Madrid - Miles y miles de trucos han ayudado a muchos y muchas manitas a resolver todo tipo de problemas domésticos a través de los programas que presenta semanalmente Kristian Pielhoff. No es usual que una persona permanezca tanto tiempo al frente de un espacio, pero él ha roto todas las normas. Añade que él es la cabeza visible, pero asegura que sin el equipo que tiene detrás hubiera sido imposible la celebración de hoy: un cuarto de siglo y 1.000 emisiones de Bricomanía.

No es muy normal que un programa dure 25 años y que el presentador sea el mismo durante ese tiempo. Un cuarto de siglo, dicho así suena fuerte.

-No parece frecuente, pero lo nuestro es romper normas. Siempre hemos estado peleando por estar en la televisión y de momento lo estamos consiguiendo.

¿Cómo se le ocurrió presentarse a un casting para hacer un programa como ‘Bricomanía?

-¡Jesús! Es que me estás preguntando por una decisión que tomé hace más de un cuarto de siglo. Se hizo un casting en Zarautz, no sé cuántas personas se presentaron, creo que cerca de 280. Al final quedamos dos, y me eligieron a mí. ¡Quién me lo iba a decir! 25 años después estoy hablando contigo porque sigo en este programa. Hicimos un programa de prueba y hasta hoy.

¿Es usted tan ‘manitas’ como vemos en televisión o es puro guion?

-Es cierto que soy manitas, eso creo yo, modestia aparte. Siempre me ha gustado lo de hacer arreglos, disfruto con este trabajo y creo que eso se nota.

Después de 25 años y de haber dado miles y miles de trucos de bricolaje, ¿le siguen quedando ideas?

-Hemos hecho de todo. Dar trucos de bricolaje, de jardinería, de todo? Son 25 años y 1.000 programas, pero todavía tenemos cuerda como para seguir dando otros tantos millones de trucos.

¿Por qué se interesa por el mundo del bricolaje?

-No es una profesión, es un hobby. Pienso que es una herencia de la ama. El aita trabajaba en el departamento de exportación de Caja Laboral y siempre estaba de viaje y era la madre la que llevaba la batuta en casa a todos los niveles. Era el matriarcado total. Hacía la comida, cuidaba de los niños, hacía los arreglos de casa y como yo estaba siempre pegado a ella, surgió mi historia con el bricolaje.

¿Alguna herencia paterna?

-Sí, como el aita siempre estaba de viaje, mi pasión por viajar me ha venido de él. Tengo una mezcla de las dos cosas y hasta ahora me ha ido muy bien dedicándome a los viajes y a la televisión.

Estudió Turismo en la Universidad de Deusto y, sin embargo?

-El brico era un hobby, ser técnico en turismo era mi profesión. Hoy en día, el hobby se ha convertido en profesión y la profesión en hobby.

¿Sigue viajando?

-Eso sí. Trabajo para una agencia de Euskadi y soy guía. Voy donde me mandan. He estado en el Magreb, en distintos países africanos, en Indonesia, Sudamérica, hace poco he estado en Uzbekistán, Guatemala? Voy con grupos de 18 personas.

¿Algún lugar en especial al que le guste ir?

-Voy a gusto a cualquier sitio, viajar es algo que llevo en la sangre. No tengo un país definido como preferido, cada uno de ellos es distinto porque su gente es distinta, su gastronomía también y la forma de vida puede llegar a ser contrapuesta.

¿Mezclar destinos?

-Si este mes estoy en África, el siguiente me gusta buscar algo totalmente diferente como puede ser Centroamérica, y al siguiente me voy a Uzbekistán. En este último lugar, tengo muy buenos amigos y me siento como en casa. He estado ya siete veces y tengo mi gente; cada vez que llegome llaman hermano y me llevan a su casa a cenar. Pero en principio voy a gusto a todos los sitos.

Supongo que habrá diferencia de comodidades entre un lugar y otro.

-Claro, los hay más duros, más blandos o más incómodos, pero los disfruto todos muchísimo.

No me lo imagino en unas vacaciones al uso, de sol y playa.

-Sí me cojo mis momentos para unas vacaciones como las que tú dices. Vivo en Zarautz y tengo la playa enfrente, está haciendo un tiempo espectacular y me estoy dedicando a pasearme por la playa y a bañarme. Durante los fines de semana no hago lo mismo, el pueblo se peta de gente y me voy al monte o a pasar a otro sitio. Julio y agosto suelo dejar los fines de semana libres para la gente que viene de fuera a disfrutar la playa de Zarautz. Cada momento tiene su viaje diferente.

¿Se imaginaria haciendo algún otro programa de televisión?

-En Bricomanía estoy muy a gusto, pero sí me vería en un programa de viajes?

Hay ya bastantes.

-Pero yo haría un programa de viajes. Me encantaría.

¿Y lo que dan en televisión no son programas de viajes?

-Yo no lo acabo de ver, no hay ninguno que a mí me llene. Todos me parecen iguales, cuentan las mismas tonterías, los mismos tópicos? Me gustaría hacer un programa de viajes con un poco de fondo. Con ritmo, pero entrando dentro del viaje en sí.

¿Un programa de viajes con fundamento?

-Exactamente. Sería un programa distinto a lo que estamos viendo. No sé cuál sería la fórmula, me la tendría que pensar por si algún día toca.

¿Nunca se ha aburrido de hacer ‘Bricomanía?

-En absoluto. Nos lo pasamos bien. Tengo un equipo buenísimo, detrás hay personas muy buenas y sin ellas las cosas serían molto complicadas.

¿Se planteaba trabajar en televisión?

-Me presente al casting porque estaba como técnico comercial de una empresa, y estaba tan explotado, ninguneado, fastidiado, enfadado y todo lo que puedas añadir, deprimido, estaba muy quemado. Me enteré que había un casting y me dije que nada se perdía si me presentaba. Fui saltando etapas en las pruebas y llegué aquí. Todo fue por despecho, por despecho hacia mi anterior trabajo me fui a la tele. Tuve esa suerte.

¿Le fue difícil ponerse delante de las cámaras?

-Claro, yo no tenía ninguna experiencia. Lloré mucho, al principio me sentía muy presionado. Había que sacar el programa por narices y fue costosillo arrancar, darle forma y hacerte un hueco. Llegaba a casa todos los días después de grabar doce horas bastante hundido?

¿Y no pensó en tirar la toalla?

-No. Sufría, pero me gustaba. Pensaba que aquello era un programa bonito y tenía que sacarlo adelante, siempre con el equipo que tenía detrás que ha sido, y sigue siéndo impresionante. Al final, el mecanismo se fue engrasando y echamos a navegar. Fíjate si está engrasado que llevamos 25 años y 1.000 programas.

Supongo que cuando tiene que hacer un arreglo en casa no llamará a ningún fontanero, electricista o albañil.

-Antes lo hacía casi todo yo. Pero me di cuenta de que hay gente que lo hace muchísimo mejor que yo, tampoco tengo tiempo para hacerlo todo. Es de sabios en cualquier cosa que hagas saber delegar. Hay proyectos que me hacen ilusión y tiro adelante con ellos con la ayuda de mi compañera, pero en otros casos llamo a un albañil o al especialista que necesite para hacer un trabajo.

En casa del herrero?

- Sí, lo practico un poco. Todo depende del tiempo que tengas. Bricomanía te lleva mucho tiempo, de lunes a viernes estamos en el taller preparando las cosas, si luego vas a casa y te pones a tirar paredes, pues no. Si necesito hacer algo, aprovechando un viaje, llamo al gremio que necesito y les digo lo que quiero que hagan y a la vuelta lo tengo todo resuelto.

¿Ha tenido malas experiencias viajeras?

-Algunos viajes han sido duros. Vas por paisajes impresionantes pero duros, sobre todo en África, y sabes que si se te queda el camión ahí, vas a estar un día parado como poco. Hay zonas con recursos mínimos. No puedes decir: “Tengo frío, voy a poner el aire acondicionado”. No hay. “Me apetece una cerveza bien fría”. No hay. Son viajes muy intensos pero duros.