nueve años después de retirar de la circulación el anterior Ignis, Suzuki vuelve a comercializar un modelo con esa misma denominación y con similar posicionamiento comercial. La firma japonesa refuerza su oferta SUV con este producto de proporciones escuetas y vocación polifacética. El nuevo Ignis se arrima a la moda crossover, pero se deja influenciar por cualidades propias de los utilitarios e incluso de los monoespacio. De momento, confía en un único propulsor de gasolina, que puede remitir sus 90 caballos a las ruedas delanteras o a las cuatro; también da a elegir entre caja manual y automática. El Ignis abre su tarifa en 11.200, precio de la versión más sencilla, y la culmina en los 14.450 que reclama la más pomposa y pertrechada.
El recién llegado se hace notar por medio de un diseño que no deja indiferente a casi nadie. Aunque posee cualidades suficientes para encajar con fortuna en el mercado, todas ellas quedan eclipsadas de antemano por sus originales pero controvertidas formas. El Ignis es uno de esos coches que propician la discordia con una silueta que es capaz de provocar repentinas simpatías y súbitas urticarias. Aparcando el eterno y subjetivo debate sobre belleza y fealdad, hay que reconocer que este es un automóvil difícil de mirar. Sus creadores han asumido no pocos riesgos al optar por rasgos tan peculiares como los del tercer pilar, el que remata la zaga.
Por lo demás, el coche no desentona de lo que se lleva en la categoría SUV. Es en la que mejor encaja el Ignis, como se encargan de refrendar su apariencia fornida y la considerable distancia libre al suelo (18 cm.). Viste una carrocería de cinco puertas con dimensiones contenidas: ocupa 3,7 metros de largo, 1,69 de ancho y 1,6 de alto, separando sus ejes 2,43 metros. Estas proporciones deparan una buena maniobrabilidad, tanto en ciudad como en pista. También procuran a la cabina una insospechada espaciosidad, singularmente grata para los ocupantes más corpulentos, que viajan sin las apreturas habituales en vehículos tan cortos. De esa holgura sale beneficiada la capacidad del maletero, que ofrece entre 260 y 373 litros (siempre en versiones con tracción 4x2) dependiendo de la posición en la que se coloquen los asientos traseros deslizantes.
La configuración de la cabina es funcional y su decoración minimalista. Concentra la atención en el puesto de mandos y en la pantalla táctil que preside el salpicadero. La atmósfera interior gana puntos en las versiones ataviadas con vistosas combinaciones cromáticas. En general, los acabados son más correctos que esmerados, es decir, van acordes al comedido desembolso económico exigido. El Ignis propone una paleta de colores con catorce posibilidades, cinco de ellas de dos tonos.
Oferta, asimismo, dos acabados sucesivos. El básico GLE no lo es tanto, puesto que incorpora de serie ordenador, aire acondicionado, seis airbags, asientos delanteros calefactables y pantalla táctil. La terminación GLX cuesta 1.750 euros más y agrega faros LED, navegación, cámara de visión trasera, control de velocidad con limitador, climatizador automático, arranque sin llave y el sistema Dual Camera Brake Support (dos cámaras ayudan a gestionar la asistencia a la frenada, el aviso en caso de abandono del carril y la alerta de zigzagueo).
Optar por transmisión automática en vez de manual, en ambos casos de cinco marchas, requiere desembolsar 900 euros adicionales. Acceder a tracción integral, que incorpora control de descenso de pendientes, supone otros 1.500 euros más. El Suzuki Ignis tiene cinco años de garantía.