bilbao - La operación policial de Luhuso (Iparralde) que terminó la semana pasada con la detención de cinco personas acusadas de la destrucción de armas de ETA abortó la verificación del proceso de desaparición del arsenal que pretendía llevar a cabo de manera inminente una comisión internacional, que no llegó a identificar ni tampoco a dar algún detalle sobre su naturaleza. Así lo desveló ayer en Euskadi Irratia Mixel Berhokoirigoin, uno de los arrestados por la Gendarmería gala, quien aseguró que “al día siguiente de la redada iba a llegar una delegación internacional para verificar” la destrucción de las armas.

Tras su arresto y posterior declaración ante el juez de París que decretó su puesta en libertad con cargos -aunque exonerados de la acusación de pertenencia a asociación de malhechores-, los detenidos han empezado a realizar declaraciones y ofrecer pistas del objetivo, motivaciones y detalles de su participación en el proceso de destrucción de las armas.

Tanto Berhokoirigoin como Jean Joël Etxeberri, otro de los detenidos en el caserío junto a Mixel Bergougnian, señalan que no pretendían actuar de manera clandestina, como lo demuestra el hecho de que planeaban divulgar al día siguiente las imágenes grabadas de la inutilización del armamento. “Lo que nosotros íbamos a hacer iba a ser filmado y publicado. Los Estados iban a tener información e iba a ser publicada para la sociedad. Nunca pensamos en hacer un acto clandestino, nada que no pudiéramos asumir y que no iba a ser hecho público”, afirmó Berhokoirigoin.

Los dos reconocen que se ofrecieron voluntaria y conscientemente a ETA para ayudar en la “neutralización e inutilización” de las armas. Y lo hicieron porque “es insensado dejar armas por el campo con el riesgo de que personas malintencionadas se hagan con ellas”, asegura Etxeberri, a lo que su compañero precisa que “nosotros no estamos ligados a ETA ni orgánicamente ni de ninguna otra manera, lo hicimos por iniciativa propia”.

En declaraciones al diario galo Liberation, Etxeberri, dirigente del movimiento ecologista Bizi!, detalla que entraron en contacto con ETA el pasado 19 de octubre y le propusieron hacerse cargo del desarme. Según su relato, la organización armada envió un primer inventario de pistolas y explosivos ocultos en diferentes zulos diseminados por el Estado francés. El pasado viernes 16 de diciembre, el activista ecologista recogió 11 baúles de armas sellados por ETA y los cargó en su furgoneta para llevarlos al caserío de Luhuso propiedad de la periodista Béatrice Molle, también arrestada e imputada al igual que el cámara de televisión Stéphane Etxegarai.

Etxeberri asegura que sintieron que había policías vigilando, pero que aún así decidieron seguir adelante para inutilizar las armas, aunque precisan que no pretendían “destruir pruebas” en ese arsenal que pudieran ayudar a resolver atentados de ETA pendientes de aclaración. En Luhuson se encontraron 29 armas cortas, 9 fusiles de asalto, 12 metralletas, dos granadas, abundante munición, explosivos, material para su fabricación y detonadores, alrededor del 15% del arsenal que esconde ETA, según la propia banda armada.

Para la destrucción del armamento se ayudaron de una pulidora y de un taladro y en ello se estaban aplicando Berhokoirigoin, Bergougnian y el propio Etxeberri cuando les sorprendió la policía en la casa de Luhuso. El dirigente ecologista asegura que cuando se produjo la intervención policial, tuvo tiempo de refugiarse en la ganbara del caserío y enviar una foto de la destrucción de las armas y un comunicado reivindicando la acción.

Los implicados aseguran que el Gobierno Vasco no conocía su participación en el desarme. Berhokoirigoin sostiene que el proceso de desarme requiere de “herramientas independientes, agentes internacionales y estructuras de aquí”. A su juicio, “todos deben tomar parte”, en referencia a los Gobiernos vasco y navarro y los Estados español y francés.