- Ponerse al volante de los primeros coches que salieron al mercado era jugarse el tipo. Al menos, atendiendo a las premisas y concienciación que las personas tienen hoy en día. En pleno siglo XXI es impensable conducir sin dirección asistida, pero mucho menos lo es hacerlo sin cinturones de seguridad o prescindiendo de airbags. ¿Y la temperatura? ¿Y un asistente que indique cómo aparcar? Lo que antes era un lujo ahora muchos vehículos lo traen de serie. Los conductores buscan una experiencia al volante, más allá del propio desplazamiento, que es, al fin y al cabo, la razón primera por la que se adquiere un vehículo. ¿O no?

Teniendo en cuenta que el 90 % de la información que le llega a un conductor es por la vista, los coches llevaron prácticamente desde el principio todos los dispositivos de ayuda alrededor del volante, con el fin de mantener la mirada en la carretera lo máximo posible. Así, el tablero de mandos guarda un gran parecido con el de las aeronaves. De hecho, existe un paralelismo entre la evolución de la cabina de los aviones y la de los automóviles. Así, lo que muchas veces se exclama al ocupar los asientos delanteros en determinados coches es: “¡Si parece un avión!

Con aspecto más o menos futurista, lo que está claro es que cada vez existen más tipos de vehículos porque el propio público se ha segmentado. Aun así, la apuesta por la seguridad es una tendencia generalizada, a la que se une el deseo ecológico de la reducción de emisiones de CO2. A decir verdad, esto último no es una opción, sino un objetivo dentro del marco de la Ley del Clima europea, que se materializará a lo largo de una trayectoria entre 2030 y 2050, según la Comisión de la Unión Europea. Y aquí aparecen las dudas entre adquirir eléctrico, híbrido, gasolina o gasoil, marchas, automático... ¿Quién da más?

Aunque los perfiles de compra se han adaptado a los tiempos, todavía existen quienes buscan un modelo en concreto, simplemente por enamoramiento hacia la marca o porque lo tiene el vecino. Y se lo compran sin probar. Otras personas, directamente se dejan asesorar por los expertos de los concesionarios y estos ofrecen la solución más adecuada que se adapte a sus necesidades. Por encima de los gustos y preferencias personales, lo que es indiscutible es que los vehículos a motor evolucionan hacia la conducción autónoma (sistemas ADAS-sistemas avanzados de asistencia al conductor) en la que se busca la interactuación del conductor con el vehículo y con el propio entorno.

El coche sigue siendo un bien muy preciado, aunque ya no es tan imprescindible para los más jóvenes, en comparación con generaciones pasadas. En aquellos tiempos, con 18 años, el mayor premio era sacarse el carné y comprarse un auto. Ahora los millennials y centennials se dejan llevar por gustos dispares y diversas prioridades.

Eso sí, una gran tendencia entre ellos es la furgoneta campera, algo impensable años atrás, que quedaba principalmente reservada a familias y amantes de propuestas como los campings. Tal vez sea la alternativa para que muchos de ellos se sientan, de alguna manera, independientes. Porque lo que nunca se borrará, por los siglos de los siglos, es el icono del coche como un símbolo de libertad.