El Deportivo Alavés camina con paso firme hacia la consecución de la permanencia. El conjunto vitoriano no falló ante el Rayo Vallecano en una cita señalada como el escenario para dar un golpe sobre la mesa. Así, los de Luis García superan la barrera psicológica de los 30 puntos y, con 32 créditos, se mantienen a diez de distancia respecto a la zona roja.

Eso sí, el Glorioso tuvo que madurar su partido desde el primer minuto ante una escuadra con serias amenazas en su ataque. El plantel vitoriano, con las dos novedades en el once de Blanco en la sala de máquinas y Vicente en el costado derecho, no renunció a su estilo y supo neutralizar el volcánico juego de un rival necesitado en la clasificación.

De hecho, las ocasiones más claras del primer asalto estuvieron teñidas de color albiazul. Samu Omorodion, insistente en la punta de lanza, constituyó un quebradero de cabeza para la endeble zaga rival, pero lo cierto es que no tomó las mejores decisiones en el último tercio. Fruto de su juventud y las ganas de resarcirse, el melillense decidió disparar a puerta en una situación en la que Carlos Vicente se encontraba sólo en el otro lado del área. 

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Eso sí, el Alavés se asentó en el verde con el paso de los minutos, encontró los espacios de la zaga visitante y, de este modo, poco antes de llegar al tiempo de descanso, Andoni Gorosabel se destapó como un lateral de largo recorrido para protagonizar el primer y único tanto de la velada.

El defensa guipuzcoano, pieza fundamental en el engranaje de Luis García, irrumpió a la espalda de los centrales rayistas y aprovechó un pase milimétrico de Antonio Blanco para abrir la lata. Gorosabel, como si se hubiera reencarnado en un ariete goleador, batió a Dimitrievski de vaselina y provocó el estallido de un feudo que congregó a más de 16.000 espectadores.

Gorosabel se convirtió de este modo en el décimo goleador del Alavés en el campeonato doméstico. Esta fue, de hecho, una de las más gratas sorpresas del choque frente al Rayo Vallecano. Ninguno de los delanteros babazorros tuvo su tarde más acertada de cara a puerta y la contribución de Gorosabel resultó decisiva para sumar los tres puntos al zurrón albiazul.

Como es lógico, en la recta final de la contienda, el equipo madrileño quemó las naves en busca de igualar al sólido anfitrión. Íñigo Pérez introdujo la artillería pesada de Falcao, Bebé y Camello. Una arriesgada apuesta que, en consecuencia, obligó a los vitorianos a realizar un derroche físico en las tareas más farragosas. 

Y en este escenario de alto voltaje con un rival volcado en ataque, Sivera se consolidó como el providencial seguro de vida del Glorioso. El de Jávea, en la última acción del partido, sostuvo a su equipo al protagonizar una parada a bocajarro en el área pequeña a remate de Isi. 

Un golpe sobre la mesa del portero babazorro, quien ayer volvió a demostrar su excelso nivel bajo los palos de Mendizorroza. Como es lógico, la parroquia albiazul reconoció la formidable actuación de Sivera y el portero salió del Paseo de Cervantes ovacionado.

El Deportivo Alavés, que llegaba a su cita con tan solo dos goles a favor en las últimas cuatro jornadas, aprovechó la aportación de Gorosabel en ataque y el instinto felino de Sivera para insuflar oxígeno en la lucha por la permanencia. Nada más lejos de la realidad, la suma de puntos de las últimas cinco jornadas obligaba al Glorioso a hacer de Mendizorroza un fortín y el conjunto vitoriano cumplió su objetivo con creces.