Madrid Samanta Villar se ha metido en muchas vidas ajenas. Fue la primera presentadora de 21 días, después llegó Conexión Samanta y ahora 9 meses. Este último programa desembarcará el miércoles en Cuatro, donde hará llegar a los espectadores un relato de emociones, desmitificaciones, alegrías, cansancio, ilusiones y desesperaciones: nueve meses esperando ser madre y contando lo que ella siente y lo que sienten otras parejas que también van a ser padres. DNA ha hablado con ella, y mes y medio después del nacimiento de Damián y Violeta, sus hijos, cuenta las dos experiencias: embarazo y maternidad y cómo su vida anterior y la de su pareja no ha cambiado: ha desaparecido entre tomas de pecho, cambios de pañales y noches en blanco.
¿Cómo vamos a vivir sus nueve meses de embarazo?
-Creo que van a ser unos programas muy emocionantes. Alrededor de la maternidad hay historias muy bonitas. El hilo conductor es mi propia vivencia y descubrimiento de la maternidad.
¿Le parece la maternidad ese mundo ideal que se vende a diestro y siniestro?
-Pues no. Para nada, desde luego que no es el universo idealizado que nos han contado. Hay vivencias muy diferentes y cada uno escoge la suya o vive la que puede vivir.
¿Por qué este programa?
-Hace años que tenía esta idea en la cabeza. A lo largo de los programas que hemos ido haciendo, tanto de 21 días como de Conexión Samanta, en las realidades más duras y más dramáticas, siempre había una madre detrás, una madre que tiraba del carro, que incondicionalmente estaba allí y su presencia era constante en situaciones límite.
¿Le sorprendía esa presencia materna en cualquier situación?
-Todos sabemos de la omnipresencia de la madre en cualquier tipo de situaciones. Yo cuando la veía en mis reportajes, siempre pensaba que era una presencia brutal, bestial.
¿Todos los embarazos desembocan en una madre coraje? Estamos idealizando la figura materna de nuevo.
-Supongo que no, habrá de todo. Pero hay mucho coraje en muchas madres. Otro desencadenante para este serial de nueve meses fue una chica embarazada que me encontré hace muchos años en una tienda, cuando yo tenía veintipocos años. Al preguntarle cómo estaba, me dijo que fatal.
Un mal embarazo, supongo.
-Me comentó que no podía salir por la noche, ni a correr, ni ir en bicicleta y tampoco dormía bien, pero me decía que lo peor no era eso, “lo peor es que no me puedo quejar. Si me quejo, la gente me pregunta a ver si no me hace ilusión ser madre”. Aquello se me quedó grabado.
La idealización del embarazo: no quejarse para no ser considerada una futura mala madre.
-Ahí está el tabú. Tenía la idea de hacer un programa que desmitificara la maternidad. Cuando años después decidí quedarme embarazada, hablé con mi equipo y les conté la idea. Quería hacer un programa que ayude a diversificar la idea de la maternidad.
¿Qué significa diversificar la maternidad?
-Que se puede vivir de maneras muy distintas, que no tiene que ser ese estado idílico que todos nos cuentan.
¿Qué son esas realidades extraordinarias de las que dice que va a tratar el programa?
-Todo el mundo te dice que es lo mejor que te va a pasar en la vida; la frase cliché es: disfruta del embarazo. Nadie te habla del enorme sacrificio que representa esa situación, de los inconvenientes físicos y emocionales que también puede haber. Está todo tan idealizado que cuando muchas mujeres no lo viven como les han contado, se sienten culpables e incluso se las estigmatiza.
Estigmatizar es un término muy duro.
-Pero se conjuga cuando te preguntan si la maternidad no te hace ilusión, era lo que me comentaba esta chica: A nadie le hace ilusión estar vomitando durante tres meses. Me parecía muy interesante poder contar como periodista una situación que no encaja con la narración que nos han hecho de la realidad del embarazo.
¿El mito de la maternidad?
-Sí. Claro que puede ser un proceso maravilloso, pero también puede ser infernal.
Embarazo terminado y sus niños están ya en casa, ¿cómo lo lleva?
-Como puedo. Son dos, dobles situaciones complicadas, no duermes, no descansas?
Es una vuelta a los clichés hechos, ¿no?
-Sí, te dicen que tu vida cambia. No cambia, tú vida ha sido destruida, tienes que hacer otra vida totalmente diferente. Hay que empezar a construirla de otra manera distinta. Hay veces que piensas: ojo, yo no estaba preparada para esto.
Habrá quien le llame mala madre.
-Espero que no. Vamos a contar una experiencia realista en la que hay de todo, una terrible ilusión y momentos en los que no puedes con tu alma, en los que vomitas, estás cansada...
¿Le va a afectar en el trabajo?
-Sí, con mi trabajo en televisión viajaba mucho, ahora no va a ser posible. En ese sentido, la vida también me va a cambiar mucho.