- Josu Urrutikoetxea tiene por delante dos procesos diferentes en Francia por hechos que la Justicia gala le imputa por su etapa como dirigente de ETA. La estrategia de la defensa de Urrutikoetxea pasa por presentarle como el gran negociador de la organización armada que en 17 años de clandestinidad contribuyó a buscar y certificar el fin de la violencia. Para empezar, debía sentarse hoy y mañana en el banquillo de los acusados del Tribunal de Apelación de París, y el miércoles y el jueves en el del Tribunal Correccional, para que se repitan los juicios por los que recibió dos condenas en rebeldía en 2010 y en 2017, cuando estaba en busca y captura. Pero la primera de estas citas judiciales tendrá que esperar hasta febrero tras aplazarse debido a que los testigos no iban a poder acudir por las restricciones por el covid-19.

Hace poco, el veterano exdirigente de ETA rompió el silencio mediático que se había impuesto desde su captura en los Alpes franceses en mayo de 2019, con el argumento de reservar sus explicaciones a los jueces, y ofreció una entrevista a la revista francesa Marianne para contar su versión de los hechos que se le imputan. Urrutikoetxea, que se encuentra en libertad condicional desde julio por motivos de salud, afirma que desde que entró en clandestinidad en 2002 su objetivo “todo el tiempo” era “no dejar que este conflicto se pudriera en las manos de las generaciones futuras”.

Según su versión, desde que en dicho año huyó del Estado español, se consagró a negociar con el Gobierno español y a convencer a otros miembros de ETA de que había que renunciar a la violencia. Josu Ternera declarada por la organización en 2006 y que fue rota con un atentado mortal en el aeropuerto de Madrid en diciembre, después de que se le apartara de la dirección.

A finales de 2011, de nuevo en el equipo negociador designado por ETA junto a Iratxe Sorzábal y David Pla, Urrutikoetxea estuvo en Oslo esperando a un negociador que el Ejecutivo español no quiso enviar y los tres fueron expulsados por Noruega a comienzos de 2013. Con ese bagaje, se queja Ternera de que “con menosprecio de todas las reglas diplomáticas elementales” Francia no haya renunciado a juzgarle y “se niegue a reconocer los esfuerzos realizados para salir del enfrentamiento violento”. En los últimos días se ha divulgado otro manifiesto “por la protección de Urrutikoetxea”, firmado por personas especializadas en resolución de conflictos, entre ellas algunas que se implicaron en el proceso que condujo al final de ETA, como el político norirlandés Gerry Adams o el abogado sudafricano Brian Currin, además de dirigentes de la izquierda abertzale.

Respecto a los dos juicios que se van a repetir, el primero, que debía arrancar hoy y se pospone cuatro meses, es en relación a una condena de 2010 en la que le impusieron siete años de cárcel por su actividad en ETA entre 2002 y 2005 teniendo en cuenta “su posición conocida en la jerarquía”, en particular como dirigente político. Eso sí, el tribunal debe decidir si mantiene o no la situación de libertad bajo control telemático en que se encuentra Urrutikoetxea desde finales de julio. La otra pena se produjo en junio de 2017, cuando los magistrados galos le condenaron en rebeldía a ocho años, una vez más por su papel destacado en el aparato político de la banda entre 2011 y 2013. Pasarían casi dos años hasta su captura, lo que dio pie a que Urrutikoetxea se acoja a su derecho de pedir que se repitan los dos procesos, en los que le defenderá Laurent Pasquet-Marinacce, experto en cuestiones de procedimiento y ajeno a los letrados habituales que defienden a miembros de ETA.