Maika Ariztegi está sorprendida. Su sorpresa es mayúscula porque en los últimos tiempos, asegura, los medios de comunicación han puesto el foco en su carrera deportiva como nunca antes. “Me hacen caso ahora que ya no igualo las marcas que hacía en mis mejores tiempos”, afirma. En realidad, no resulta tan sorprendente si uno mira hacia atrás.

La veterana deportista de Ituren, a sus 52 años, ha acaparado tantas txapelas y copas en el mundo de los herri kirolak que ella misma pierde la cuenta de todos sus logros. Su abultado palmarés -por ejemplo, ha sido al menos 12 veces campeona navarra de levantamiento de yunque - se empezó a gestar a partir de los 26 años. 

La deportistia Maika Ariztegi

La deportistia Maika Ariztegi Cedida

Pese a la edad y un lógico y leve desgaste físico, Ariztegi no para de acumular victorias y sumar títulos en su cuenta personal. Dice que algunos trofeos están esparcidos por “el comedor de casa” y otros tantos los tiene “apilados en cajas”. El gran secreto de su éxito es que no hay ningún secreto. Si acaso, un trabajo constante y continuo desde que en plena adolescencia comenzó a correr.

La reina de los herri kirolak - además de levantar yunques de 9 y 10 kilos, Ariztegi también destaca en las competiciones de recogida de mazorcas y en la aizkora- iba para atleta. Se forjó en las carreras de cross y medias maratones. Hubo un tiempo en el que no fallaba a su cita anual con la Behobia-San Sebastián. “Fui unos 11 ó 12 años. Cuando era joven estaba muy de moda”, recuerda.

Una vez alcanzó el podio en la popular carrera guipuzcoana con un tiempo de una hora y 17 minutos. Su progresión llamó la atención fuera de nuestras fronteras. Estuvo tentada de marcharse a Barcelona y continuar con su carrera de atleta. Tenía unos 20 años. “Me contactaron de un equipo y me decían: ‘¿No te animas a venir aquí?’. Dudó y dudó, pero finalmente se quedó en el pueblo. No se ha movido de Ituren, una villa de unos 500 habitantes con un paisaje verde y montañoso en el histórico valle de Doneztebe.

Maika Ariztegi Cedida

“Mi vida es el deporte y el caserío”, dice. Fue una de las primeras mujeres que, en un ambiente dominado por hombres, se atrevió a coger la aizkora. Junto a Cristina Saralegi o Itziar Goenaga, abrió camino para el resto. Según cuenta, siempre le ayudaron aunque también había algunas voces que le metían miedo. Sobre todo al principio, cuando no era demasiado habitual ver a aizkolaris femeninas mostrando su destreza con el hacha. “Me decían que tuviera cuidado porque podía cortarme una pierna. Como estaba muy animada no les hacía demasiado caso”, rememora Ariztegi.

Maika Ariztegi Cedida

Nunca ha pisado un gimnasio. No levanta pesas ni utiliza cualquier otra máquina de ejercicio. En su trabajo como agricultora y ganadera ha encontrado una gran solución para ponerse a punto y no perder la forma. “Mi gimnasio son las vacas”, dice. También tiene un rebaño de ovejas, pollos, un huerto, corta la hierba de su terreno... “Me monto en el tractor, pero casi todo lo que hago es manual”. Quizás ese sea su pequeño secreto.  

Aunque no será inminente, le está dando vueltas al día de su retirada de las plazas de Euskal Herria. No dejará el deporte. Es la mitad de su vida. “Yo no sé hacer otra cosa. El cuerpo me pide hacer deporte, así que me montaré en una bicicleta o haré lo que sea”, augura Ariztegi. A su hijo, de 22 años, también le ha dado por correr, así que uno de sus planes ahora es verlo competir y acompañarlo en las carreras. No tiene margen para más planes. Entre la sacrificada vida baserritarra, que apenas da un respiro, y el deporte se le agota el tiempo.

Maika Ariztegi cortando un tronco de árbol Cedida

Los encantos de Ituren

Carnaval rural. Ver a las cuadrillas disfrazadas de joaldunak y mozorros en las jornadas de Carnaval es uno de los planes estrella en Ituren y también en su localidad hermana, Zubieta.

Mendaur. Ariztegi recomienda subir al emblemático monte (1.131 metros) y visitar la ermita de la cumbre. Ya de vuelta, parada casi obligatoria para reponer fuerzas en el restaurante Tresanea.