Una honda emoción se ha apoderado hoy del Palacio Euskalduna en el momento en que 30 víctimas de violencia de motivación política o sus familiares se han levantado para recibir de manos de la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, los dictámenes en los que se les reconoce esa condición, que en total abarca actualmente a 35 personas. Ese ha sido el momento culminante de un acto presidido por la máxima de "memoria, verdad, reconocimiento, reparación y garantía de no repetición", según ha enumerado la consejera.

Artolazabal se ha mostrado además categórica al afirmar que los presentes fueron "víctimas de graves vulneraciones de derechos humanos". "Fuisteis víctimas de una violencia injusta y sois, como todas las víctimas de la violencia y de vulneraciones de derechos, víctimas de primera; porque no hay víctimas de segunda", ha proseguido. Su afirmación de que "fuisteis objeto de torturas y malos tratos" ha retumbado en la amplia sala del Euskalduna, y ha resumido la aspiración principal de los afectados: que se conozca lo que sucedió y que no se vuelva a repetir jamás.

MINUTO DE SILENCIO

Pocas veces se habrán expresado en un acto institucional términos como "bolsa, bañera, pato, rueda o quirófano", que según Artolazabal "adquirieron para vosotros y vosotras desde entonces una doble y traumática significación". Muchos de los protagonistas del acto fallecieron a manos de la Guardia Civil o no han llegado a tiempo de "ver restaurada su verdad y dignidad". Un minuto de silencio en su memoria ha contribuido a la sensación de sobrecogimiento.

También ha tomado la palabra la presidenta de la Comisión de Valoración encargada de avalar estos reconocimientos, y que esta misma semana ha presentado en el Parlamento Vasco su primer informe. Juana Balmaseda ha recordado que su trabajo abarcará hasta el año 1999, aunque en este tramo se ha nutrido sobre todo de víctimas hasta 1978. Ha agradecido además la confianza y sinceridad de todos los que han pasado por la comisión y ha subrayado que se ha evitado en todo momento una revictimización.

SE HA CERRADO EL CÍRCULO

Las víctimas también han tenido voz con el testimonio de tres de ellas, empezando por Noelia Suárez Pérez, hija de Felipe Suárez Delgado, que murió tras ser su vehículo ametrallado por la Guardia Civil en 1976. Noelia ha explicado que regresaron a Palencia, donde "no se hablaba del tema y mi madre y abuelos estaban siempre tristes". El acto de hoy ha servido, por tanto, para "cerrar el círculo" y ejemplifica que "ya se puede decir abiertamente lo que pasó".

En el caso de Belén Matabuena, militante antifranquista detenida en 1973 y torturada en los tres días que permaneció en comisaría, ha recordado que "el hecho de ser mujer vasca y trabajadora me hacían víctima irremediable de la dictadura". Inés Barayazarra fue detenida varias veces entre 1972 y 1975 y sufrió torturas, malos tratos y amenazas, al igual que su hermana Pilar. Hoy ha afirmado que "la persecución no acabó con la guerra ni la posguerra" y ha reivindicado que "prevalezca la justicia y la reparación".