Zarautz- Juan José Álvarez (Zumaia, 1964) es de esas personas sencillas que es consultada con frecuencia por líderes y dirigentes que tienen que abordar problemas complejos. Se maneja con soltura y autoridad en materia jurídica, área en el que se le considera una autoridad, pero su inquietud por la res pública le convierte en un atento observador y analista de la vida política, tan convulsa en el último año.
2018 ha sido un año muy bronco en la política, con mucha excitación, ruido e hiperactividad. ¿Ha venido para quedarse este modo de hacer política?
-No es algo coyuntural sino estructural. Desde la bronca se hace un tipo de política que es mucho más cómoda para quien la practica. Se instala una suerte de gallinero parlamentario en el que parece que gana el que más grita e insulta no el que incorpora una argumentación.
Esa dinámica obstaculiza el avance y la búsqueda de acuerdos.
-Lo peor de esto es que no es una actitud improvisada sino que se va a la trinchera de manera decidida y esto arrastra al resto de los partidos que tratan de evitar perder su espacio. Tengo la sensación de que quienes dirigen las agendas de Casado, Rivera o Rufián no es que tengan un mal día o no sepan decirlo de otra manera sino que les interesa plantearlo de esa manera. Genera un humus político que da muy pocos frutos.
¿Euskadi es una isla o también ofrece señales de ese tipo?
-En general nuestro carácter y el carácter que se transmite en los plenos, juntas generales y el Parlamento Vasco evidencian una manera diferente de hacer política. El propio PP vasco liderado por Alfonso Alonso no se expresa como Pablo Casado, su retórica es algo socarrona pero no bronca y ha mantenido sus diferencias en un tono muy razonable. En esto el llamado oasis vasco tiene mucho que ver y también el carácter que impregna el lehendakari Urkullu al Gobierno. Un líder que gobierna acaba marcando una impronta.
¿EH Bildu ha mutado su actitud en la política y las instituciones?
-Ha virado hacia un pragmatismo consciente del papel que puede jugar en la sociedad vasca y además tiene una dirección política inteligente. Ha minorado en parte de su discurso los elementos épicos e identitarios y ha dejado de lado las cuestiones tabúes y totémicas como la territorialidad, lo que hace unos años hubiera sido considerado anatema.
Han jugado un papel muy activo en la negociación presupuestaria.
-Han tenido un debate interesante sobre si pactar o no los Presupuestos les interesaba electoralmente. Finalmente ha triunfado una tesis que no es la que viene ganando en EH Bildu, lamentablemente ha sido una decisión política y no pragmática, ya que ha pesado más la clave electoral que cualquier otra cosa.
¿Qué les queda por hacer?
-Les queda por resolver la dimensión ética de la violencia para decir con nombre y apellidos que matar por parte de ETA estuvo muy mal.
El PNV pacta con los socialistas, con EH Bildu y con el PP. ¿Es el poder por el poder o es la política?
-Es el arte de la política. Cuando Bildu gobernó en Gipuzkoa, la legislatura terminó con un acuerdo entre Bildu y el PP para impulsar una comisión de investigación sobre Bidegi, algo difícilmente explicable en el seno de cada formación. La política es el arte de alcanzar acuerdos. El PNV vertebra el país porque ha alcanzado un equilibrio entre una ideología no maximalista y unos principios no renunciables. Esto le da una capacidad de maniobra muy potente. Prioriza el pragmatismo de intentar ser un buen gobierno para el país por encima de un discurso épico con el que podría quedar bien.
¿Eso hace que el PNV siga siendo el primer partido en Euskadi legislatura tras legislatura?
-En el voto del PNV hay un voto muy abertzale e ideológico y hay un voto que se hace desde el análisis y la reflexión que busca que quien pilote las instituciones de gobierno o en momentos de inquietud y zozobra aporte prudencia. El PNV está generando una visión de un nacionalismo muy diferente del estrictamente emocional e identitario, que existe pero es algo más que eso. En la sociedad hay una identificación del PNV con una manera de hacer política profesional, responsable, que busca acuerdos y que éticamente su actitud ha sido intachable respecto a la violencia.
¿Habrá acuerdo en torno al nuevo estatus o será otro intento fallido?
-Estamos más cerca de un no acuerdo transversal que de un acuerdo, el de PNV y Bildu, que ya suma la mayoría aritmética necesaria para la modificación del Estatuto de Gernika. Sin embargo, no tiene la mayoría necesaria para superar el trámite del Congreso y del Senado. Por tanto, hay que hacer un esfuerzo para que no haya reproche jurídico al texto que salga del Parlamento Vasco.
¿Qué reparos le pone?
-Creo que el borrador consensuado entre PNV y Bildu tiene varias fallas desde el punto de vista jurídico. Introduce una dimensión bilateral confederal planteada unilateralmente, es decir, redacta un texto sin negociarlo de antemano y en varios ámbitos lleva esa bilateralidad a la creación de órganos que van a ser declarados inconstitucionales. La distinción entre una ciudadanía vasca y una no vasca pone en bandeja la posibilidad del argumento de que se pretende basar el concepto de ciudadanía en una dimensión étnica. Se puede construir ciudadanía vasca por otras vías.
Pero PNV-Bildu suman una mayoría muy amplia, de casi dos tercios del Parlamento Vasco.
-Si la táctica política fuera llevar el borrador hasta el final y luego vamos a generar una ola de frustración para catalanizar la política vasca porque no nos han dado lo que hemos pedido, ya sabemos cómo va a acabar eso.
¿Y qué otra vía existe?
-Hay otra opción más responsable, que consiste en mejorar el autogobierno. Hay muchos ámbitos en los que se puede mejorar: en lo transfronterizo, en más Europa, en capacidad para formalizar tratados internacionales, en la cuestión de las selecciones deportivas vascas poniéndoselo complicado a Madrid porque el título competencial es nuestro, en la regulación de los derechos sociales que no están recogidos en el Estatuto? Si vamos con este borrador de PNV y Bildu nos van a dar un portazo porque hay elementos que chocan con la legalidad. Yo abogó por acordar algo que no admita reproche de legalidad y, si nos tienen que decir que no, que sea por un planteamiento político, no jurídico.
¿Qué pueden hacer los juristas designados por los partidos?
-No se va a poder reprochar nada a los expertos pero estos no van a poder solventar la falta de consenso de los partidos.
Entonces, ¿qué futuro tiene la Ponencia de Nuevo Estatus?
-Esto se verá en octubre o noviembre del año que viene, a poco menos de un año para las elecciones al Parlamento Vasco. No será un momento propicio para alcanzar un consenso y es posible que las propuestas de país, en lugar de en la Ponencia de Nuevo Estatus, terminen en los carteles electorales de los partidos políticos.
No parece que el Estado español esté por la labor de una bilateralidad política como la del Concierto.
-Ligaría la bilateralidad con las garantías del autogobierno. Mejor autogobierno no es necesariamente tener más competencias, sino más garantía de autogobierno y solo se puede lograr desde la bilateralidad. El Estatuto de Gernika es un buen estatuto y se ha demostrado su potencialidad porque ha permitido una institucionalización muy potente de Euskadi. Pero es frustrante que no tenga garantías para su cumplimiento y desarrollo íntegro. La única forma de generar confianza es participar en la institucionalidad del Estado, teniendo vocales en foros como el CGPJ, el Consejo de Estado? o que nuestros consejeros y consejeras participen en otros foros del Estado y también de Europa, acompañando a los ministros en los foros donde están en juego los intereses de los vascos.