La pandemia no terminará el 26 de junio, cuando la mascarilla deje de ser obligatoria en exteriores. El cubrebocas seguirá acompañándonos a todas partes durante meses y habrá que ponérselo obligatoriamente tanto al entrar en cualquier local como al transitar una calle concurrida.

Los expertos están de acuerdo en que ya es posible relajar las medidas de contención del virus, pero advierten de que hay que ser conscientes de que hay muchas situaciones en las que las mascarillas siguen siendo necesarias, y no llevarla encima y ponérsela en los momentos que lo requieran podría tener consecuencias graves. Colas en el exterior, eventos multitudinarios, calles concurridas, mercadillos al aire libre e incluso una conversación con un amigo son supuestos en los que la mascarilla sigue siendo obligatoria.

Existen tres medias para prevenir la expansión de la covid-19: la distancia, la ventilación y la barrera (la mascarilla), y para asegurar la no transmisión del virus, siempre deben estar presentes dos de ellas.

Es por eso que se debe llevar la mascarilla en lugares al aire libre donde haya aglomeraciones. La ventilación en el exterior se da por hecho, pero si no se puede asegurar la distancia, será necesario protegernos con una barrera.

La enfermedad se transmite mediante los llamados aerosoles, que son pequeñas partículas capaces de permanecer suspendidas en el aire durante un período de tiempo que podría variar desde segundos hasta horas. Estas gotas contienen virus viables (es decir, capaces de causar la enfermedad) generados por la persona enferma.

La viabilidad del virus, el tiempo que el virus es capaz de sobrevivir fuera del cuerpo, varía entre una y 16 horas, siendo más favorable en ambientes secos y fríos. Las gotículas se generan cuando las personas hablan, tosen y estornudan, y permanecen en el aire, pudiendo depositarse en las vías respiratorias superiores o ser inhaladas y llegar a los pulmones.

La distancia interpersonal y el uso de una barrera física, la mascarilla, han demostrado su efectividad a la hora de reducir la transmisión del SARS-CoV-2. Por eso, se debe llevar la mascarilla tanto en espacios cerrados, donde los aerosoles permanecen en el aire más tiempo debido a que este se renueva menos a menudo, como en espacios abiertos donde no pueda asegurarse una distancia de 1,5 metros, pues alguien hablando cerca de nosotros podría contagiarnos.

Si bien es cierto que en exteriores hay menos contagios, sigue habiéndolos. Cuando se habla cerca de otras personas, como por ejemplo en las terrazas, es fácil inhalar los aerosoles emitidos por la otra persona. Por eso es tan importante llevar siempre encima la mascarilla y ponérsela también en exteriores cuando no se pueda garantizar la distancia de seguridad.

Según los expertos, el uso de la mascarilla se podrá flexibilizar más cuando haya una vacunación completa de más del 50% (no sucede en ningún territorio español) en lugares con menos de 50 casos por cada 100.000 (solo ocurre en Baleares, Galicia, Murcia, Comunidad Valenciana y Ceuta y Melilla). De momento, no llevar la mascarilla en interiores y en exteriores donde no se pueda respetar una distancia interpersonal de metro y medio no solo está prohibido y es susceptible de multa sino que supone un riesgo para la salud pública.

Esta desescalada puede dar una falsa sensación de seguridad pero no significa que la mascarilla vaya a desaparecer de nuestras vidas para siempre. Para eso, todavía falta mucho tiempo. No cuesta nada llevar la mascarilla en el bolsillo y ponérsela siempre que se sospeche algún riesgo. La farmacéutica y divulgadora Gemma del Caño insiste en esto: "No pongas excusas, si entras en un sitio cerrado, tienes que llevarla puesta". Afirma del Caño. "No metas a la gente que trabaja cara al público en el compromiso de debatir contigo. Les da igual que se te haya olvidado. No irías a comprar sin dinero, ¿no? Pues esto, igual".