washington/damasco. El presidente de EEUU, Barack Obama, anunció ayer su decisión de atacar Siria en represalia por el uso de armas químicas por parte del régimen de Bachar Al Asad, algo que considera probado, pero aclaró que buscará la autorización del Congreso, lo que aleja la perspectiva de una acción inminente. "Tras una deliberación cuidadosa he decidido que Estados Unidos debe llevar a cabo una acción militar contra objetivos militares del régimen sirio", dijo Obama en una comparecencia en la Rosaleda de la Casa Blanca junto a su vicepresidente, Joe Biden.
De acuerdo con funcionarios de la Casa Blanca, Obama había decidido en un principio llevar a cabo la acción militar sin buscar la autorización del Congreso, pero a última hora, en la noche del viernes, cambió de opinión tras mantener largas discusiones con su equipo de seguridad nacional. "Estamos preparados para atacar cuando decidamos", advirtió Obama, cuyo Gobierno ha dado por probado que el régimen del presidente Asad fue el responsable del ataque con armas químicas del pasado 21 de agosto en la periferia de Damasco y busca castigarlo por esa acción.
El presidente se declaró dispuesto a dar la "orden" de atacar y sostuvo que la operación militar puede producirse cuando Washington lo quiera, en un día o en un mes, porque sus Fuerzas Armadas están listas con un despliegue de varios destructores en la región.
Pero también "soy consciente de que soy el presidente de la democracia constitucional más antigua del mundo", indicó. Por ello, "aunque creo que tengo la autoridad para llevar a cabo esta acción militar sin una autorización específica del Congreso, sé que el país será más fuerte si tomamos esa medida y nuestras acciones serán incluso más eficaces", agregó después Obama.
Así, el objetivo de Obama es que el ataque contra Siria tenga mayor legitimidad y el mayor apoyo doméstico posible, pero también asume un riesgo político teniendo en cuenta la polarización actual en el Congreso y que la cámara baja está controlada por los republicanos. Lo que no dejó claro es si llevará a cabo la acción militar contra Siria incluso si el Congreso no da su autorización.
"Somos Estados Unidos y no podemos y no debemos cerrar los ojos a lo que ocurrió en Damasco", subrayó contundente Obama en referencia al ataque con armas químicas del pasado día 21, al que denominó el "peor" del siglo XXI y un "asalto a la dignidad humana".
Asimismo, Obama afirmó que se siente "cómodo" con su decisión de atacar Siria pese a no contar con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, que a su juicio ha estado hasta ahora "completamente paralizado" y "poco dispuesto" a que Asad responda por sus crímenes.
Al igual que hizo este viernes, el presidente reiteró ayer que la acción militar en Siria estará diseñada para ser "limitada en duración y alcance", y en ningún caso implicará el envío de tropas. "Sé muy bien que estamos cansados de la guerra", admitió al dirigirse al pueblo estadounidense y recordar la guerra de Irak, recién finalizada, así como el conflicto todavía abierto en Afganistán.
La mayoría de los líderes del Congreso, incluidos los republicanos, acogieron con satisfacción la decisión de Obama de buscar el aval del Legislativo. "Según la Constitución, la responsabilidad de declarar la guerra reside en el Congreso", decía un comunicado. El Congreso está de receso veraniego y su vuelta al trabajo está prevista para el 9 de septiembre, semana en la que arrancaría el debate sobre la acción militar.
El régimen sirio, por su parte, desafió ayer de nuevo las amenazas asegurando que saldrá victorioso de un eventual ataque militar extranjero, mientras la oposición siria urgió una intervención "amplia y decisiva". El primer ministro sirio, Wael al Halqi, aseguró que el Ejército está preparado y "derrotará a EEUU y sus aliados si lanzan una guerra contra Siria". "El pueblo sirio no se intimidará con los cazabombarderos de EEUU ni con sus buques de guerra", señaló.
en la encrucijada Obama, galardonado en 2009 con el Nobel de la Paz, está viviendo una gran encrucijada. Aunque ha demostrado durante su mandato que no le tiembla el pulso a la hora de usar el poderío militar estadounidense, esta vez su decisión de atacar sería diferente. Heredó de su antecesor, el republicano George W. Bush, los conflictos de Afganistán (2001) e Irak (2003). En marzo de 2011 impulsó la coalición internacional que acabaría con el dictador libio Muamar al Gadafi y en mayo de ese mismo año, la operación en la que se localizó y murió el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden. Ahora, a diferencia de esas campañas, Obama sabe que está solo frente al mundo y que, si se desencadena un nuevo conflicto en Oriente Medio por la agresión contra un país árabe, habrá sido por su iniciativa.
El Premio Nobel le fue concedido a Obama cuando casi no se había estrenado en la esfera internacional, por "sus extraordinarios esfuerzos" encaminados a reforzar la diplomacia y la cooperación entre los pueblos, y por el "nuevo clima" que el mandatario prometía forjar, en especial con el mundo musulmán. Pero ya en su discurso de aceptación, defendería que el uso de la fuerza es a veces necesario, "una idea que él tenía que dar, pero no precisamente una que el Comité Nobel quería escuchar", según comentaría el diario The New York Times.