Vitoria. Las cosas han cambiado mucho desde que PSE y PP firmaron el acuerdo de bases que aupó a Ajuria Enea a Patxi López. El PSOE se ha hundido en España, ETA ha dado un paso atrás, la izquierda abertzale ha regresado a las instituciones con más fuerza que nunca, y PP y PNV unifican criterios económicos ante una eventual y hasta hace poco inverosímil alianza entre abertzales y socialistas en materia impositiva.

En ese contexto trasladó ayer el lehendakari a sus altos cargos, en el tradicional discurso anual a su Gabinete, un mensaje escorado fuertemente a la izquierda en lo económico y la seguridad de que agotará la legislatura respaldado por Antonio Basagoiti y sus populares vascos, aunque cada día las recetas de unos y otros para salir de la crisis difieran más.

Tras los vaivenes de la última semana, durante la cual López defendió una intervención del Gobierno Vasco en materia fiscal para después dar marcha atrás, el lehendakari sigue en la línea de trasladar la imagen de "un país pequeño en el extremo de Europa" insumiso a las imperantes reglas del juego. "Tenemos razón y vamos a hacer de esta razón una posición política que vamos a defender en todas partes y en todos los foros que participemos".

Y esa razón pasa, insiste, por poner en marcha una reforma fiscal "seria y profunda" para que "paguen más quienes más tienen", una tarea que, como ya le han dejado claro PNV y PP, corresponde acometer a las diputaciones, que ven en la estrategia izquierdista del lehendakari una injerencia en la labor de estas administraciones.

Y López, por su parte, acusa a los partidos que gobiernan Álava y Bizkaia de sacar "el fantasma del éxodo fiscal a otras comunidades españolas para negarse a toda modificación fiscal", amén de rechazar su plan contra el fraude en el pago de impuestos. A tenor de la dureza de sus palabras de ayer, el lehendakari va a marcar perfil con un discurso centralista que cuestiona la Ley de Territorios Históricos y el poder de las diputaciones. No es un secreto que a los socialistas -y a unos cuantos partidos más en Euskadi- no les gusta el actual modelo institucional vasco, pero rara vez ha hablado López al respecto con tanta contundencia como ayer. "No vamos a permitir que dos partidos, en aras de mantener ciertas prebendas forales, nieguen a este país un debate imprescindible". Se refería el lehendakari a ese debate fiscal al que no renuncia, pero ayer fue más allá. "Es hora también de hablar de nuestro modelo institucional, no podemos tener Euskadi troceado en parcelas en las que cada uno vaya por su cuenta", defendió. López aboga sin ambages por acabar con los "reinos de taifas que impiden el crecimiento conjunto del país", y de ahí a plantear la reforma de la LTH con la que el PSE ha amagado durante toda la legislatura quedan ya muy pocos pasos.

Si el lehendakari se siente atado de manos ante sus instituciones más cercanas, más impotente aún se siente ante "los poderes económicos y financieros" que rigen el devenir de Europa. Sin embargo, en esa misma línea de presentar a su Ejecutivo como un pequeño David frente al Goliat francoalemán, López se declaró insumiso a las imposiciones presupuestarias. "No vamos a sacralizar una cifra de déficit que nos impida hacer nada para, al final, caer en recesión y seguir destruyendo empleo", prometió.