EL Ibiza es un valioso instrumento para SEAT, que por eso se afana en mantenerlo perfectamente afinado. Ese proceso de continua puesta al día vive ahora un nuevo capítulo, en el que el popular modelo asume mejoras mecánicas y ornamentales; de paso, amplía su bagaje tecnológico con avanzados recursos de conectividad e infoentretenimiento. La gama Ibiza, que conserva tres carrocerías (cinco puertas, SC de tres y ST familiar) y tres acabados, renueva la gama de motores gasolina y diésel (de 75 CV en adelante); está disponible a partir de 9.080 euros.

Treinta años de recorrido procuran la perspectiva suficiente para aseverar que el Ibiza es el modelo más importante de la historia de SEAT. Puede que los más nostálgicos consideren esta afirmación una injuria a la memoria del ‘seiscientos’. No obstante, sin escatimar méritos al utilitario precursor de la marca, hay que reconocer que la supervivencia y el salto a la modernidad de la misma pasan por el nacimiento y posterior éxito del Ibiza.

Tres decenios después, el último vástago de la estirpe sigue siendo uno de los pilares fundamentales de la firma hispana del grupo Volkswagen. El Ibiza, líder tenaz del mercado y referencia obligada de la categoría de los turismos compactos, es un producto redondo, un automóvil con dosis de calidad elevadas y precios contenidos. Con todo, ya no es el mejor modelo de la casa, honor que recae en su hermano mayor el León, beneficiado de su concepción más reciente.

El León es, precisamente, el espejo en el que se mira el Ibiza para resolver esta operación de puesta al día que estrena. Un trámite que en el aspecto formal se salda sin apenas secuelas. Hay que ser un experto para detectar a distancia las modificaciones introducidas, puesto que se limitan a los nuevos faros con luces diurnas LED, al diferente diseño de las llantas de 16 y 17 pulgadas y a la incorporación de un par de tonos de pintura. Eso sí, SEAT propone a partir de ahora paquetes decorativos con los que personalizar o enfatizar la imagen del vehículo, bastante más sutil (o tibia) de lo que buena parte de la clientela demanda.

Vista de cerca, la nueva remesa del Ibiza se reconoce por la peculiar concepción interior. El estilo minimalista del envoltorio penetra en el habitáculo contagiando al diseño del salpicadero. Evoluciona apostando por un estilo de sencilla funcionalidad que, sin embargo, adquiere empaque gracias a la calidad de los materiales empleados y a su preciso ensamblaje. La principal novedad es la integración en mitad de la consola de una pantalla táctil, disponible a partir del acabado medio, que puede albergar las más diversas funciones (conectividad, navegación, cámara de marcha atrás, etc.).

Los cambios del Ibiza en el plano dinámico son importantes, pero no trascendentales. Al menos no son muy perceptibles. El modelo retoca ligeramente la unión al suelo (muelles, amortiguadores y barras estabilizadoras) y la dirección buscando un plus de agilidad que únicamente detectan los pilotos más avezados; al resto nos parece que el coche sigue yendo estupendamente.

Casi lo mismo se puede decir de los progresos mostrados por la renovada gama motriz, reparto al que se incorporan debutantes de tres cilindros (uno diésel y tres de gasolina). Lo primero que el usuario medio va a notar, y a agradecer, es que los motores gastan más bien poco para lo que empujan. Y eso siempre es una buena noticia por partida doble, porque un consumo contenido penaliza menos el bolsillo y también el medioambiente.

SEAT pone la guinda al modelo ampliando sus dotaciones de seguridad con soluciones inauditas en la categoría. El Ibiza es uno de los pocos candidatos de su segmento que pueden contar con sistema de detección de fatiga del conductor, recurso que se une a sofisticaciones como el sistema de frenado autónomo para prevenir colisiones a baja velocidad.

La tarifa oficial del Ibiza sitúa su línea de partida en 12.740 euros. No obstante, los beneficios del PIVE y los descuentos por financiación pueden rebajar dicho importe inicial hasta 9.080 euros.