bilbao - Desde el verano pasado también ha ido a Nueva York para seguir a Trump el día de las elecciones, a París en las dos rondas de las presidenciales para cubrir a Marine Le Pen, a Berlín y Estocolmo por los atentados de inspiración yihadista. Se ha ocupado en dos ocasiones de Trump en Europa. Y de tanto coincidir con el nuevo presidente estadounidense no es extraño que haya escrito un articulo sobre Trump y Europa en el libro Trump ametsgaizto Amerikarra que ha publicado Elkar.

El presidente de la Comisión afirmó que “el Parlamento Europeo es ridículo, muy ridículo”...

-Juncker suelta a menudo frases que dan para titulares, pero el tono y las palabras que usó para criticar que el hemiciclo estuviera casi vacío cuando iba a hablar junto al presidente de Malta pillaron a muchos por sorpresa. Después se disculpó en privado por el tono, pero no por el fondo. Fue un arrebato que volvió a poner sobre la mesa la ausencia de eurodiputados en los plenos.

¿El Parlamento Europeo es ridículo o, incluso peor, irrelevante?

-No es irrelevante, es la única institución de la UE elegida directamente por los ciudadanos, el más democrático. Otra cosa es el poder que tiene a la hora de tomar decisiones, que ha ido aumentando con los años. La Eurocámara es lo que los Estados le permiten ser y lo que sale de allí también es el resultado del trabajo que hacen los europarlamentarios.

Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, dijo que “no se puede gastar el dinero en alcohol y mujeres y luego pedir ayuda”. ¡Qué fuerte!

-Me parece intolerable, pero a muchas capitales les dio igual. Son tópicos del sur desde el norte que venden muy bien en casa.

En el sesenta aniversario del Tratado de Roma, Pierre Moscovici, Comisario de Asuntos Económicos, cree que “la opción de deshacer Europa está sobre la mesa”.

-Es uno de los grandes titulares del año: decir desde Bruselas que la UE puede ir hacia adelante en la integración o puede retroceder. Es una frase que resume muy bien el momento, algunos países creen que el problema más gordo es que la integración ha ido demasiado lejos, que los Estados han perdido mucho poder ante Bruselas y hay que devolverles algo, el Brexit es el ejemplo.

¿Queda alguien en la UE que piense que el Brexit tiene vuelta atrás?

-En el último año han cambiado muchas cosas. La sensación en Bruselas es que el Brexit igual no se materializa. La situación política en Londres tras las elecciones y el difícil inicio de las negociaciones han puesto el acuerdo tan lejos que en círculos comunitarios y diplomáticos se habla de que el Reino Unido podría dar marcha atrás. Antes de marzo de 2019, la fecha de salida que hay ahora, Londres puede decir que retira el articulo 50 y, si los 27 países aceptan su petición, se podría evitar el Brexit. De todas formas, está por ver cómo se articularía esta opción dentro del Reino Unido.

¿Hay periodistas turcos siguiendo el día a día de la UE?

-Pueden ser una decena pero las preguntas más críticas sobre Turquía casi siempre las hacen periodistas que no son turcos. Los que critican a Erdogan sufren represalias, la situación de los medios en ese país es gravísima. Bruselas dice que hace llegar su preocupación al Gobierno turco pero no toma medidas.

¿La sensación de la prensa es que Erdogan ha hecho descarrilar para siempre el tren hacia Bruselas?

-A pesar de que la tensión es máxima, Bruselas y Ankara van a seguir colaborando y el tren no va a descarrilar porque no interesa a ninguna de las partes. Los vínculos en defensa y economía son muy grandes y, por encima de todo, Turquía ha cerrado el paso a Europa a los refugiados a cambio de un cheque de 6.000 millones de euros. Para Bruselas esto es clave. Por otra parte, Erdogan ha prometido conseguir que se elimine el visado a los turcos para entrar en la UE. Turquía y la Unión llevan negociando la adhesión desde 2005 a trancas y barrancas y el impasse en la cuerda floja, que puede acabar con la ruptura de relaciones, puede durar años.

La negociación del Brexit sólo fue un poco eclipsada por la elección de Macron como presidente galo.

-Bruselas dijo que era su candidato e hizo suya su victoria. Los dirigentes comunitarios ponen muchas esperanzas en él, creen que servirá para reactivar la UE. Ya veremos.

Entonces, ¿se aparca el debate de la doble sede (triple con Luxemburgo) otro par de décadas?

-Hablan de intercambiar cosas, que algunas agencias europeas que están en el Reino Unido podrían instalarse en Francia a cambio de que París cierre la sede de Estrasburgo, pero parece muy difícil que el Parlamento Europeo tenga sede única y que Luxemburgo y Francia lo acepten.

Usted cubrió las elecciones en Holanda, a las que se les dedicó un tiempo y un espacio insólito...

-Las encuestas auguraban que Wilders no obtendría la victoria pero la duda estaba ahí tras el Brexit y Trump. Los holandeses estaban muy sorprendidos con la atención mediática e incluso sacaban fotos a los periodistas de televisión en las calles. No entendían por qué Wilders era noticia si lleva 20 años presentándose y tenían claro que era imposible que llegara a gobernar por el boicot del resto de partidos. La extrema derecha xenófoba y antieuropea, en Holanda y en otros países, sigue creciendo pero en Bruselas la preocupación no era un efecto dominó sino una victoria de Le Pen en Francia.

Merkel lo vio claro tras reunirse con Trump: “Europa no puede confiar en sus aliados”. ¿Y qué puede hacer: mirar a China o Rusia?

-Tras las dudas sobre el compromiso de EEUU con la seguridad europea, el proyecto de defensa común ha dado un paso muy importante. Pero Trump no es el único factor para que los europeos empiecen a pensar de forma mas autónoma, el Brexit también ha sido importante. El Reino Unido, la mayor potencia militar de la UE, ha dejado de poner obstáculos a una defensa común. Con Rusia, las relaciones están en horas bajas pero, tras Trump, Bruselas ha reactivado la comunicación con Moscú. En cuanto a China, Bruselas la presenta como su principal aliada para impulsar el acuerdo sobre el cambio climático. Europa y el resto del mundo están ya recalculando cómo actuar en los huecos que deje EEUU.

Juncker cree que “no hay bastante Europa en esta Unión” y “nunca ha visto tan pocas cosas en común entre los Estados miembros”. ¿Es un juego de palabras o la realidad?

-Con el incumplimiento de las cuotas de refugiados, ha sido duro y claro. En otros temas, no tanto. Está muy bien leer la cartilla a los Estados pero decir que la culpa de todo es de ellos no arregla nada, la Comisión tendría que hacer autocrítica.

La UE amenaza al grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia) por los refugiados, pero no dice nada a Austria por llevar blindados a la frontera con Italia. ¿Usa el mismo rasero?

-Los países de Visegrado son los que mas han desafiado la política común pero prácticamente todos han endurecido sus posturas y la Comisión ha hecho la vista gorda. La prioridad en Bruselas y en todas las capitales es cerrar la puerta a refugiados y migrantes, y punto.

Hace un año la UE tenía tres problemas: el Brexit, los refugiados y el terrorismo islamista. ¿Siguen siendo los mismos, no?

-Han llegado para quedarse.

Polonia reta a la Unión con descaro. ¿Se puede expulsar a un miembro que hace lo que le da la gana?

-A los tres problemas citados habría que añadir Polonia, sin duda. Aún quedan muchas etapas hasta llegar a una crisis profunda pero, como ocurrió con Hungría, Bruselas se resiste a proponer el castigo máximo, quitarle el derecho a votar en las decisiones europeas. El castigo lo tendrían que aprobar los 27 por unanimidad y mas de un país votaría en contra. El Gobierno polaco por el momento ha aprobado una de las tres reformas judiciales que socavan el sistema democrático y la UE va quemando lo mas lentamente posible las etapas legales hasta llegar al castigo máximo. Si el desafío total de Varsovia sigue y Bruselas acepta que un país miembro haga reformas para poner su sistema judicial bajo el control del ministerio de Justicia, se producirá un sinsentido, la UE se quedará sin argumentos para criticar y castigar a otros miembros, a Estados candidatos y a terceros países por no respetar las bases democráticas y se caerá uno de los principales pilares de la construcción europea. Polonia aprovecha el momento (la petición de algunos países de recuperar poder), para decir que la UE se mete en temas que no son de su competencia.

La era Trump es una mina... ¿Le habría gustado estar allí?

-Informativamente es fascinante, para el infoentertainment es un filón. Pero o prefiero quedarme con el recuerdo de la última presidencia que me tocó cubrir, el primer mandato de Obama.

¿Pensaba que Hillary podía perder la presidencia?

-Cuando me mandaron de ETB a Nueva York a cubrir al candidato republicano, pensaba que me tocaría contar que se había acabado el experimento Trump con la victoria de Clinton. Había señales de que podía ganar Trump, pero yo me negaba a creerlo.

¿Qué le cuentan las personas que conoció allí en trece años?

-Este primer verano post Trump las elecciones han sido el tema de conversación principal, todos vuelven a contar cómo vivieron el día, una pesadilla para la inmensa mayoría; y lo preocupados que están por el futuro del país, creen que va a cambiar mucho a peor.

Si Europa está enferma, ¿cómo definir la situación de EEUU?

-Es curioso ver cómo las autoridades comunitarias han aprovechado a Trump para vender que la UE no está tan mal. El caos, las guerras entre aquellos que defienden distintas políticas dentro del Gobierno de EEUU, auguran un cuadro médico muy complicado y lleno de incertidumbres. Pero es pronto para hacer un diagnóstico... Trump lleva muy poco tiempo en el poder.