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“A veces, el mundo es para echarse a llorar”

Carme Chaparro ha empezado el año viendo cómo su vida se ponía del revés. Dejaba los informativos de fin de semana en Telecinco y se ponía al frente y en solitario del que Cuatro emite al mediodía.

“A veces, el mundo es para echarse a llorar”Foto: Mediaset

madrid - Llevaba veinte años ligada a Telecinco, trece de ellos a los informativos de fin de semana. Pero una decisión de Mediaset le ha cambiado la vida. Ahora, esa vida es más cercana a la de su familia, a la de sus amistades y a la del mundo en general. Puede disfrutar del ocio con sus hijas un sábado o un domingo y eso lo valora. Ella es optimista, temperamental y muy emocional; reconoce que muchas informaciones que ha dado le han hecho llorar una vez apagadas las luces del plató. Carme Chaparro habla de su día a día, ahora y cuando trabajaba en fin de semana; también de esas noticias que le hacen sentir que el mundo es para echarse a llorar o de cuando le comentaron diez minutos antes de entrar en el informativo que José Couso, su amigo, acababa de morir.

¿Le ha resultado duro regresar a lo que consideramos un horario normal?

-No sé qué decir. La primera semana, la del estreno en Cuatro, me pilló con gripe y no estaba bien. Al levantarme a las seis de la mañana, ir a buscar a las niñas al cole, hacer la compra, la cena y con fiebre, pensé: yo no sobrevivo a esto.

¿Un poco mejor tres semanas después?

-Todo es organizarte y cambiar las costumbres. Dejo las cenas medio hechas los domingos y congelo, hago la compra por Internet a veces, otras voy con las niñas después del cole y las monto en el carro del súper. Estoy muy contenta.

¿Cuando trabajaba en fin de semana lo veía como el mundo al revés?

-Claro. No es que cuando vayas un lunes al súper no haya gente, claro que hay; pero yo fui el sábado y casi me da un infarto de la cantidad de gente que había y de las colas que se formaban. No tienes ocio con tus hijos si trabajas un fin de semana. Yo no veía a mis niñas el fin de semana, me iba de casa a las ocho y media de la mañana y llegaba a las 10, no las veía.

Me imagino que ahora las disfruta a tope el fin de semana.

-Por supuesto. Antes no podía ir al cine con ellas, a pasar un día fuera de Madrid o a tocar la nieve. Otra de las cosas que me he perdido son las tertulias de un sábado por la tarde con los amigos después de comer, esas sobremesas en las que te ríes y te pones al día de lo que les pasa a cada uno de ellos. Te pierdes muchos momentos únicos. Ahora, después de haber dejado de trabajar los fines de semana, empiezo a ser consciente.

Seguro que también se pierde algo trabajando de lunes a viernes.

-No llevo a las niñas al colegio, he dejado de dar clases, el gimnasio, pero es que no me voy a levantar a las cinco de la mañana para ir al gimnasio, lo siento?

¡Qué barbaridad! ¿Hay alguien que lo hace?

-Sí, pero yo no lo voy a hacer, prefiero dormir; antes hacía gestiones en el banco cuando había poca gente. Aun así, gano muchísimo más estando trabajando durante la semana que el fin de semana.

¿Hay diferencia a la hora de preparar el informativo y dar la cara en pantalla?

-Muchas. Es cierto que en el fin de semana pasan muchas cosas y han pasado cosas muy importantes. El ritmo de la actualidad es más relajado un sábado y un domingo que un lunes, un martes o cualquier otro día. Durante toda la semana, al margen de lo que es actualidad, puedes buscar reportajes con los que completar los 50 minutos de informativo de un sábado o un domingo.

Los informativos del mediodía de lunes a viernes suelen tener la actualidad a media cocción, ¿no?

-Exacto. Ahora la información me arrolla, es un informativo que va a las dos de la tarde. Está pasando todo mientras tú estás en directo, tienes que estar improvisando, tienes que tener mucha cintura y tienes que estar muy despierta para ir contando todo en directo. Para mí es un reto porque es salir de mi zona de confort.

Un informativo en solitario?

-Muy diferente también. Se nota la falta de un compañero al lado, para lo bueno y para lo malo. Estar con alguien en un plató es importante, date cuenta que las cámaras que tenemos son robotizadas, no hay nadie con quien puedas tener un comentario.

¿Es diferente el ritmo?

-Claro, tener un compañero al lado te obliga a ritmos diferentes, el tuyo, el suyo. Puedes comentar las cosas en el plató. Si un día se te va la saliva por el otro lado, a todos nos ha pasado, te entra la tos; hay una persona al lado que empieza a hablar y no se nota nada.

¿Tiene algo bueno esa soledad informativa?

-También, yo busco el lado positivo. Puedes dar al informativo tu personalidad, eres tú la que estás escribiendo las entradillas, la que estás conduciendo a la gente por todas las noticias del día, le das tu impronta.

¿Hay diferencias informativas entre Cuatro y Telecinco?

-No he notado nada. Yo estoy en la misma redacción, tenemos equipos diferentes, pero compartimos espacio físico. Me he movido tres mesas, hace dos días que moví mi cajonera. Mi manera de contar las cosas es igual a como las contaba antes. No he cambiado.

Sentarse a ver un informativo es para echarse a llorar.

-Es que a veces el mundo es para echarse a llorar.

¿Alguna noticia que le haya resultado especialmente dura?

-Duro lo es todo, cada día tenemos que contar noticias que te sobrecogen. Lo más duro que he contado o lo que más me ha afectado personalmente, es la muerte de un amigo, cuando Estados Unidos asesina a José Couso en Irak. Murió diez minutos antes de entrar yo en el informativo, estaba cruzando la puerta del plató cuando Hilario Pino me dijo: acaba de morir.

¿Dan ganas de decir: “Hoy no cuento nada, esto es una pesadilla?”

-No. Hay que contar, y también hay que contar lo duro. Nosotros, al final, sacamos el informativo adelante, pero las veces que he llorado por haber contado algo han sido varias, es cuando se apagan las luces y me digo: madre mía, lo que hemos contado.

¿Es usted una mujer muy emocional?

-Demasiado, mucho. Veo a mi hija mayor, que es como yo, y pienso: pobrecita, lo que va a pasar esta niña. Tengo la piel muy fina, todo me duele y me afecta mucho. Sufro mucho o estoy muy feliz, soy muy, pero que muy, emocional. Estoy aprendiendo a no tener estos bajones y estos subidones tan bruscos.