París- La detención de un millar de personas en Francia -de ellas más de 700 en París, en muchos casos con carácter preventivo para evitar mayores problemas- y la estrategia de un dispositivo policial de excepción permitieron ayer limitar la dimensión de los disturbios, en el cuarto sábado consecutivo de protestas del movimiento de los chalecos amarillos. Las protestas reunieron a unas 125.000 personas en toda Francia, unas 10.000 en París, según las cifras oficiales facilitadas ayer por la tarde por el ministro de Interior galo, Christophe Castaner, que cifró en 1.385 las detenciones a media tarde, más de la mitad en París. Además, explicó que 118 manifestantes resultaron heridos, a los que hay que añadir 17 agentes de las fuerzas del orden.

Estas cifras quedaron muy lejos de los 201 manifestantes y 284 policías y gendarmes heridos el pasado sábado en toda Francia, cuando se vivieron -especialmente en París- escenas de guerrilla urbana que han impactado al país y han dejado muy tocada su imagen exterior. Ello se explica en gran medida por las medidas extraordinarias tomadas por el Gobierno de Macron , que desplegó ayer 89.000 policías y gendarmes -frente a los 65.000 de la semana pasada-, de ellos 8.000 en la capital, y que esta vez tenían la consigna de intervenir rápidamente contra los autores de altercados para impedir destrozos y que se levantaran barricadas. Para ello, utilizaron cañones de agua a presión, gases lacrimógenos e incluso, por primera vez en más de cuarenta años en la ciudad, una docena de tanquetas, vehículos blindados de la Gendarmería.

Los primeros choques entre fuerzas del orden y manifestantes, con cargas y lanzamientos de gases lacrimógenos, se produjeron ya a primera hora de la mañana en la avenida de los Campos Elíseos, que era el principal punto de concentración de los chalecos amarillos. Es de destacar el número significativo de manifestantes iba equipado con cascos y máscaras antigás. Otra de las estrategias de las fuerzas del orden para impedir que la situación se les fuera de las manos fue llevar a cabo detenciones preventivas de cualquier persona que estuviera en posesión de objetos susceptibles de ser utilizados para causar disturbios o con actitudes sospechosas.

Pero los enfrentamientos más graves -con quema de coches o destrucción de mobiliario urbano para con él levantar barricadas- tuvieron lugar al ser dispersados algunos radicales en las zonas adyacentes, como la avenida Marceau o en torno al parque Monceau, así como en los Grandes Bulevares y cerca de la estación de Saint Lazare.

Blindaje en las calles Con carácter preventivo, y tras la experiencia del vandalismo del pasado sábado, permanecía cerrada en esas zonas la mayor parte de los comercios, empezando por los grandes almacenes. También estuvieron cerrados importantes monumentos y museos de París, como la torre Eiffel o el Louvre. Además, desde primera hora de la mañana, 36 estaciones del metro y del tren de cercanía permanecieron clausuradas. Fuera de la capital, también hubo altercados en otros puntos a lo largo y ancho del país, como en Burdeos, Toulouse, Marsella, Lyon o Nantes, donde alrededor de 2.000 personas marcharon hasta la Prefectura antes de que la situación degenerara en enfrentamientos con las fuerzas del orden, que utilizaron gases lacrimógenos.

Al margen de las acciones violentas, los chalecos amarillos organizaron bloqueos o filtraron el paso de vehículos en decenas de lugares por todo el territorio francés, en particular en algunos puntos estratégicos de la red de autopistas, como en las dos principales entradas desde España.

Desde la oposición, el líder del partido izquierdista La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, criticó al Gobierno por la estrategia “provocadora” de utilización por la Policía de gases lacrimógenos y se preguntó retóricamente si “la consigna no era crear violencia”. A juicio de Mélenchon, la “muy fuerte movilización de ayer pone en evidencia el “fracaso total de la campaña de desmotivación y de intimidación” del poder.

Aunque las protestas del movimiento de los chalecos amarillos, llamados así por la prenda reflectante que llevan en sus movilizaciones, comenzaron en contra de la subida de los impuestos al carburante -tasa que fue suspendida posteriormente por el Ejecutivo francés para intentar aplacar el malestar social- se ampliaron para quejarse por la pérdida del poder adquisitivo y demandar, incluso, la dimisión del presidente francés, Emmanuel Macron.

parís, en estado de excepción Calles vacías, comercios y cafés cerrados, líneas de metro y de autobuses interrumpidas, numerosas intervenciones policiales con medios excepcionales, incluidos blindados, y cientos de detenciones. Esa fue la estampa en gran parte del centro de París ayer. La avenida de los Campos Elíseos fue el principal punto de concentración de los chalecos amarillos y también donde más presentes se hicieron las fuerzas del orden. Los altercados de mayor magnitud durante la mañana, sin embargo, tuvieron lugar en los Grandes Bulevares, donde grupos de manifestantes formaron barricadas con jardineras, contenedores y mobiliario urbano y les prendieron fuego. Los agentes antidisturbios echaron mano de gases lacrimógenos, apoyados por vehículos con mangueras que lanzaban agua a presión. En la retaguardia, las fuerzas del orden tenían varios blindados para arrastrar y traspasar las barricadas.

La emblemática plaza de la Bastilla, donde estuvo la prisión cuyo asalto por el pueblo de París es el símbolo de la Revolución Francesa de 1789, era otra de las zonas escogidas para la protesta, pero allí llegaron pocos. Philippe, de 70 años, un funcionario jubilado, dijo que acudió “por solidaridad” y, sobre todo, para censurar a Macron por la supresión del impuesto sobre la fortuna. A su juicio, las concesiones que ha hecho a los chalecos amarillos, como la anulación de la subida de los impuestos al carburante, llegan demasiado tarde.

En torno a la plaza de la Bastilla, al igual que en los Campos Elíseos y en los Grandes Bulevares, buena parte de los comercios permanecieron cerrados por precaución. Muchos colocaron tablones de maderas en sus vitrinas para evitar las escenas de pillaje del pasado sábado. Al igual que en los otros puntos de concentración de este movimiento surgido de forma espontánea e inicialmente contra el incremento de las tasas al combustible, los mensajes contra el presidente francés fueron el denominador común y el grito “Macron dimisión” resonó con insistencia durante las protestas. - Efe