Le gusta la actualidad a rabiar aunque a veces le pese un directo de tres horas. Más vale tarde acaba de estrenar plató después de cinco años de andadura.
¿Qué influencia puede tener el cambio de imagen en un programa?
-El contenido sigue siendo el mismo. El plató se nos había quedado pequeño y antiguo para lo ambiciosos que somos...
¿Han quedado satisfechos?
-Mucho, pero hemos estado rodando con la imagen anterior durante cinco años.
Cinco años en televisión es una vida.
-O dos, eso en televisión es muchísimo. Además, una apuesta por cambiar de plató es sinónimo de una apuesta de continuidad del programa. El contenido es difícil que pase de moda en nuestro programa porque es actualidad, pero el plató puede que sí se quede un poco anticuado y haya que hacer reformas.
¿Echa de menos los informativos puros y duros?
-A veces sí, pero más por la media hora que dura un informativo frente a las tres horas de directo que tiene Más vale tarde.
¿Pesa ese tiempo?
-A veces sí. Tres horas de directo suponen un desgaste físico y de cabeza muy importante. Pero luego, cuando estoy relajada y lo pienso, me doy cuenta de que un formato como este es un lujo para cualquier profesional al que le guste la actualidad.
A usted seguro que no le faltan ingredientes para hacer el programa.
-Qué va, la despensa de la actualidad está llena y se renueva al minuto. Cuando crees que flojea siempre hay algo que sorprende. Estos cinco años han sido impresionantes. Un formato como este, nos ha permitido vivir en primera persona los efectos de una crisis demoledora, un periodo electoral donde los ciudadanos hemos ido a las urnas unas cuantas veces, una actualidad que pasaba por los tribunales con muchos casos de corrupción... Ahí está el caso Nóos que tenía como implicados a Urdangarin, a la infanta Cristina de Borbón...
¿No aburre tanto caso de corrupción?
-Aburrir no sería el término, quizá indignar le pegue más. Hemos tenido el caso de las tarjetas black en el que estaba implicada casi toda la sociedad poderosa. Ha sido una época muy convulsa y de muchos cambios sociales.
Sin contar la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos.
-Efectivamente, y la falta de capacidad de ver su llegada por parte de todos. Trump ha sido una importante revolución, igual que el Brexit. Hay cambios políticos que los digerimos en directo y que van a suponer también cambios para todos y a todos los niveles.
Tenemos información que viene por los medios tradicionales, se actualiza al momento en las ediciones digitales, están las redes sociales... ¿No cree usted que vamos a acabar explotando? Sano no tiene que ser.
-Ja, ja, ja... No lo sé. Supongo que alguien te diría que no porque es un apasionado de estar al día, otros te dirán que sí, que como estos siga así van a explotar. Pienso que las redes tienen su hueco, se han hecho un hueco brutal, gigante, están a mano todo el rato. Pero los medios que nos dedicamos a la información seguimos teniendo nuestros propios códigos. No sé si estamos saturados, pero los datos que refleja esta cadena demuestran que hay un interés por la información.
¿Interesa la televisión intensa e informativa más que la de entretenimiento?
-Eso de que la televisión se interesa más por la frivolidad y la prensa por la actualidad pertenece al pasado. Creo que estamos en otros tiempos. La televisión es el primer medio elegido por los ciudadanos para informarse desde hace muchos años.
¿Sigue la política interesando tanto como parece?
-Ha bajado un poco el grado de interés por la política. Hemos pasado un año, año y medio, pegados a todas las novedades políticas y con muchos movimientos políticos, pero ahora ya hay un gobierno.
¿Han bajado ustedes el tono?
-Por supuesto, no tiene sentido hacer información de donde no la hay.
Quienes siguen perdiendo puntos son los políticos.
-Pero no en esta época, hace cinco años los políticos estaban ya en una valoración muy lamentable, casi ningún político, ningún ministro aprueba, no llegan ni al cinco raspado. Somos muy críticos con la clase política, es curioso.
¿Somos injustos?
-Esa es una respuesta individual, no colectiva. Ellos, los políticos, se tienen que esforzar un poco más, necesitan mejorar.
¿Y cómo está la profesión? ¿Nos hemos acomodado y somos menos críticos que en el pasado?
-Con la crisis los periodistas hemos sufrido mucho: EREs, despidos, cierre de medios... Los que hemos sobrevivido, hemos entendido que solamente desde un periodismo crítico teníamos una oportunidad; ha habido un despertar. Ha habido una conciencia de que había que ponerse las pilas, que no nos casamos con nadie, que había que investigar, que había que volver al origen.
Trump ha vetado a los periodistas que trabajan en Estados Unidos.
-Lo de este señor es alucinante. Hay mucho miedo a la libertad de expresión en Estados Unidos, pero hay unos medios de comunicación muy fuertes y un periodismo muy potente y muy crítico. Creo que Trump va a tener una tarea muy complicada para deshacer valores que forman parte de la cultura estadounidense.
Sin ir tan lejos, aquí se convocan ruedas de prensa en las que no se permite preguntar.
-Creo que cada vez hay menos, pienso que el político de turno sabe que no puede convocar una rueda de prensa si no va a permitir preguntas. Si no las admite, se va a decir públicamente que no se ha sometido al control de la prensa. Creo que hay cosas que están cambiando en la comunicación de los políticos.
Tanto que en las dos campañas a las elecciones generales les hemos visto cocinar, montarse en globo, tocar la guitarra o jugar al baloncesto, entre otras cosas.
-Para llegar a los máximos votantes en unas elecciones que se repetían y se repetían, han ido a formatos que normalmente ni se planteaban. Era para hablar de política, pero también para mostrar el lado humano o lúdico.
¿No había mucho de postureo?
-No lo sé. A mí me gustaría que hicieran en Más vale tarde lo mismo que en El hormiguero.