"Antes no sabíamos lo que era el machismo, eran los comportamientos habituales". Así de tajantes se muestran Nieves Zabala, Celia Careaga, Teresa Estévez y Ana Sánchez, mujeres que conocieron lo que era no poder siquiera abrir una cuenta corriente en el banco sin el permiso de su marido o no poder viajar a Londres sin su beneplácito.

Por eso, aunque todas las integrantes de la asociación de mujeres Izaera de Deusto aseguran sentirse feministas, Nieves Zabala admite que "a veces tenemos un ramalazo de nuestra generación machista, el inconsciente nos sale". Sin embargo, ¿qué hubiesen respondido cuando tenían 20 años? "No sabíamos lo que significaba el feminismo, estabas formada para comportarte así y lo veías normal", destacan.

En vísperas del 8-M, día internacional de la mujer, las cuatro coinciden en señalar que tras varias décadas, "hemos avanzado en algunas cosas, como en no tener miedo". Y es que como cuentan, antes ni siquiera se denunciaban los malos tratos por parte de la pareja. "Al denunciar en la Guardia civil te decían: ¿ay, pero qué habrá hecho usted para que su marido le haya dejado así la cara?", dicen indignadas. "No se le contaba a nadie, ni siquiera a tu padre o madre", destacan.

La Iglesia, clave en la desigualdad

Asimismo, las bilbainas coinciden en señalar la responsabilidad tanto del franquismo como de la Iglesia católica en la discriminación de la mujer. Y es que como exponen, el papel de las mujeres en la Iglesia siempre ha sido el de limpiar o leer, "y ni siquiera pueden ser sacerdotes".

Además, denuncian que las mujeres solo eran vistas para cumplir con una única función en la vida: tener descendencia. "Tu misión era tener hijos. De hecho, si a los nueve meses después de casarte no estabas embarazada la gente te señalaba y decían: esa no vale". Sin embargo, añade Zabala: "Nunca se señalaba al hombre".

A pesar de algunos avances que se han dado a lo largo de las décadas, estos no han sido homogéneos, y los posos de ese machismo continúan en la sociedad actual. Es el caso, por ejemplo, de algunos comportamientos que se dan aún en los templos religiosos, que mantienen algunas de esas "costumbres" arraigadas. Como destaca Estévez, en multitud de pueblos del Estado se siguen poniendo los hombres detrás y las mujeres delante en la Iglesia. "Sigue habiendo esa separación", subraya.

La mujer en el mercado laboral

Uno de los aspectos que más ha cambiado a lo largo de las décadas ha sido la incorporación de la mujer al mercado laboral. Sin embargo, según defiende Nieves Zabala , aunque es un paso hacia delante, en casa no existe dicho avance. "Los hombres en casa ayudan, no comparten tareas. La igualdad está todavía a años luz", defiende vehementemente.

Por otro lado, Teresa Estévez incide en que al igual que ocurre hoy en día con la brecha salarial, cuando ella trabajaba al "realizar exactamente la misma labor", o "incluso de más responsabilidad", eran los hombres los que al final de mes cobraban más.

"Por lo que leí aun quedan cien años para que haya igualdad entre hombres y mujeres en lo que a salarios se refiere", expone Zabala por su parte.

La educación, sustento de los valores

Para asegurar una sociedad en la que nacer hombre o mujer no suponga ninguna diferencia, se debe poner el foco en la educación. Así lo aseguran las integrantes de la Asociación Izaera. Sin embargo, Zabala opina que esos valores deben transmitirse en casa. "Toda la educación tiene que empezar en casa, el maestro que enseñe cultura, y en casa los valores. Deben empezar a ver la igualdad desde que nacen. Y de ahí deriva todo lo demás".

Por eso, insiste en que es necesario dejar a un lado los comportamientos que fomentan las desigualdades. Detalles como los regalos que se les dan a los más pequeños marcan la diferencia. Es el caso de la utilización del azul y el rosa, que aunque en menor medida se siguen dando, o asociar los juguetes bélicos a niños, y los carritos con bebés a niñas, insiste. "Eso hace que se establezcan roles de género", asegura una de las fundadoras de la asociación de Deusto.

Un paso adelante, tres para atrás

Y es que a pesar de la lucha de generaciones como la suya, estas cuatro mujeres ven con preocupación la desigualdad que se da aún en la sociedad actual. "Cada vez que damos un paso adelante, se dan tres para atrás". Y parte de esa culpa se la achacan a las redes sociales y también a la televisión. "Por mucho que quieras educar a las generaciones que llegan ahora, las redes sociales y algunos programas que se ven en la caja tonta fomentan una serie de comportamientos que no son los adecuados. Denigran a las mujeres", subrayan las bilbainas.

La libertad, un derecho a defender

El machismo es aún una herencia del pasado que sigue dejando su poso en la vida cotidiana. Sin embargo, como subraya Estévez: "Estamos luchando porque anteriormente hemos visto actitudes que no nos han gustado. Ahora estamos luchando porque desaparezcan y lo que nos preocupa es lo que viene". Ya que añade que "creo que no se está haciendo todo lo que se debiera", destaca mostrando su preocupación por las actitudes de la juventud.

Por eso, Careaga destaca que tras años de aprendizaje personal, ha educado a su hija para no permitir comportamientos que antes se normalizaban. "Hemos educado a los hijos de otra manera, da lo mismo hombre que mujer. A la mía le he dicho siempre que sea independiente, nunca dependas de un hombre, ni le permitas ni media", insiste.

El respeto mutuo para un futuro mejor

Tras una generación que tocó techo, como destaca Zabala, son las venideras las que deben aprovechar el punto de inflexión, mirar para adelante y no cometer los mismos errores del pasado. Y es que como destaca la misma, "el roble viejo no se endereza, aprender de mayor ya es duro".

Por ese motivo, son los y las jóvenes de hoy en día las que "tienen que aprender desde muy pequeños los valores como la igualdad y el respeto", asienten al unísono. "Para que las mujeres sean libres, auto suficientes e independientes". Eso es lo que quieren para las siguientes generaciones.