A los pocos minutos de dar por definitivos los resultados de las elecciones municipales y forales del domingo, antes incluso de que finalizaran los recuentos, los posibles escenarios iban contemplándose cada vez más claros en el horizonte inmediato. EH Bildu ganó las elecciones en Vitoria, pero Rocio Vitero tendrá complicado ser la primera alcaldesa de la ciudad si no hay un giro de 180 grados en las políticas de alianzas fraguadas en Euskadi en los últimos años. La entente PNV-PSE ha salido dañada de esto comicios, pero con apoyos externos puede mantener el control de las instituciones, y en ese sentido el PP se apresuró a declarar que hará todo lo que esté en su mano para impedir que EH Bildu gobierne en Gasteiz.

El anuncio de Pedro Sánchez de que adelanta las elecciones generales al 23 de julio, en el límite de los plazos legales para hacerlo, y con la idea de que la vía de agua abierta el 28M en Ferraz no vaya más y acabe por hundir el barco socialista de aquí a diciembre, influirá sin duda alguna en el análisis estratégico de la situación tanto en Sabin Etxea como en los cuarteles de Eneko Andueza.

Penalización en las urnas

En el PSOE son conscientes de que los pactos con Bildu y ERC le han penalizado en las urnas fuera de Euskadi y Cataluña. Un cambio radical de estrategia con el que en ocasiones se ha especulado en la CAV, una alianza de izquierdas que beneficiaría a EH Bildu y Elkarrekin Podemos –a los primeros para sacar rendimiento institucional a sus victorias en Euskadi y a los segundos para amortiguar el golpe recibido– supone un riesgo inasumible para el Partido Socialista Obrero Español a un menos de un mes de someterse a un reválida en el Estado.

Al Partido Socialista de Euskadi le puede quedar la duda de hasta qué punto le renta compartir gobiernos con el PNV, por cuanto su gestión, esa gestión en la que Cristina González ha hecho hincapié en el último tramo de campaña, parece haber quedado diluida desde el punto de vista mediático. En este tipo de situaciones, en todo caso, en los partidos estatales la última palabra se suele pronunciar habitualmente en las sedes de Madrid.

Por otro lado, esa falta de foco sobre la gestión del socio menor desaparecería allí donde la lógica apunta a que la fuerza más votada de la eventual alianza sea la que se lleve la makila. Maider Etxebarria se convertiría así en la primera la alcaldesa de Gasteiz. Una alcaldesa socialista.

La otra cara de la moneda sería la Diputación alavesa, donde la operación sería la inversa, un apoyo del PSE a la candidatura de Ramiro González que no sería otra que la prórroga del actual estado de las cosas en el Palacio de la Provincia, pero esta vez sin mayoría absoluta. En ese escenario, el PSE como poco se quedaría como está, más allá de cuál fuera el reparto concreto de carteras en el Gobierno foral.

La revancha del PP

Por su parte, el PNV no tiene mucha más elección que asumir la pérdida de Gasteiz y seguir apostando por la sociedad con los socialistas. Un eventual pacto con el PP, además de no ser decisorio a efectos de sumar escaños, sería el mejor regalo que los jeltzales podrían hacerle a EH Bildu, y por otro lado el PP, si facilita que Maider Etxebarria llegue a la Alcaldía, no solo se colgaría la medalla de haber cerrado la puerta del despacho municipal a los soberanistas, sino que además se cobraría la revancha por el desalojo de Javier Maroto en 2015, que protagonizaron PNV y Bildu.