carrera electoral.

La socialista Anne Hidalgo, se lanzó a la carrera por el Elíseo con la promesa de reconstruir la igualdad de oportunidades que a ella le ha permitido ser lo que es, pero con perspectivas muy limitadas en un escenario de una izquierda muy disminuida y fragmentada.

Hidalgo hizo valer su biografía de inmigrante en una familia española de origen modesto en la que se ha materializado el lema de la República francesa de libertad, igualdad y fraternidad. Dijo estar preocupada por su país de adopción porque “el modelo republicano se desintegra y con él las protecciones que ha construido a lo largo de nuestra historia”.

A su juicio, las libertades se reducen, aumentan las injusticias y el país “se divide en grupos hostiles, en comunidades separadas, en facciones que manifiestan su amargor y su enfado, a veces con tanta violencia”. Su receta es ofrecer a todos las oportunidades que ella tuvo. Aunque prefirió no detallar todavía mucho su programa, Hidalgo sí que asentó algunos de los que serán los principales puntos, entre los que están la transición ecológica y el poder adquisitivo de los funcionarios y de los trabajadores.

Por su parte, Marine Le Pen cedió formalmente ayer el mando del partido RN al joven Jordan Bardella, para dedicarse por entero a su campaña electoral. Las encuestas por ahora sitúan en una segunda vuelta en la que se enfrentaría al actual presidente, Emmanuel Macron,

En un discurso ante cientos de militantes en Fréjus, Le Pen presentó la lucha por el control de la inmigración como su gran prioridad si conquistara el Elíseo. Describió la situación que vive Francia con la inmigración como la de un país que “parece escapar a todo control” y no dudó en hablar de “sumersión”, lo que anticipa un tono muy duro de su campaña sobre ese punto.

Volvió a reiterar su intención, en el caso de ganar las elecciones del año próximo, de organizar un referéndum para someter a los ciudadanos las restricciones que se fijarían para la entrada de inmigrantes en Francia, para la expulsión de los clandestinos o para la adquisición de la nacionalidad francesa. Insistió en que “en Francia los franceses tienen derecho a vivir como franceses”, en que no habrá ningún lugar del país donde no se aplicará la ley y en que “los delincuentes franceses irán a prisión y los extranjeros al avión”. Una forma de decir que serán expulsados.

Pero Le Pen tiene un adversario que le podría causar serios problemas, Eric Zemmour. Periodista y tertuliano ultraderechista, ha alcanzado una gran notoriedad gracias a sus diatribas sin límites que le han valido ya condenas por provocar a la discriminación racial y odio hacia los musulmanes. Su muy posible candidatura al Elíseo podría esquilmar una parte del electorado tradicional de Le Pen, el más extremista, y dificultarle estar en la segunda vuelta.