El sacerdote jesuita alemán Hans Zollner, miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores y director del 'Centre for Child Protection' de la Universidad Gregoriana (Roma), considera que "todavía hay un largo camino por recorrer" en la Iglesia para implementar un sistema perfecto de prevención de abusos sexuales.

"Todavía hoy existen lugares en los que la Iglesia continúa negando la evidencia de los abusos, protegiendo a los violadores, en los que no hacemos lo necesario para depurar responsabilidades cuando se descubre que un obispo provincial ha encubierto abusos o los ha negado", explica.

Así lo ha puesto de manifiesto Zollner en una entrevista con Europa Press cuando se cumplen dos años este viernes 19 de febrero de la cumbre antipederastia celebrada en el Vaticano, que reunió a la mayoría de los episcopados del mundo.

En este sentido, reconoce que "lamentablemente esta tarea es vista todavía por muchas diócesis como algo dirigido a expertos o a los que se deben ocupar de los trapos sucios". "Por desgracia, en muchos países todavía no se toman en serio la prevención y la justicia a las víctimas. Dos elementos que deben ser parte integrante de la cultura de la Iglesia", asegura Zollner.

Las leyes canónicas se han actualizado con la promulgación del Motu proprio 'Vos estis lux mundi' ('Vosotros sois la luz del mundo'), que obliga a los clérigos y religiosos a denunciar los abusos y establece la apertura por parte de todas las diócesis de un sistema de escucha a las víctimas, así como la abolición del secreto pontificio.

"La prevención debe ser la seña de identidad de una comunidad de cristianos sana", reseña Zollner, que lamenta que algunas diócesis y órdenes de religiosas no hayan tomado "suficientemente en serio la tarea de la prevención y la del resarcimiento y hacer justicia a las víctimas". "Esto es un obstáculo que no nos deja despegar y poder ser un modelo. Hemos perdido la confianza de las personas. Por eso, no podemos volver a fallar y es normal que seamos objeto de un mayor escrutinio", manifiesta.

Por ello, hace un llamamiento a todos los responsables eclesiales a no "titubear" porque para enfrentar la lacra de los abusos en la Iglesia hay que poner en marcha una acción "sólida y consistente". "No se puede jugar con esto. La defensa de los más vulnerables debe ser el timón que nos guía", enfatiza. Asegura que la tarea implica a toda la comunidad eclesial, "también a los laicos", cuya contribución es "fundamental" para conseguir "una Iglesia más segura".

"Los laicos en muchos casos gestionan los colegios católicos, llevan la catequesis para preparar los sacramentos de la comunión y la confirmación, están en contacto con menores. Por eso, tienen que hacerse fuertes y llamar la atención de los obispos cuando no lo hacen bien, cuando ven que no aplican las normas de la Iglesia. Tienen que dar la señal de alerta cuando los obispos encubren un caso de abusos", argumenta.

RESISTENCIA PASIVA

Zollner tiene una perspectiva global que le lleva a reconocer que en algunos sectores de la Iglesia existe una "cierta resistencia pasiva" que se manifiesta en "titubeos e inercia". Entre las que han sido ejemplares están las diócesis de Estados Unidos, Irlanda, Bélgica o Australia, que se han visto empujadas a "hacer cuentas con el pasado" tras el estallido de sus respectivos escándalos y llevan años "verificando la implementación de las líneas guía, han instituido oficinas específicas, han formado a personal cualificado".

Pero su ejemplo está lejos de ser una realidad consolidada a nivel global. En este sentido Zollner, hace una división en tres partes del mapa del mundo eclesial: "En el segundo lugar están las diócesis que sí tienen un protocolo de actuación, pero no han incluido las últimas directivas del Papa. Y el último grupo está compuesto por las que arrastran un gran retraso que no cuentan ni siquiera con un manual de actuación ante abusos". En todo caso, incide en que en este último grupo hay como mucho "siete u ocho conferencias episcopales". "Son aquellas que están radicadas en países en guerra o que atraviesan graves crisis humanitarias. La mayoría están entre el grupo dos y el uno", señala.

Por otro lado, ha asegurado que si bien la Iglesia "no puede presentarse como un modelo en muchos países" es la institución "que más ha invertido en todo el mundo en la prevención de abusos". No obstante, ha alertado que "en el ámbito del resarcimiento a las víctimas, la Iglesia está a la cola". "Tenemos que mejorar el sistema de hacer justicia a las víctimas", subraya.

Preguntado sobre la reivindicación histórica de las asociaciones de víctimas de transmitir de forma automática a las autoridades civiles las denuncias sobre abusos por parte de un sacerdote, religiosos o laico a menores o adultos vulnerables, se ha mostrado en desacuerdo. "No puede ser una obligación. Hay que poner el foco en la seguridad de la víctima. Y en muchos países, presentar una denuncia en la policía no comporta una seguridad mayor. Hay casos en los que es incluso peor --señala--. La Iglesia es universal. Está presente en países en guerra, con sistemas corruptos, países en los que el sistema judicial no funciona".