Atenas. La tragedia griega abre hoy un nuevo capítulo. Los ciudadanos helenos acuden por segunda vez en mes y medio a las urnas para elegir un Gobierno que trate de devolver la estabilidad al país y evite su salida del euro. Y es que, tanto dentro como fuera de Grecia, se han planteado estas elecciones legislativas como un plebiscito sobre la continuidad del país en la eurozona. Los partidos que encabezan las encuestas defienden la permanencia de Grecia en la moneda única, aunque la incertidumbre que genera la cita electoral ha disparado todas las alarmas. En primer lugar, porque las encuestas prevén, de nuevo, un Parlamento fragmentado en el que ninguna formación política podrá formar gobierno en solitario; y, en segundo lugar, porque uno de los cabeza de lista en los sondeos, el partido de izquierdas Syriza, se opone al memorándum de austeridad que los partidos tradicionales griegos se habían comprometido a cumplir ante la Unión Europea (UE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El programa de Syriza incluye la suspensión del compromiso de austeridad, al tiempo que aboga por la anulación de las bajadas salariales y la nacionalización de la banca así como algunas empresas clave. Y aunque el partido defiende la permanencia de Grecia en el euro, sus críticos advierten de que su programa electoral llevará al país fuera de la moneda única, ya que los socios europeos se negarán a continuar prestando dinero y el Estado quebrará. Las instituciones europeas trabajan ya ante esa posibilidad y preparan planes de emergencia para aplicar en caso de que Grecia abandone el euro. Las medidas más extremas, según informaba esta semana Reuters, incluirían la imposición de límites a la retirada del dinero en los cajeros automáticos -el temido corralito-, así como controles a los movimientos de capital y de personas -suspensión del Tratado Schengen- al menos en Grecia.

"El dinero ya se está poniendo a buen recaudo, los bancos alemanes están incrementando sus depósitos, los que vienen de Grecia y también los que vienen de España. Se está moviendo el dinero a zonas más seguras. Esto supone un riesgo, por eso conviene que se clarifiquen de una vez las cosas este fin de semana", asegura Ferrán Brunet, profesor de Economía Europea en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). La cifra de depósitos privados en bancos alemanes se situó en abril en 3,119 billones de euros, el nivel más alto de la era euro, lo que implica un incremento mensual de 24.700 millones (un 0,8% más). Para los analistas económicos, estas cifras son evidencia de que los ahorradores están llevando su dinero a la que consideran la zona segura del euro.

Miedo "Llevamos ya casi tres años de decisiones y de dudas, desde diciembre de 2009. Y estas elecciones serán definitivas si el ganador toma una posición de contrariedad en relación al saneamiento de la economía, entonces, el camino va a ser la salida del euro. Nos encontramos ante una situación muy complicada, porque la eurozona no es una zona monetariamente óptima", pronostica Brunet. El miedo también se ha instalado en las calles. El sector bancario anunció el pasado miércoles que cada día se retiran de los bancos entre 500 y 800 millones de euros, al tiempo que las asociaciones de comercios aseguran que la gente está comprando más productos enlatados o pasta por miedo a una vuelta al dracma, la moneda griega.

Alexis Tsipras, líder de Syriza, acusa a los partidos tradicionales de provocar el miedo en la ciudadanía con la amenaza de la salida del euro. "La solución para Grecia está en Europa", dijo en su cierre de campaña en un discurso europeísta. La situación que atraviesa Grecia es más que complicada. Y es que si no se forma un gobierno rápidamente y la ayuda sigue congelada, el país podría quebrar el septiembre. Asimismo, los ciudadanos llevan dos años sufriendo las consecuencias de la austeridad, medidas que han provocado un incremento del desempleo hasta el 22,6% en el primer trimestre del año -en el mismo periodo del año anterior, el paro se situaba en el 15,9%-, el cierre de un tercio de los negocios de Atenas, la caída del poder adquisitivo hasta cerca de la mitad y un aumento de la pobreza hasta el 25% de la población.

crisis prolongada Desde octubre de 2009, cuando el socialdemócrata Yorgos Papandréu se hizo con las riendas del gobierno griego, la inestabilidad se ha instalado en el país heleno. Papandréu ganó con mayoría absoluta unas elecciones anticipadas convocadas ante la oleada de escándalos que azotaban al gobierno de centro-derecha y pronto se abrió la caja de Pandora: se conoció que el déficit público no era del 6%, sino que llegaba al 12,7% del PIB. Meses después, las agencias de calificación rebajaron los títulos griegos a "bono basura" y se desplomaron la Bolsa y los bonos helenos. Desde entonces, la situación económica, política y social no ha hecho más que agravarse. Dos rescates por valor de 240.000 millones de euros, así como la quita de la deuda, y un durísimo plan de austeridad que incluye la rebaja del salario mínimo en un 22% y el despido de miles de funcionarios públicos ha provocado una grave crisis política y social. La realidad griega es que los partidos se han visto incapaces de formar un gobierno y la sociedad se hunde en la miseria, el desempleo y la precariedad.

El gobierno de Papandréu presentó su dimisión en noviembre de 2011 una semana después de que el primer ministro propusiera un referéndum sobre el plan del primer rescate y la UE decidiese bloquear los 8.000 millones de euros del sexto tramo. Dos días después asumió la jefatura del Gobierno el exbanquero Lukás Papadimos al frente de un ejecutivo de coalición entre socialdemócratas, conservadores y ultraderechistas hasta las pasadas elecciones de mayo. Estos comicios supusieron el inicio del fin del bipartidismo entre los socialdemócratas de Pasok y los conservadores de Nueva Alianza, que habían dominado la escena política nacional desde 1974.

Aquella cita electoral dejó como resultado un Parlamento fragmentado con presencia de siete partidos políticos; ninguno de ellos con la mayoría suficiente para formar gobierno. Ante la falta de acuerdo, se convocaron nuevas elecciones. Los sondeos prevén un aumento del apoyo popular hacia Syriza, que lograría entre 22 y 31,5% de los votos (en mayo obtuvo 16,8%), y Nueva Democracia, que se haría con entre 24 y 29% de los votos frente al 18,8% de mayo. Por su parte, Pasok seguiría siendo el partido más castigado con entre el 10 y el 14% de los votos. Además, otras cinco formaciones políticas podrían ingresar en el legislativo, incluida Amanecer Dorado, un grupo neonazi que ha protagonizado el momento más polémico de esta campaña electoral, cuando su portavoz abofeteó durante un debate televisivo a una diputada comunista. Sin embargo, se espera que su resultado sea inferior al logrado en mayo.