¿Se imaginan desnudos sin ningún mobiliario y haciendo vida normal? Un repaso somero a cualquier hogar lanza un balance de acumulación intensa de objetos. ¿Son necesarios varios pares de gafas de sol para una sola persona? ¿Es imprescindible tener pares y pares de zapatos, zapatillas deportivas y botas? Camisetas, vestidos, pantalones, bolsos y un sinfín de posesiones, muchas veces olvidadas, se aposentan en armarios y cajones. ¿Se imaginan sin Internet, sin redes sociales, sin poder chatear o sin saber la previsión del tiempo para la próxima media hora? ¿Se puede vivir sin móvil? Parece que sí, al menos once personas lo van a intentar.

En medio de todo un caos de posesiones materiales se alza una pregunta: ¿Somos lo que tenemos? Los espectadores de Antena 3 tiene hoy una cita con El contenedor, un programa que durante diez días pondrán a prueba la capacidad de resistencia de una familia de Alicante, una pareja sentimental de Sabadell, dos amigas malagueñas y tres amigos valencianos. Desnudos y sin nada todos ellos se expondrán ante los espectadores a partir de cero e intentar una vida más o menos normal.

En El contenedor, los habitantes de cuatro viviendas tendrán que aprender a convivir y a seguir con sus rutinas, como ir al trabajo, a clase o al gimnasio, pero prescindiendo de cualquier elemento material, incluso de su propia ropa. Los participantes son personas con vidas totalmente distintas entre sí, pero con un objetivo común: descubrir quiénes son realmente, una vez son despojados de todo lo que tienen.

Durante diez días deben desenvolverse con normalidad en su casa, que habrá sido totalmente vaciada: sin camas, ni cortinas, sofás o menaje. No tendrán ni muebles ni ropa. Todas sus pertenencias serán almacenadas en un contenedor situado a un kilómetro de la vivienda. No podrán comprar nada, salvo la comida o la bebida del día. Podrán pedir ayuda para moverse, trasladarse o alimentarse, pero no podrán acumular nada.

Cada miembro del grupo podrá recuperar un solo objeto al día. Esto les obligará a valorar qué cosas son realmente necesarias y trazar sus propias estrategias para escoger sus pertenencias. ¿Elegirán rescatar el móvil o una tela para hacerse ropa? ¿Cuál será la necesidad básica para cada uno? Los espectadores pueden plantearse viendo el programa qué objetos recuperarían para vivir.

UNA LECCIÓN La familia alicantina son los Izquierdo-Vicedo. Está formada por los padres, Julián y Maribel, ambos regentan un negocio de estética que les ha costado levantar y que ahora les va bien; los hijos, Alejandro y Javier, son universitarios. Ambos tienen costumbres muy comunes, se pasan horas y horas con el móvil en la mano y ante el ordenador. Evidentemente, también les gusta el mundo de la moda. Sus progenitores quieren con esta experiencia que aprendan a valorar las cosas que a ellos tanto trabajo conseguir. Julián, el padre, dice que no puede vivir sin su coche, su cama y su televisión; Maribel echará de menos la ropa, el maquillaje y los elementos de cocina; Alejandro tiene claro que en su vida es imprescindible el secador de pelo y el móvil, y Javier suspirará en esta experiencia por su ordenador, la conexión a Internet y su cama. Solo serán diez días desconectados del mundanal ruido, pero se plantean como una eternidad.

¿COMPATIBLES? En el caso de la pareja formada por Lidia y Dani, el reto es saber si pueden vivir enfrentándose a una relación basada exclusivamente en la palabra y estando aislados de esos 2.207 objetos que les rodean a diario. En un rápido inventario se puede anotar 22 cuadros, 18 arreglos florales, siete televisores, un proyector, nueve espejos, 32 shorts o 19 chalecos. Ellos quieren saber si son capaces de ser felices desnudos y sin nada de todo lo que han acumulado en el tiempo que llevan juntos.

Ella es profesora en su propia academia de inglés y él es empresario de la noche. Durante estos diez días que van a estar al margen de los objetos que son cotidianos en su vida diaria, él echará de menos el dinero, el móvil, el coche y el tabaco. Ella por su parte lo pasará mal sin su ropa, sin poder mirarse al espejo o sin su maquillaje.

PONER LÍMITES Los 55 pares de zapatos y las 66 pulseras de Desi o los 33 cinturones y los 27 pintauñas de Marina quedarán en sus casas cuando estas dos amigas entren desnudas a El contenedor. Ambas tienen miedo a ese momento, pero se reconocen muy imaginativas y piensan que se las van a arreglar muy bien. Pero ¿qué es lo que van a echar de menos estas dos mujeres? Marina, consultora inmobiliaria, suspirará por el café, el coche y el sofá de su salón. Desiré, trabajadora de unos grandes almacenes, está convencida de no poder vivir sin su maquillaje o las planchas para el pelo.

EL RETO Juanjo (27 años, profesor de danza), Raquel (19 años, estudiante universitaria) y Sergio (18 años y estudiante de estética y belleza) comparten piso en Valencia. Estos tres jóvenes, amantes del baile y de la moda, están acostumbrados a vivir rodeados de todo lo que creen necesitar y les cuesta deshacerse, aunque sea temporalmente de objetos que tienen repetidos y hacia los que declaran un amor incondicional.

Entre los tres poseen más de 2.857 objetos: 15 pares de gafas, 23 fundas de móvil, 12 relojes, 227 sombras de ojos o 44 pinceles de maquillaje. Les cuesta hacerse a la idea de vivir 10 días desnudos y sin nada, pero están dispuestos a retarse a sí mismos. Juanjo no puede vivir sin la televisión, el ordenador y el cepillo de dientes. Raquel cree que es vital para ella el maquillaje, el móvil y la ropa. Sergio coincide con su amiga y añade que es incapaz de acostarse o levantarse sin escuchar a Beyoncé.