lA nueva generación del Clase A ya está lista para pisar la calle. Lo hará en mayo, realizando una demostración más de la estrategia habitual de Mercedes-Benz, partidaria de conciliar un estilo claramente continuista con grandes progresos en todos los ámbitos, principalmente en el tecnológico. Así pues, el modelo que viene es ligeramente más grande y espacioso, también más sugestivo (sobre todo por dentro) y, desde luego, bastante mejor dotado. De este modo revalida su condición de referente innegable para los demás automóviles compactos, ya sean obra de marcas Premium o de generalistas. El abanico inicial se limita a dos variantes motrices, la A 180d (116 caballos) y la A 200 (163 caballos), ambas con transmisión automática de siete relaciones. En julio llegará la versión manual del motor de gasolina, que situará el umbral económico de acceso al Clase A en 31.400 euros.
Hubo un tiempo en el que Mercedes-Benz alcanzaba la excelencia practicando el monocultivo de berlinas de alta escuela -ya entonces las confeccionaba en varias tallas-, con clásicas excepciones en formato 4x4. No hace mucho, la casa alemana decidió cambiar de táctica, ampliando y diversificando su catálogo. El objetivo era ensanchar su radio de acción comercial con nuevos productos destinados a nuevos clientes. El único requisito que se impuso a sí misma fue que esas incorporaciones a su reparto estuvieran a la altura de su prestigio como fabricante. Si había que diseñar y fabricar turismos más escuetos, grandes deportivos o creaciones SUV, tendrían que figurar entre las mejores del mercado.
Y parece que el compromiso se está cumpliendo. La nueva remesa del Clase A no deja lugar a dudas. Probablemente es el mejor automóvil de su clase, también es uno de los más costosos. El compacto de la estrella reclama un precio elevado pero, a juzgar por los índices de satisfacción de su clientela, vale lo que cuesta. Por eso fue el producto más demando del catálogo, con casi once mil matriculaciones en 2017 en el mercado español (en Bizkaia lo aventajó su hermano GLA).
La entrega a punto de ver la luz marca un punto y seguido en el discurso estético de la casa alemana. Su estampa no rompe moldes, aunque acierta a ganar expresividad al enfatizar algunos rasgos para sugerir mayor deportividad. También gana tamaño. Ocupa 4,42 metros de largo, 1,8 de ancho y 1,44 de alto (se estira 12, 1 y 3 centímetros, respectivamente); tiene 2,73 metros entre ejes. Esas dimensiones propician que aumente levemente la habitabilidad de la cabina; el portaequipajes añade 29 litros para llegar a 370.
Ahora bien, para descubrir la principal innovación visual del Clase A hay que acceder a su interior. Así se puede contemplar la llamativa configuración del puesto de mandos. Adornado por unas vistosas salidas de aireación con posibilidad de iluminación en varios tonos, el conjunto está presidido por dos pantallas táctiles solidarias (pueden ser de 7 y/o de 10,25 pulgadas), que abarcan desde el volante hasta la consola central. Este vistoso e innovador tablero, que carece de la habitual visera, da la sensación de flotar sobre el salpicadero. A través de las pantallas que lo conforman se pueden controlar tanto las constantes vitales del coche como las múltiples funciones de conectividad multimedia MBUX (Mercedes-Benz User Experience); el dispositivo ofrece un asistente virtual con reconocimiento de voz similar al de los teléfonos modernos.
El Clase A incorpora un equipamiento acorde a su posición y precio. Forma parte del mismo el sistema de frenado autónomo de emergencia en ciudad, que incluye detección de viandantes y ciclistas. También es de serie un dispositivo que alerta de pérdidas de atención por parte de quien conduce. Además, puede instalar sistema estacionamiento automático y otros procedentes del Clase E como el de detección de obstáculos en el ángulo ciego y el de cambio involuntario de carril; además oferta una versión más evolucionada de ambos recursos que, si las condiciones del tráfico lo permiten, hace que el vehículo cambie de carril con solo accionar el intermitente correspondiente.